lunes, 28 de septiembre de 2015

Siempre te escucha


Mira mi sufrimiento y ven a salvarme
porque nunca me he olvidado de tus enseñanzas.
Defiende mi causa y sálvame;
dame vida como lo prometiste.
(Salmos 119:153-154)

Que preciado es poder estar seguros de que Dios está atento a nuestro clamor (Jeremías 33:3). Que nos escucha, que viene a nuestro favor porque somos sus hijos y guardamos (practicamos) sus enseñanzas.
¡Sus promesas son verdaderas!
Su fidelidad, su amor, su justicia, nos rodean constantemente. Las personas que buscan dañarnos no pueden estar más cerca de lo cerca que Dios está de sus hijos.

La salvación está muy lejos de los perversos
porque no obedecen tus mandatos.
SEÑOR, tu compasión es muy grande;
conforme a tu justicia déjame vivir.
Tengo muchos enemigos y gente que me persigue,
pero nunca dejaré de cumplir con tus requisitos.
Detesto ver a esos traidores
porque no siguen tu palabra.
(Salmos 119:155-158)

Todas las promesas de Dios son verdaderas. Pero todas exigen algo a cambio:
Obediencia y permanencia. Nunca te va a fallar. Las palabras de su boca irradian justicia.
Mira SEÑOR, yo obedezco todas tus instrucciones;
conforme a tu fiel amor, dame vida.
La suma de tu palabra es verdad;
cada una de tus justas órdenes permanecerá para siempre.
(Salmos 119:159-160)

Confía en la verdad, la única verdad (Juan 14:6). Nadie puede quebrantarla (Mateo 24:35). 
Te vas a sorprender de su inconmovible amor y fidelidad.

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