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viernes, 27 de febrero de 2015

Actualizados




¿Nunca te pasó que el gps te llevó a cualquier lado menos a donde tenía que guiarte? ¿O que te hizo tomar rutas o calles que podrías haber evitado? Eso suele pasar cuando tu gps está DESACTUALIZADO...

Lo mismo pasa con nuestra vida. Los mapas de nuestro GPS provienen de la Palabra de Dios y muchas veces, también dejamos que des-actualicen.
Nos creemos que con haber leído La Biblia la semana pasada, tenemos el "armamento" suficiente para tomar decisiones, y dejarnos guíar por Dios.

Dejame decirte que eso no es depender de Dios por completo, y mucho menos dejarnos guíar por Él. 

"Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito."
Josué 1:8 

¡De día y de noche! Eso sí que es deleitarse y depender del Señor en todo. 
La continua comunión con Dios no sólo basta en la oración, tampoco en sólo leer su palabra e ir a la iglesia cada domingo.

¿Acaso cuando pides consejo a un amigo sólo le preguntas y te vas sin escuchar su respuesta? Así es cuando sólo oramos pidiéndole consejo a Nuestro Padre sin tener comunión completa: Nutrirnos, "actualizarnos" de Su palabra. 
Esa es la forma en la que Dios nos responde y si no lo escuchamos, ¿Cómo nos guiará?
Y si no estamos en constante comunión con él y nos quedamos con lo que nos habló la semana pasada, ¿Cómo vamos a llegar al destino CORRECTO

Debemos MEDITAR en lo que Dios quiere hablar a nuestros corazones, a través de tu devocional diario, de tu estudio bíblico, de la reunión del domingo, o la reunión de oración, mediante quien da la Palabra.

Dios está esperando que te actualices, que descargues de Su Palabra el camino que quiere que recorras tomado de Su mano, lo que quiere decirte, hacia dónde debes ir...
No dejes que tu gps se desactualice, si no quieres terminar en cualquier parte (y en el peor de los casos, convencido/a en que Dios te puso allí)


"Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha.
 Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria." Salmos 73:23-24

¡Dios te bendiga y hable constantemente a tu corazón! Sólo depende de vos escuchar su voz...


lunes, 30 de junio de 2014

MejORAR

¿Qué hacés cuando estás triste? ¿Qué hacés cuando sentís que los demás están en tu contra? ¿Qué hacés cuando deseas algo de corazón y no podés conseguirlo? ¿Qué hacés cuando los demás te juzgan por algo que en realidad no es como piensan que es?
Te presento a alguien que pasó por todas esas dificultades juntas: Ana (podés leer más de ella en el libro de 1ra Samuel). Ana sentía una angustia inmensa porque no podía tener hijos. En esa profunda tristeza, tenía un esposo que no lograba comprenderla, y encima de esto tenía a su lado a una enemiga que la irritaba y atormentaba por eso, ya que ella sí tenía hijos. ¿Qué hacer en situaciones como ésta? ¿Sabés qué hizo Ana para mejorar las cosas? Orar. En ese momento las cosas cambiaron.
El primer cambio que podemos ver es en la situación de Ana. Ella pasó de estar en una situación de desánimo y desconsuelo, a una situación de decisión. Decidió presentarle ese caso a Dios. Dice Hebreos 4:16: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.”, porque “Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones” (Salmos 34:15).
Cada vez que estemos en una situación así, no dejemos que el desánimo y el desconsuelo nos venzan sino decidamos recurrir a Dios. Él nos ayudará.
Segundo cambio: cambió su corazón. Elcaná, su esposo, le preguntaba: “¿por qué está afligido tu corazón?”, porque así estaba Ana: afligida, atribulada; y se podía ver en su rostro y todo lo que hacía. Pero después, cuando fue al templo a orar al Señor y Elí habló con ella, la Biblia dice que no estuvo más triste. (¡No te pierdas ningún detalle de esta gran historia! Leela en el primer capítulo del libro de 1ra Samuel). Ana le dijo a Elí que fue a derramar su corazón ante el Señor. Después de eso se produjo el cambio. Ya no más aflicción; sintió alivio. Y eso es lo que podemos experimentar nosotros como hijos de Dios también. Filipenses 4:6-7 dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” ¡Qué hermoso el cambio que puede producir Dios en nuestro corazón! Qué gran intercambio: darle nuestras inquietudes, y Él nos da Su paz. ¡Gracias a Dios por eso!
¿Tercer cambio? Lo que Ana tuvo. Al principio ella tenía un ruego, pero ella al final de esto terminó teniendo una respuesta. En su angustia pidió un hijo, para dedicárselo al Señor, y Él se lo concedió. ¡Podemos confiar en que Dios nos va a responder! Lo va a hacer a Su tiempo, a Su manera y según Su voluntad; ¡y muchas veces de una manera que no imaginamos! Como dice Efesios 3:20: Él puede hacer muchísimo más de lo que nos podamos imaginar o pedir. ¡A Él sea la gloria! “Clama a mí, y yo te responderé” le dijo el Señor a Jeremías. “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá” dijo Jesús. Dios no hace oídos sordos a las oraciones de sus hijos.

Sigamos el ejemplo de Ana, que tuvo la decisión de buscar al Señor, la actitud de derramar su corazón ante Él y dejar que Él lo cambie, y confiemos en que vamos a tener una respuesta de Su parte (Un “sí”, un “no”, o quizás un “esperá”) que va a ser para nuestro bien y para gloria Suya. Y recordá: Si queremos que las cosas puedan mejorar, lo que podemos hacer es orar.
Te desafío a que si hay algo que hoy pesa en tu corazón, en este momento lo pongas en oración. Que puedas experimentar esos cambios que Dios puede hacer :)
¡Dios te bendiga!

lunes, 9 de junio de 2014

Una obra en construcción

     

      Cuando iba a la escuela primaria cruzaba todos los días por una esquina en la que tiempo atrás había un terreno vacío; sólo pasto en ese lugar. Pasaron días y meses, hasta que pude ver que habían puesto ahí unos ladrillos y otros materiales. Más adelante fueron construidos los cimientos, y poco tiempo después vi que habían levantado unas paredes. Había visto todas las semanas como iba avanzando la construcción, y después de haber empezado la secundaria, vi al pasar por ahí que esa construcción que de a poco vi avanzar, hoy es una hermosa casa.
      Si no hubiese sido por los constructores que trabajaron día tras día en ese lugar, sólo hubiesen quedado los materiales, solos y sin ningún propósito. Era una obra que alguien comenzó, y que de a poco se fue terminando.
      En la Biblia podemos ver que Pablo le dice a los Filipenses:
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes
la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.”
(Filipenses 1:6, NVI)
      ¿Quién es el que comenzó una obra en ellos, quienes estaban en Filipos? El mismo que también empezó una obra en vos y en mí. Dios trabaja en la vida de sus hijos amados.
      Cuando nos encontramos con Dios y cuando leemos Su Palabra nos damos cuenta de la condición de nuestro corazón, vacío y en ruinas a causa del pecado. ¡Un terreno en el que Dios quiere obrar!

      Esta buena obra es Dios quien la puede hacer. Él es quien puede nos transformar, corregir, restaurar y llenarnos de Él. Nuestra parte es rendirnos a lo que Él quiere hacer en nuestra vida, que lo vamos a poder ir descubriendo a medida que conocemos Su Palabra, la cual tiene un poder inmenso para obrar en nosotros (como dice Hebreos 4:12). Esta obra, hasta el día de Cristo Jesús, Dios la quiere ir perfeccionando; esto quiere decir: ¡continuamente!
      ¿Viste alguna vez una construcción detenida por mucho tiempo? ¡Da lástima! Da lástima ver que está el terreno y los materiales, pero uno sabe que hay algo que impide que siga avanzando y que se complete. Qué lástima sería que la obra de Dios se detenga por un tiempo en nosotros, ya sea porque descuidamos nuestra relación con Él, o porque hay algo que no queremos dejar, o porque no le obedecemos del todo, o porque nuestro corazón se resiste a hacer Su voluntad y a Su obrar. ¡Dios no quiere eso!
      Muchas veces también habrá cosas que Dios va a tener que derribar para construir algo nuevo. Quizás un mal hábito que debe acabar, un ídolo que le quita Su lugar, algo en nuestra mente que se debe renovar, y más. ¿Te animarías a pedirle a Dios que destruya lo que tiene que destruir, para que obre de la manera en que quiere hacerlo? Es un gran desafío, pero no tengo dudas de que pedirle que se haga Su voluntad, siempre, siempre, siempre es lo mejor.
      Qué bueno que Dios sea paciente con nosotros, y siga obrando en nuestro corazón a pesar de que muchas veces nos cueste obedecerle y llegar a ser como Él. Qué bueno sería que también nosotros seamos más tolerantes con las faltas de los demás, sabiendo que Dios también está trabajando en el corazón de ellos, y no terminó de hacerlo todavía.
      Ese mismo Pablo, en su carta a los Romanos (vers. 5:3-5) dice que se goza en sus tribulaciones porque la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. También dice que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (v. 8:28). Entiende que las circunstancias y las experiencias que vive son otra manera más en la que Dios obra en Él. Así Dios lo hace en nosotros también; busquemos qué es lo que quiere hacer Dios en nosotros a través de cada situación en la que nos pone. Quizás nos demos cuenta de Su obrar, y quizás no lo entendamos, pero confiemos en Él aunque no lo veamos, ¡tengamos fe!

      Pensemos si estamos dejando obrar a Dios en nosotros o nos estamos resistiendo a que lo haga. Pensemos si hay algo que está impidiendo que Su obra en nosotros continúe como debería continuar. Pensemos si no estamos siendo pacientes con los demás y el obrar de Dios en ellos. Pensemos qué es lo que Dios está queriendo hacer en nosotros con eso por lo cual estamos pasando hoy; confiemos en Su obrar.
      ¡Que Dios te bendiga! Y que podamos decir, como dijo David:

El SEÑOR cumplirá su propósito en mí
Tu misericordia, oh SEÑOR, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos.”
Salmos 138:8
En Versión Dios Habla Hoy:
“¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor!
Señor, tu amor es eterno;
¡no dejes incompleto lo que has emprendido!” 

lunes, 14 de abril de 2014

Agentes de bendición

   
   Vemos en la Palabra de Dios la historia de Moisés; a él, con sus virtudes y sus desaciertos, y a Dios, usando todo eso para gloria Suya. En esta pequeña parte de la historia de Moisés vemos en él una actitud digna de imitar:
Moisés invita a Hobab
"Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: “Nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel.
Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.
Y él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien." (Números 10:29-31)

    Durante el largo camino que estaba recorriendo Moisés con el pueblo de Israel, que anteriormente había sido liberado de Egipto con su ayuda, ellos debían acampar y volver a ponerse en marcha, según Dios se lo indicaba. En una de esas ocasiones, antes de salir de donde estaban (el monte Sinaí), Moisés invita a su suegro a ir con ellos, y al hacerlo termina diciéndole: “Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien”.
    Qué gran actitud la de Moisés! Al recibir el bien de parte de Dios, querer hacer bien a los demás. ¿No es esto lo que tenemos que hacer nosotros también? Al recibir la bendición de Dios, ¡ser agentes de bendición a los demás! Teniendo como principal propósito lo que Jesús dijo: que los demás glorifiquen a Dios. “…Para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16) Para que puedan experimentar un toque de Su amor…
    ¿Y cómo? Sólo nos hace falta pensar cómo nos bendice Dios, y vamos a entender cómo bendecir a los demás también.
    Primero, Dios nos bendijo al habernos permitido escuchar el evangelio. ¿Cómo no bendecir a los demás compartiéndoselo?
    Dios nos bendice con su gran amor… ¡debemos amar a los demás! Porque Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34). Bendecir a los demás se trata también de obedecerle a Él.
    Dios nos bendice con su perdón… sepamos perdonarnos unos a otros. (“…perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32)
    Dios nos bendice con su consuelo… podemos ser personas que brinden consuelo a los demás. (“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.” 2 Corintios 1:3-4, NVI)
    Dios nos bendice aceptándonos... ¿Y si aceptamos y amamos a los demás en lugar de juzgarlos? (“Por eso, es necesario que se acepten unos a otros tal y como son, así como Cristo los aceptó a ustedes. Así, todos alabarán a Dios.” Romanos 15:7, TLA)
    Dios nos bendice con bienes inmateriales y materiales… compartámoslos con los demás; demos desinteresadamente e incluso inmerecidamente, así como lo hace Dios con nosotros. (“…que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen.” 1 Timoteo 6:17-18, NVI)
    Dios nos bendice dándonos esperanza (Romanos 15:13)… ¿qué tal si nos dedicamos a brindar palabras de esperanza y de aliento a los demás?
    Dios nos bendice con los consejos e instrucciones que encontramos en Su palabra , y Sus advertencias… que podamos ser de bendición al aconsejar a los demás con Su palabra y animarlos a obedecer a Dios y confiar en Él.
    Dios nos bendice con Su presencia aún en los momentos más difíciles… podemos ser de bendición acompañando con nuestra presencia a aquellos que están pasando por esos momentos.
    Es una bendición que Dios escuche y atienda a nuestras oraciones… ¡podemos bendecir a los demás orando por ellos!
    Podría seguir escribiendo muchísimas cosas más… ¡Dios nos bendice taaanto! Tomemos hoy para nosotros las palabras que Dios le dijo a Abram: “y te bendeciré … y serás bendición.” (Génesis 12:2)
    Que Él nos ayude a darnos cuenta de cuán bendecidos somos, y que podamos ser de bendición para los demás, para mostrarles un poco de todo ese amor que Dios nos da, y así puedan conocerlo más y glorificarlo.

 “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.” 1 Pedro 3:8-9

    Si pensaste en otra manera en la que Dios nos bendice y podemos ser de bendición, no dudes en compartirla en un comentario!

    ¡Dios te bendiga, y seas de bendición hoy y siempre! :)

viernes, 4 de abril de 2014

Absalon

“Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.”  - 1 Pedro 5:8

Absalón es el perfecto ejemplo de todo lo que un padre NO QUISIERA TENER como hijo… por desgracia, el rey David corrió con la suerte de ser su padre.
Absalón fue un tipo mañoso, rebelde, demandante, desafiante, insolente, falso, traicionero y hasta el asesino de su propio hermano… para peor, fue un claro ejemplo de lo que el diablo hace en nuestras vidas.
Después de matar a su hermano Amnón, Absalón huye por tres años de Israel. Su padre David lo extrañaba abundantemente, así que lo manda a buscar. Luego de que Absalón vuelve, empieza con una gran ambición de ser Rey, así que empieza a conspirar contra su padre como nos cuenta 2 Samuel 15:2-6

Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte
del rey.
Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba.
De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.

1ro: Se ponía en la puerta de la ciudad esperando a los viajeros, a los que venían cansados. Se asesoraba que no sean personas allegadas al Rey.
2do: Engañaba a la persona sobre la identidad de su padre (sobre su rol como Rey) haciéndoles creer que no se haría cargo y no prestaría especial atención a su problema.
3ro: Los hacía pensar que él, un tipo “justo”, ocuparía un mejor lugar como Rey.
4to: Les daba seguridad y el placer momentáneo: que el príncipe de Israel le besara la mano.
5to: Cuando la gente cedía, robaba sus corazones para formar un ejército y derrocar a David.
Como dice el versículo del encabezado, el diablo anda como un león rugiente buscando a quién devorar… busca a los débiles, a los que no conocen muy bien la naturaleza de su Dios y (como Absalón) a los que están cansados del camino que vienen recorriendo.
Cuando estamos en esos momentos, el nos engaña vistiéndose de un ángel de luz (2Cor 11:14) y nos hace creer que Dios se olvidó de nosotros, que no prestará atención a nuestros problemas… diluye nuestra visión de lo que es Dios (Gen 3), NOS MIENTE (Juan 8:44)
Luego cuando caemos, cuando ponemos la confianza en lo que él nos dice y cedemos ante sus tentaciones… nos da un placer momentáneo, algo que nos hace sentir bien, algo que nos hace pensar que es justo lo que necesitábamos. Pero después se encarga de mostrarnos culpables, de marcarnos nuestro pecado y lo poco puros y santos que somos delante de Dios.
El diablo, al igual que Absalón, busca robar el corazón del pueblo de Dios… busca su propia gloria.
Como cristianos, armémonos con la armadura que Dios nos provee (ver Efesios 6:13-18) y cuando sintamos que estamos pasando por un valle, un problema, o simplemente estamos siendo tentados, vayamos a la Palabra y podremos ver allí la verdadera naturaleza de un Dios misericordioso, justo y amoroso… y no la que nos muestra el enemigo.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. EFESIOS 6:10-12

Escrito por: Josué Cot Milich

lunes, 31 de marzo de 2014

¿Suplirá mis necedades?

        Seguro estás de acuerdo conmigo si te digo que en la mayoría de nuestras oraciones no falta un  "te pido que/por...". Hacemos bien en presentarle a Dios nuestras necesidades en oración y ruego, como la Biblia nos dice hacerlo en Filipenses 4:6. ¿No es precioso que el Rey del universo escuche cada una de nuestras oraciones y se preocupe en atender a cada necesidad? ¡Le doy infinitas gracias por eso! Poder acudir a Él ante cada necesidad es un enorme privilegio que tenemos. Pero como amados hijos de Dios que somos, muchas veces cometemos el error de no sólo pedir que Dios se ocupe de nuestras necesidades... sino que pretendemos que responda a nuestras necedades. ¿Lo pensaste alguna vez? ¿Te escuchaste a vos mismo al orar? ¿Qué cosas soles pedirle a Dios? ¿Cosas que son valiosas ante tus ojos, o ante los Suyos? ¿Cosas que son para tu propio bienestar, o para el bien de los demás? ¿Cosas conforme a tu voluntad, o a la Suya? (mirá Santiago 4:3)
        Debemos cuidarnos de no estar pidiendo por necedades... pero, ¿cómo?
        CUIDATE de los caprichos... de pedirle a Dios insistentemente cosas que vos querés tener o deseas que pasen, en un tiempo determinado, que sean cosas conforme a tu voluntad y quizás contrarias a la Suya; (¿cuántas veces hasta pedimos cosas que son menos de lo que Dios quiere para nosotros?) Que nuestra oración siempre sea como la de Jesús: "Padre [...] que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú." (Mateo 26:39)
        CUIDATE del orgullo... que te lleva a pensar que tus planes son mejores que los Suyos.
        En Mateo 7:11 vemos que Jesús nos dice:
“Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas BUENAS a los que le pidan!".
        Dios muchas veces no nos da esas cosas que le pedimos porque justamente no son buenas para nosotros. Sólo DIOS sabe qué es lo mejor para mí y para vos.
        No te desamines si Dios no responde a tus necedades... ¡menos mal que no lo hace! Una gran frase escrita por un hombre de Dios que leí una vez decía: "Si Dios estuviera obligado a darnos todo lo que le pedimos en oración, yo, por mi parte, nunca más oraría…". Quien escribió esta frase tenía algo claro: que no tenía la sabiduría suficiente para pedir lo mejor para él. Lo importante es tener la humildad suficiente para rendirse a los planes de Aquel que responde y obra para nuestro bien.
        Además… El Espíritu Santo es quien "nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos…” (Ro. 8:26). Oremos siendo dirigidos el Él! (Ef. 6:18).
        Y no te estoy diciendo que no le insistas más a Dios. Jesús nos enseña que debemos orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1...). Ésta es una invitación a revisar aquellas cosas que estás pidiendo. ¿Son necesidades o necedades? Que así como perseveramos orando por algunas cosas, perseveremos también en la búsqueda de Su voluntad, porque…
“Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.”
1º Juan 5:14-15


        Recurramos a Dios sabiendo que Él va a suplir nuestras necesidades, y que Él nos ayude a no pedir por necedades :)