viernes, 29 de mayo de 2015

Primero a Dios

¿Deseas algo fervientemente? ¿Hay algo que tu corazón anhela pero que por alguna razón no aparece?
A medida que transcurre la vida, así como nuestro cuerpo, también nuestros deseos cambian y nuestro enfoque varía. Y aprovechando que estás en una página para jóvenes, vamos a hablar de tus deseos.Quizás deseas un trabajito, un/a novio/a, un trabajo serio, formar una familia, tener hijos, independizarte, un auto, una casa, etc…

Jesús dice en Mateo 6:33 ‘’buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas’’. Cuando habla de ‘’todas estas cosas’’, se refiere a todo lo que Dios sabe que necesitamos, NO a lo que por capricho queremos.

Nosotros los seres humanos tendemos a querer todo a destiempo y desordenadamente, con el menor esfuerzo. Muchos oran así: ‘’Dios: quiero un trabajo… Si me lo das, te prometo que me pongo las pilas’’, o ‘’Dios: dame un auto para que pueda ir a la iglesia’’, o ‘’Dios: Dame una señal, necesito saber que no voy a quedar soltero para siempre’’, ‘’Si me das una novia te prometo que te voy a servir’’.

Una vez se me perdió el mp3 en el desorden de mi pieza. Antes de limpiarla, me puse a buscar el mp3 para escuchar música mientras ordeno. Nunca lo encontré, no estaba por ninguna parte. Cuando ordené mi habitación apareció. Moraleja: Así están muchos. Buscando en el desorden de su vida su auto, su casa, su novia, su familia, su economía, sus estudios, su trabajo, y nunca lo encuentran porque en realidad debería estar ordenando su vida para que las cosas aparezcan. No debo tener ‘’eso que deseo’’ para, recién, empezar a ordenar mi vida. Así nunca lo van a encontrar. Si buscamos en el desorden, nada aparece, pero si ordenamos, las cosas aparecen. ES ASÍ.

Imaginen a Adán diciéndole a Dios: ‘’Yo quiero ser feliz primero, dame a Eva para que yo trabaje con más entusiasmo, para que juntos le pongamos nombres a los animalitos, que tierno’’. NO! Dios lo puso primero a trabajar, a hacer sus deberes en la tierra, y luego llegó Eva. Desesperamos por lo que deseamos, cuando deberíamos tener hambre y sed de justicia, y las demás cosas, ser añadidas por Dios.


Empecemos a preocuparnos por tener a Dios en el corazón. Busquemos lo que tenemos que buscar, y no desesperemos, descansemos en Dios teniendo fe, sabiendo que nunca falla y que cumple sus promesas. Él sabe mejor que nosotros qué es lo que necesitamos, y si somos fieles en lo poco, Dios en lo mucho nos pone.
¡Bendiciones para todos! 

miércoles, 27 de mayo de 2015

Ejemplos en Palabras


1 Timoteo 4:12 "Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."


“Juventud” en la Biblia hace referencia a la persona que tiene entre 18 y 40 años de edad.

Hoy meditaremos en cómo ser ejemplos en PALABRAS; es decir, en lo que decimos y hablamos.
En Mateo 12:34b dice: “…Porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
Todo lo que decimos con nuestros labios fluye de nuestros pensamientos y de lo que hay en nuestro corazón.

Nuestras palabras pueden herir o sanar, destruir o edificar, alentar o desanimar, guiar o desorientar.
Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.”

No solo afecta al que las escucha, sino que también afectan al que las pronuncia.
“No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.” Mateo 15:11

Debemos hablar como dignos Hijos de Dios. Darle honra con nuestras palabras y con nuestras conversaciones. Como hijos de Dios, tenemos que buscar imitar cada día al Señor, en sus obras y en su hablar también.

NO groserías

NO malas palabras

NO chistes verdes

NO conversaciones con dobles sentidos

NO gritos

NO palabras hirientes


¡NOS CONTAMINAN! 1 Cor 15:33 “No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”.

Lo que decimos determina nuestra vida futura.
Si hay malas conversaciones o suciedad que salen de nuestros labios, debemos limpiarnos; para poder ser de bendición para los demás, para nosotros mismos y para Dios.

Aprendamos a refrenar nuestra lengua para que sea como una fuente de la cual salgan solo palabras dulces y de bendición, del corazón de Dios.
Santiago 3:10-11 nos dice “de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga?”

¡Muy clara la escritura!
Lo que decimos determina quienes somos.

Las palabras que expresemos deben ser constructivas y edificantes.
Col 4:6 “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”
Ef 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”

¡Palabras buenas, para dar gloria a los oyentes!

Palabras dulces.

Palabras de amor.

Palabras de edificación.

Palabras que animen.

Palabras que sanen heridas.

Palabras que guíen a la persona a buscar a Dios.

Palabras irreprochables.


¡Un gran desafío! que, de la mano de Dios y estando en intima comunión con Él, es posible alcanzarlo.
Pidámosle ayuda al Señor para que cada día ponga en nosotros palabras que le agraden y que sean edificantes a los oyentes.


¡Dios los bendiga mucho en este día!

lunes, 25 de mayo de 2015

¿Viviendo días grises?

Hola, ¿cómo estás? Hace unas semanas hablamos de que somos SANTOS en Cristo, lo cual es una de las mejores noticias, ya que solo rindiéndote a Él llegás a ser santo.
Hoy quiero que hablemos acerca de otra faceta de este tema. Lo que Dios Padre hizo por nosotros juntamente con su Hijo es genial, pero no todo termina ahí. El segundo paso es el siguiente: ¿Cómo seguir este proceso de santificación?
Habíamos definido santo como “perfecto y libre de toda culpa” y “persona de especial virtud y ejemplo”. Conforme la primer definición, vimos que somos perfectos por medio del sacrificio de Cristo y eso nos deja libre de toda culpa, pero la segunda nos describe cómo es una persona que busca la santidad. A ésto quiero apuntar hoy.
Tenemos un Dios santo. 1 Samuel 2:2 dice: “No hay santo como Jehová”; también Pedro en su primer carta, en los versículos 1:15-16 exhorta:
“Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.»”. Acá queda claro que Dios es santo, pero que demanda una acción de nuestra parte: “…Sean santos…”
Me gusta que estos pasajes muestran la esencia de Dios. Como somos sus hijos, espera lo mismo de nosotros. No, no somos dioses, pero debemos copiar y reproducir su carácter, de la misma manera que en cualquier hijo se ve la genética de sus padres, y lo que aprende en el ambiente familiar.
“Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación”. 2 Corintios 7:1
Te ubico en el contexto: Pablo viene hablando de cómo tenemos que vivir siendo hijos de Dios. Leete el capítulo anterior; el Señor nos hace una promesa a aquellos que decidimos vivir conforme a su voluntad en esta área, de estar en una cercanía especial con Él, y Pablo nos pide que busquemos la pureza para poder así vivir en la santidad que Dios nos ofrece. Es impresionante lo que el Santo puede hacer en nuestras vidas si “solo nos rendimos”, nada más y nada menos (como arranqué diciendo).
Asimismo, Romanos 12:1 nos alienta a presentar no solo nuestra vida sino nuestro cuerpo en un sacrificio, una entrega, un compromiso; es decir, hay una exigencia de algo de nuestra parte para ser santos delante de él.
Quiero terminar con una porción que escribió Howard Andruejol:

Cada vez que puedo, aprovecho las oportunidades para que todos se enteren que no me gusta la cebolla (así que, por si no lo sabías, ya te enteraste). Sin embargo, a mi esposa, le encanta la cebolla (he allí un problema). Así que muchas veces tenemos que tomar decisiones acerca de los alimentos, especialmente cuando se trata de ordenar una pizza. A mí me gusta sin cebolla, y a ella le gusta con… eso (ya ni quiero escribir la palabra). Por supuesto, hay varias formas creativas de resolver el asunto, pero he notado que la solución más común al dilema es que mi esposa decide que nuestra pizza no contenga cebolla. ¿La razón de su decisión? No es que no le guste (le encanta), no es que sea dañina para su salud (al contrario), no es que no tenga ganas (ella se sacrifica).

Sencillamente, pienso que es una decisión de amor. Porque me ama, y quiere agradarme (y claro, no quiere perder la bendición de mis besos), ella decide libremente honrarme. Es por una relación no centrada en ella misma que puede actuar así.


De manera similar, voy a tomar la decisión consciente de no pecar porque amo a Dios. Voy a dar los pasos firmes para alejarme de mi desobediencia porque amo a Dios. Voy a pagar el precio de morir a mis deseos porque amo a Dios. No voy a centrarme en mi mismo, mis argumentos, mis beneficios, mis sacrificios, mis opiniones, sino en Dios y mi relación de amor con él.

 Debido a que tengo una relación personal con el Dios verdadero, cada día de mi vida me esforzaré por amarle más en obediencia. Procuraré que mis pensamientos, palabras y acciones no sean desagradables para Él. Si voy a ser santo, será porque Él es santo (1 Pedro 1:16; Levítico 11:44,45; 19:2). Si voy a obedecer, es porque le amo (Juan 14:15).

Es tiempo de regresar a esa intimidad con Dios, y abandonar cualquier lógica en exceso que justifique o condene nuestra conducta. No importa si tu pecado funciona bien (y dicho sea de paso, espero que no sea así). Deberás abandonarlo por algo más importante: tu relación de amor con Dios. 

Él sigue exigiendo y una santidad intachable, deseando diariamente relacionarse contigo sin estorbos. Él sigue buscando las oportunidades de premiar tu obediencia. Quizás la próxima vez que la tentación aceche, o que consideres que pecar no sería tan malo, podrías recordar tu relación de amor con Dios. 
(http://www.especialidadesjuveniles.com/recursos_articulo.asp?id=439)

Muchas veces teñimos nuestra santidad con pecado y pensamos que está bien; cuando vemos que en realidad se trata de pureza, sin grises, sin manchas, sin puntos medios, o es o no es, blanco o negro. ¿Vas a arruinar tanto amor y entrega incondicional solo por un poco de placer? ¿De qué manera vas a vivir esta vida en Cristo?

viernes, 22 de mayo de 2015

Extranjeros en este mundo


"Queridos amigos, ya que son extranjeros y residentes temporales, les advierto que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma"    1º Pedro 2:11

Una vez que somos de Cristo, ya no pertenecemos a este mundo, somos "residentes temporales" que un día, por la gracia de Dios estaremos con Él en el cielo.
Pero, ¿Realmente nuestra vida refleja esto?

Como residentes TEMPORALES debemos pensar en lo que NO es temporal...
Como cuando formas tu familia, y el departamento que alquilabas ya te queda chico, ya no quieres pagar más cada mes por vivir en algo que no es tuyo, dependes de algo que un día va a terminarse, un contrato temporal. Es cuando DEBES pensar en invertir en algo propio, que no dependa de nada temporal. Así es nuestra vida en este mundo, y debemos invertir tiempo, dinero, ganas y todo en cuanto tengamos, en lo que NO es temporal: Nuestra vida eterna.
"¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?"
Marcos 8:36

Somos PASAJEROS y debemos cargar nuestra mochila de cosas útiles para los tiempos difíciles, debemos crecer en lo que nos sostendrá cuando flaqueemos: La palabra de Dios, conocer las promesas eternas para estar preparados cuando nos sintamos débiles; conocer que espera Dios de nosotros para y resistir a la tentación, y recibir recompensas eternas
"Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén" 2º Pedro 3:18

Somos EXTRANJEROS y no pertenecemos al lugar donde residimos, por tanto no compartimos costumbres, rituales, justicia, y cultura porque todo lo que el mundo nos ofrece nos aleja de Dios. Por eso, aunque vivamos temporalmente en este mundo, no debemos contaminar nos, amoldarnos a lo que el resto hace/piensa/vive.
"No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta." Romanos 12:2

Y como extranjeros... somos DISTINTOS al resto y debemos seguir siéndolo y reflejarlo en todo lo que somos, somos HIJOS DE DIOS, HECHURA DE SUYA, SALVOS POR SU GRACIA,SOMOS LUZ EN LA OSCURIDAD, HEREDEROS DEL CIELO, por tanto PEREGRINOS EN ESTE MUNDO.
¿Vas a comportarte como si fueras de él? ¿Vas a comportarte como si esta vida finita y temporal fuese la única? ¿Como si nunca nadie justificó tus faltas ante El Único Dios, eterno? 
Recordemos cada día que no es este mundo nuestra meta, porque algún día dejaremos de estar aquí y aquí quedará todo lo que tenemos y nos rodea. Recordemos que somos diferentes, porque no gastamos en lo que un día se terminará, invertimos para ganar riquezas celestiales, somos diferentes porque no somos de este lugar, y no compartimos las costumbres y conductas de quienes son del mundo y dependen de lo temporal.

Alejémonos de los deseos mundanos, que nada tienen que ver con el lugar que nos espera... una eternidad junto al Perfecto y Eterno Dios.

jueves, 21 de mayo de 2015

¡Gracias a Dios! ¡Gloria y alabanza a Ti, Señor! ¡Sé que soy salvo!



Sacado de: http://www.elamorquevale.org/ - Por Adrian Rogers

Cómo respondería si le preguntara en este momento: "¿Es usted salvo?"

Debería ser capaz de contestar: "¡Gracias a Dios! ¡Gloria y alabanza a Ti, Señor! ¡Sé que soy salvo!"

No obstante, muchos creyentes no saben que son salvos. Andan a su alrededor decaídos, desanimados, preguntándose y preocupándose. Me recuerdan los signos de interrogación con sus cabezas inclinadas, en vez de signos de exclamación erguidos, altos y firmemente de pie diciendo: "Yo sé a quién he creído."
En lugar de ser creyentes victoriosos son creyentes dudosos. En vez de tener una salvación "que se conoce", tienen una salvación "que se espera".
Alguien dijo: "Si usted pudiera tener la salvación y no saberlo, la podría perder y no echarla de menos." La verdad es que si tiene la salvación, lo sabe, y si la posee y lo sabe, nunca podrá perderla.

Conocí en una ocasión a un joven en un cuarto de hospital. Minutos antes yo había guiado a su moribunda suegra al Señor Jesucristo. Me volví hacia él y le pregunté:

¿No cree que es maravilloso que el Señor la haya salvado?
¡Oh, nadie puede saber si es verdaderamente salvo! respondió.

Este hombre no era un no creyente; es decir, él no repudiaba el cristianismo. Él simplemente tenía una posición doctrinal que no le permitía aceptar la seguridad de la salvación.

No obstante, el apóstol Juan escribió todo un capítulo para asegurarle al pueblo de Dios que ellos son sin duda el pueblo de Dios: Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna [...]" (1 Juan 5:13).

La palabra sepáis significa seguridad absoluta. Según el versículo 13, es posible ser salvo y saberlo. Sin embargo, el simple hecho que Juan haya escrito este versículo demuestra que también es posible ser salvo y dudarlo.

¿Es buena la duda? No. La duda es a su espíritu lo que el dolor es a su cuerpo. El dolor es una advertencia, una señal de que algo no está bien. No significa que está muerto, sino que algo anda mal.

Si tiene dudas y es realmente un renacido hijo de Dios, está sufriendo de alguna dolencia espiritual. Todos los creyentes dudamos de vez en cuando. Una mujer le dijo en una ocasión a Dwight L. Moody que ella tenía 25 años de ser salva y nunca había tenido ni siquiera una duda. Él le respondió: "Entonces dudo que usted sea salva."

Ahora bien, aunque todos podemos ser incomodados por una duda ocasional, este es un problema que debe y puede ser superado. Juan dijo que él escribió el capítulo 5 a nosotros los hijos de Dios para que sepamos que hemos sido salvados. Los verbos saber o conocer aparecen en esta epístola con relación a la seguridad unas treinta y ocho veces.

Por consiguiente, la pregunta lógica sería: ¿Cómo puedo saberlo? Yo lo sé, no por ninguna confianza que tenga en mí mismo, sino por dos pruebas infalibles que compartiré a continuación.
la raíz de nuestra creencia

¿En qué creemos? ¿Somos los creyentes ingenuos que creemos en cuentos de hadas o realmente existe un fundamento para nuestra creencia? ¿Por qué creemos lo que creemos?

La fe es la raíz de nuestra creencia, pero la fe no es vivir o caminar cuidadosa y temerosamente. La fe es certeza y convicción (Hebreos 11:1). Ésta posee cimientos y pilares de concreto espiritual. Es real, y Dios nos ha dado unos testimonios auténticos y fidedignos para que sepamos que somos salvos y vamos al cielo.

La Obra Eterna Del Salvador

Primera Juan 5:6 enseña: "Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre." Cuando el Señor Jesucristo fue crucificado, un soldado le abrió el costado con una lanza, "y al instante salió sangre y agua" (Juan 19:34). Esta es la obra eterna del Salvador, que somos salvos por sangre y santificados por agua.

El tabernáculo en el Antiguo Testamento es una representación de Jesucristo. Cuando usted entraba, primero llegaba al altar de bronce sobre el cual se llevaba a cabo el sacrificio de sangre. Más adelante se hallaba una fuente de bronce o gran lavabo en donde los sacerdotes se podían lavar. Primero la sangre y después el agua. La sangre de Jesucristo paga el precio de nuestros pecados, y el agua santificadora nos mantiene limpios.

En el himno "Roca de la eternidad" entonamos: "Roca de la eternidad, fuiste abierta Tú por mí; / Sé mi escondedero fiel, paz encuentro sólo en Ti: / Rico, limpio manantial, en el cual lavado fui."

Sé que soy salvo porque Jesucristo, el Hijo de Dios, murió para comprar mi salvación. Esto es un hecho histórico y es la obra salvadora de Cristo.

El Testimonio Interno Del Espíritu

"Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan" (1 Juan 5:6-8).

¿Cómo sé que hubo un hombre llamado Jesucristo? ¿Cómo sé que Él es el Hijo de Dios que nunca cometió pecado? ¿Cómo sé que Dios lo envió? ¿Cómo sé que Él efectivamente murió en la cruz y llevó mis pecados?
Gracias a Dios no tengo que depender de la opinión de nadie para saberlo. El Espíritu Santo de Dios está aquí para hacerlo real en mi corazón. Verá, Dios nos dio la obra de Jesucristo, pero para hacer la obra de Cristo -el agua y la sangre- real en nosotros, Él nos dio el Espíritu.

"Si recibimos el testimonio de los hombres — dice Juan en el versículo 9 — mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo." La palabra "si" puede también ser traducida como puesto que: Puesto que creemos en el testimonio de los hombres.

Una noche estaba en Augusta, Georgia, predicando en una conferencia de misiones. A la mañana siguiente, fui al aeropuerto y volé de regreso a Memphis. Para hacer esto, tuve que ejercitar mi fe en un piloto de aviación que no conocía: nunca vi sus credenciales, ni nunca antes lo vi pilotear. Ahora bien, la Aerolínea Delta puso su sello de aprobación en este hombre, así que yo sólo abordé el avión y no lo pensé mucho. Aceptamos el testimonio de los hombres.
Antes de irme al aeropuerto, desayuné en un restaurante. ¿Cómo sabía que la comida no estaba envenenada? Tuve fe en la dama que me la sirvió. Recibimos el testimonio de los hombres.

Cuando su doctor le escribe una receta médica, la mira, y a pesar de que no puede leerla, pronunciarla, ni entenderla, se la da al farmacéutico quien pone píldoras en un frasco. Luego, sin pensarlo dos veces, se las lleva a casa y se las toma. ¿Por qué? Porque aceptamos el testimonio de los hombres.
De la misma manera, a través de la fe, recibimos el testimonio de Dios por medio del Espíritu que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos para nuestra santificación. Por lo tanto, no hay excusa para la incredulidad. La Biblia promete que el Espíritu Santo ayudará a creer a todo aquel que desee creer. Primero el Espíritu nos testifica a nosotros, luego Él testifica en nosotros.

"El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo" (1 Juan 5:10). Antes de ser salvo, Él me testificó, me afirmó que lo que Cristo hizo es verdad. Ahora, Él testifica en mí, tengo el testimonio en mí mismo.
Supongamos que saboreo un pedazo de pastel de manzana, y usted se me acerca y me alega: "No existe tal cosa como un pastel de manzana. No creo en los pasteles de manzana, y si los hay, no son buenos."
A pesar de sus argumentos, tengo el testimonio en mí, lo poseo adentro. Un creyente con un testimonio nunca está a merced de un incrédulo con su opinión, puesto que él tiene el testimonio en sí mismo.

La Palabra Eterna De La Escritura

"El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios" 
(1 Juan 5:10-13).

He aquí el origen de nuestra creencia. He aquí la razón de nuestra seguridad. No somos simples crédulos. Jesús murió. Él vino por sangre y agua. El Espíritu de Dios ratifica: "¡Sí, es verdad!" Todo esto está atestiguado por la Palabra de Dios.

Dudar de la Biblia es llamar a Dios mentiroso. Algunos dirán: "Bueno, estoy tratando de creer."Con todo, han llamado a Dios mentiroso, simple y claro. O es la Biblia su Palabra su perfecta e infalible Palabra , o no. La obra de Cristo, el testimonio del Espíritu y la Palabra de Dios dicen que sí lo es.

Permítame darles otro ejemplo. Supongamos que estoy en una corte y el juez me pregunta:

Sr. Rogers, ¿está usted casado?
Sí, su Señoría, lo estoy contesto.
Bien, ¿puede probar que está casado, Sr. Rogers?
Sí, por supuesto. Verá, estaba en la iglesia, y vi a Joyce cuando venía hacia el altar. Mi corazón empezó a palpitar fuertemente, y estaba tan feliz. Su Señoría, estar casado es el sentimiento más hermoso del mundo.

Cuando termine de hablar, el juez dirá:
Lo siento. Aunque me alegra que se sienta así, sus sentimientos no sirven como evidencia en esta corte. ¿Tiene alguna prueba?
Entonces voy al registro civil o ayuntamiento; adquiero el certificado de matrimonio notariado, firmado y sellado; se lo presento al juez y él acepta mi matrimonio como un hecho comprobado.

Mi salvación no gravita en mis emociones. Tengo un registro oficial. Poseo la Palabra de Dios:"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna" (1 Juan 5:13).

Una noche cuando andaba compartiendo el evangelio, le pregunté a un hombre si deseaba recibir a Cristo como su Señor y Salvador personal. Después de orar juntos, le dije: "Ahora le quiero dar un certificado de su nacimiento espiritual." Busqué Juan 5:24 y leí: "De cierto, de cierto os digo: El que oye a mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida."
Empezamos a leerlo de nuevo: "De cierto, de cierto os digo", y le pregunté:
Jesús es el que está hablando. ¿Lo cree usted?
Sí -contestó.
"[...] El que oye mi palabra [...]." ¿Ha escuchado su Palabra?
Sí.
"[...] y cree al que me envió [...]." ¿?Cree en el Dios que envió al Señor Jesús?
Sí -afirmó.
"[...] tiene la vida eterna [...]." ¿Tiene usted la vida eterna?
Bueno, espero que sí -respondió.
Leámoslo de nuevo -le pedí.
Y lo hicimos. Otra vez contestó sí a todas las preguntas excepto a la última. De nuevo respondió:
Bueno, así lo espero.
Leámoslo una vez más -insistí.
Esta vez cuando le pregunté si tenía la vida eterna, la luz de su entendimiento se prendió.
¡Claro que sí! ?¡Sí! -exclamó.
¿Quién lo dice? -proseguí a preguntarle.
¡Dios lo dice! ¡Dios lo dice!

Esta es la base de su creencia. Esta es la fuente de su seguridad. ¿No es mejor tener la Palabra de Dios que mis palabras o las de su vecino o sus propias opiniones, emociones, deseos o antojos?
El Fruto De Nuestro Comportamiento

Además de la raíz de nuestra creencia, lo otro que necesitamos es dar un vistazo a los frutos de nuestro comportamiento para saber si somos o no realmente salvos. ¿Qué ha hecho Jesús en mí? ¿Es todo esto únicamente un ejercicio intelectual, o ha habido realmente un cambio?
El apóstol Juan es muy práctico aquí. Él nos muestra cómo nuestra salvación debe manifestarse en nuestro comportamiento, y nos da tres pruebas.
La Prueba De Los Mandamientos

"Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo" (1 Juan 2:3-6).

Me pregunto si Juan estuvo en un culto de testimonios en donde alguien presumía de ser salvo afirmando que lo era, pero su actuar y su hablar se contradecían. Si usted dice que es salvo, esto sin lugar a dudas saldrá a relucir en su vida. Usted no va ha guardar los mandamientos de Dios con el fin de ser salvo, sino que los guarda porque es salvo.

Esto presenta un serio problema, ya que ni uno de nosotros jamás ha obedecido siempre todos los mandamientos de Dios. Yo no lo he hecho desde mi salvación, usted tampoco lo ha hecho desde su salvación. No obstante, la Biblia dice que en esto sabemos que estamos en Él, si guardamos sus mandamientos.

Ambos, el problema y la solución, se hallan en la palabra guardar. Es en realidad un término marítimo. En los días de los apóstoles, los marineros navegaban guiándose por las estrellas. Y del marinero que establecía su curso por medio de las estrellas, se decía que estaba"guardando las estrellas". Su intención era guiarse por las estrellas.

Por lo tanto, guardar los mandamientos de Dios significa usar la Palabra de Dios como una guía para nuestras vidas. Es el deseo de todo hijo de Dios vivir de acuerdo a su Palabra. Aunque las tormentas nos puedan desviar fuera de curso, distraer o confundir, la meta de nuestra vida es guardar los mandamientos de Dios.

Desde que entregué mi corazón a Jesús, ha existido un cambio profundo, divino y radical en mí, y poseo un anhelo fervoroso de vivir para Dios. Y si usted es salvo, este cambio y anhelo deben encontrarse también en usted.

Esto no significa que ya no peco más. La diferencia yace en que antes de ser salvo estaba corriendo al pecado; ahora huyo de él. Y si caigo en pecado, me levanto inmediatamente y continúo huyendo de éste.

La prueba de los mandamientos asegura: si usted puede pecar, deseoso y consciente, contra la voluntad de Dios, sin convicción, sin compunción y sin remordimiento, usted necesita salvarse. Mucha gente dice: "En algún lugar hicieron una invitación y respondí pasando al frente, y me salvé. Sé que ahora soy sólo un descarriado, pero aún soy salvo y voy al cielo."

No, no lo es. Si está viviendo de esa forma -arrogante, errónea y liberal- y no le rompe su corazón, usted por consiguiente, no conoce al Dios de la Biblia.
La Prueba Del Compañerismo

"Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte" (1 Juan 3:14). Cuando soy salvo, anhelo estar bien con mi Padre y con mi hermano.

Sin embargo, existen algunos que dirán: Por el contrario, la Biblia afirma que si amamos a Jesús, amaremos lo que Jesús ama, y Jesús ama su iglesia.

La palabra santo (singular) aparece en la Biblia solamente cinco veces. El plural aparece casi cien veces. Ahora bien, ir a la iglesia no le hará un creyente tanto como ir a un garaje no le transformará en un automóvil. Mas cuando se dé cuenta que ha sido comprado con la sangre de Jesús, cuando el Espíritu de Dios entre a morar en usted, recibirá una nueva naturaleza, guardará sus mandamientos y amará a los hermanos.
La Prueba de la Confianza

La más grande y fuerte de todas las pruebas es la de la confianza. Todas las otras se derivan de ésta. "El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo [...] . Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5:10, 13).

En la Biblia, las palabras creer y confiar son la misma palabra. Concerniente a Jesús dice:"Muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba—confiaba—de ellos, porque conocía a todos" (Juan 2: 23-24). Ellos dijeron que creían en Él, mas Él no les creyó. Jesús sabía que ellos eran sólo buscadores de milagros; no eran verdaderos creyentes.

La fe bíblica no es solamente un ejercicio intelectual. Usted no cree acerca de Jesús, usted cree en Jesús. Usted se entrega y se confía a Jesús.
Yo no creí acerca del avión en el cual volé de Augusta a Memphis; yo creí en él, me confié a ese avión. No sólo dije: "Estos aparatos pueden volar. Voy para Memphis. Creo que puede volar. Creo que ese hombre es un buen piloto. Tengo confianza en la aerolínea." No, abordé confiando mi vida a ese piloto y a ese aeroplano.

Aquel que deposita su confianza en ese avión vuela a Memphis. Y aquel que deposita su confianza en el Hijo de Dios vive para siempre con Él. Yo confié mi vida a ese avión. El que confía, y entrega su vida al Hijo de Dios, es quien es salvo. ¿Lo ha hecho usted?
Note que no dice: El que ha creído; sino afirma: "El que cree." Siempre está en tiempo presente.

Le ha preguntado alguna vez a alguien: "¿?Es usted salvo?" Y le responden: "Sí, soy salvo. Recuerdo que pasé al frente en mi iglesia cuando tenía nueve años de edad, dando mi mano al pastor y mi corazón a Jesucristo. Puede ser que no esté viviendo para Dios ahora, lo admito. Con todo, sé que soy salvo porque recuerdo lo que hice cuando era un niño de nueve años. Recuerdo que creí en Jesucristo."

La Biblia nunca utiliza tal experiencia como prueba de la salvación. Nunca apunta a una fecha en que creyó en Jesucristo.
Escucho incluso a gente asegurar: "Si no puede contarme el lugar y el momento cuando recibió a Jesucristo, no es salvo." Esto no es bíblico. La Biblia nunca dice que es salvo por algo que recuerde del pasado. Dice: "El que cree."

No estoy indicando que no hubo un tiempo en que recibió a Cristo. Sí, obviamente hubo un día, pero éste no es la prueba. La prueba es: ¿Cree usted en Jesucristo ahora? ¿Está confiando en Él hoy? ¿Existe alguna evidencia en su vida hoy de que pertenece a la descendencia del Dios viviente? Esta es la prueba de su salvación.
Súplica Final

Amigo (a), si le preguntara en este momento: "¿Es usted salvo?", ¿es capaz de contestar:"¡Gracias a Dios! ¡Gloria y alabanza a Ti, Señor! ¡Sé que soy salvo! Yo sé a quién he creído"?

Si no puede responder de esa manera y desea ser un creyente victorioso que posee la seguridad de la salvación, la salvación que se conoce; si ansía un cambio profundo, divino y radical, por favor permítame decirle cómo puede ser salvo.
Admita Su Pecado

Primero, tiene que entender que usted es pecador. La Biblia dice: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).
Abandone Sus Propios Esfuerzos

Segundo, debe entender que no se puede salvar por sus propios esfuerzos. La Biblia nos explica claramente que "nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia" (Tito 3:5).

Otra vez: "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9).
Admita El Sacrificio De Cristo

Tercero, debe creer que Jesucristo, el Hijo de Dios, murió por sus pecados. La Biblia dice:"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Esto significa que murió en su lugar. La pena de su pecado fue pagada con la sangre de Jesucristo, que "nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
Acéptelo Como Su Salvador
Cuarto, debe poner su fe en Jesucristo y únicamente en Él para ser salvo. La sangre de Cristo no le sirve de nada hasta que la reciba por fe. La Biblia afirma: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa" (Hechos 16:31).

¿Ha tomado este importantísimo paso de fe? Si no, urge que lo haga en este momento. ¿Por qué? ¡Porque Jesús es la única forma de llegar al cielo!
Hablando de Jesús, en Hechos 4:12 el apóstol Pedro testificó: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos."
Jesús mismo enseñó: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí" (Juan 14:6). No puede ser más claro.

¿Está dispuesto a elevar la siguiente oración a Dios?

"Amado Dios. Sé que soy pecador. Sé que Tú me amas y deseas salvarme. Jesús, yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quien murió en la cruz para pagar por mis pecados. Creo que resucitaste de entre los muertos. Ahora me alejo de mis pecados y por medio de la fe, te recibo como mi Señor y Salvador personal. Entra en mi corazón, perdona mis pecados y sálvame, Señor Jesús. En tu nombre te lo suplico. Amén."

Si eleva esta oración de todo corazón, ¡Dios le escuchará y le salvará! Jesús prometió que al que a Él viniere, no le echará fuera (Juan 6:37). Él le hará un hijo de Dios, si cree en Él. "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).
¡Entréguese a Jesucristo hoy!

Qué gozo es recibir correspondencia de personas que han orado para recibir a Cristo como su Señor y Salvador.
Por ello, si oró, entregándole con todo su ser, su corazón al Señor Jesús Cristo, escríbanos y háganoslo saber para regocijarnos con usted y orar por su nueva vida en Jesús.
O si posee alguna inquietud acerca de su crecimiento espiritual o le gustaría aprender más acerca de cómo llegar a ser creyente, nos encantaría que nos contacte.

MINISTERIO
EL AMOR QUE VALE
P.O. Box 38400 Memphis, TN 38183-0400 EE.UU
http://www.elamorquevale.org/

Versión en español: Maritza Edmiston
Todos los derechos reservados.
Permitido publicar el enlace de esta página en su sitio de Internet.
Este libreto corresponde al folleto QK121 La seguridad bendita - la salvación que se conoce.

miércoles, 20 de mayo de 2015

#Yo soy: La SAL de la tierra




~Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.~
Mateo 5:13

Jesús llama al Cristiano, al hijo de Dios, la Sal de la tierra, pero... ¿qué significa esto?

En tiempos antiguos, la sal era tan valiosa que se usaba como dinero. De echo, la palabra salario se deriva de la palabra sal. Salarium viene del latín “dinero en sal” y se refería a la paga de los soldados romanos. En la antigüedad, la sal era muy valiosa, imagínate llendo al almacén a comprar una gaseosa o pan y cuando vas a pagar te dicen son 350 gramos de sal, sería muy cómico, pero lo cierto es que en ese tiempo no había heladeras, ni conservantes y la comida se echaba a perder rápido, por se valoraba la sal por sus propiedades de preservar la comida. También era fundamental porque se la usaba para dar sazón a la comida, y por lo esencial que es al cuerpo humano.

Jesús quería que como hijos de Dios entendamos que tenemos propiedades iguales a la sal, la cual tiene muchísimas, pero solo me quiero quedar con dos:


#Dar sabor a lo desabrido:
~¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿Habrá gusto en la clara del huevo?~
Job 6:6 

Como Cristianos estamos llamados a dar sabor al mundo; muchos no encuentran orientación, todo es rutina, nada tiene sentido, llegando muchos a querer quitarse la vida. Pero con Cristo las cosas son distintas, en él podemos encontrar un propósito, frescura, gozo, esperanza. 
Por eso somos llamados a predicar el evangelio, a clamar al mundo que en Jesús hay vida, y que solo en él las cosas son distintas.

~Me mostrarás la senda de la vida;En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.~
Salmo 16:11

#Proteger y preservar:

La sal se agrega a las carnes principalmente como un ingrediente conservante que inhibe el crecimiento bacterias, En lo natural, la sal preserva (aparta de la corrupción). Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará que viviremos vidas apartadas del mal, es decir, santificadas.Somos aquellos que salvan y preservan el mundo.
Dios nos llamo a vivir una vida santa, lejos del pecado.

~Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.~
1 pedro 2:11-12

Pero que pasa si la sal.. ¿Se desvaneciere?

La sal pura, libre de otros compuestos minerales y contaminación, no pierde su efectividad, pero cuando el Señor hablaba de una sal desvanecida – en el griego literal: “que se vuelve necia” – seguramente tenía en mente la sal que es común en el área del Mar Muerto, la cual está contaminada con yeso y otros minerales, y tiene un sabor pobre y es ineficaz para preservar los alimentos.
Si como la sal desvanecida o necia, perdemos sus características, eso implica perder lo que nos diferencia del mundo y nos hace ser más como él, aun no siendo él o parte de él. Es como nadar entre dos aguas, es como no ser ni una cosa ni otra. Seguimos siendo sal, pero es una sal sin fuerza, sin sabor, sin sus propiedades que la definen como tal.
No hay nada más descorazonador, insípido, vacío e inútil que un cristiano profesante, que sólo es sal necia o sal desvanecida, sin las propiedades de la sal, aunque lo sea en apariencia y en peso.

Triste y lamentable el mal, y hasta nocivo testimonio, el de esos que dicen seguir a Cristo.
La palabra de Dios dice que seríamos cristianos, buenos.. si buenos pero para nada (...No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.-Mateo 5:13) 

Recordemos que hemos sido llamados por Dios para ser instrumentos en sus manos, presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que debe ser nuestra manera de vivir, por lo tanto no nos hemos de conformar a este tiempo ni a este mundo, sino más bien, afectar a este mundo a través de ser como la sal, mientras permanezcamos en él.

~Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma~ 
(Hebreos 10: 39)


martes, 19 de mayo de 2015

Juntando lágrimas


Si alguna vez lloraste cuando algo terminó, cuando alguien se fue, cuando no dabas más, cuando alguien te lastimó, cuando te enojaste demasiado, cuando fallaste, cuando no había esperanzas... sos bienaventurado. ¡Jesús lo dijo!
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación." (Mateo 5:4)
La tristeza, el llanto, las lágrimas, no son algo que Dios ignora, aunque en momentos de mucha angustia pensamos que así es.
Dios conoce nuestras lágrimas.
David escribió:
"Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro." (Salmo 56:8, NTV)
Aquel que nos creó con emociones y sentimientos, es el mismo que está a nuestro lado cuando pasamos por cada uno de ellos. David expresó en un sentido poético que Dios presta atención a lo que nos pasa; Él conoce esos momentos cuando estuvimos solos llorando en nuestra habitación, cuando tuvimos que ser fuertes y seguir a pesar de la angustia, y más momentos que quizás sólo vos y Él recuerdan. Lo interesante, es que...

Dios permite nuestras lágrimas.
Jesús mismo nos dijo que íbamos a tener aflicción en este mundo. Del dolor, el sufrimiento y la tristeza nadie se salva; lo bueno es que junto a Él, todo puede ser distinto. Si entendemos que Dios permite cada situación, podemos confiar en que Él tiene un propósito detrás de lo que hace, aunque ahora no lo veamos (Pero vivimos por fe, no por vista, ¿no?) (Mirá Eclesiastés 7:14). Si amamos a Dios de verdad, y nos acercamos a Él para ver las cosas desde Su perspectiva, al final vamos a poder entender que todo obra para bien (Ro. 8.28).  Y no sólo las permite, sino que...

Dios provoca nuestras lágrimas.
"Señor, yo sé que tus juicios son justos, y que por tu fidelidad me afligiste." (Salmo 119:75)
La Biblia nos explica que hay una tristeza que viene de Dios. "¡¿Cómo es eso?!" quizás te preguntás. Pablo le escribió a los Corintios:
"...Ustedes se entristecieron tal como Dios lo quiere, de modo que nosotros de ninguna manera los hemos perjudicado. La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte." 2° Corintios 7:9-10
¡Es el peor mejor sentimiento! No se siente bien, pero sí nos hace bien. El sentir tristeza por haber ofendido a Dios, por haberle fallado, por habernos desviado de Su voluntad, es lo que nos lleva al arrepentimiento y de vuelta a Él. Cuando los momentos difíciles nos hacen buscarlo a Él, nos hacen más bien que mal. No sólo importa lo que sentimos, sino también qué hacemos con eso que sentimos. Y es que...

Dios quiere usar nuestras lágrimas... en nuestra vida:
Eclesiastés 7:3 dice: "Es mejor el llanto que la risa, porque la tristeza tiende a pulirnos." (NTV)
Pablo escribió: "Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza."
¡Y David también lo vivió! "El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a tus decretos." (Salmo 119:71, NTV)
Dios usa nuestras tristezas para pulir nuestro corazón, para hacernos crecer y madurar, para mostrarnos que sin Él no somos ni tenemos nada (Salmo 16:1-2), para que lo conozcamos mejor. Si nunca nos faltaría nada, ¿cómo conoceríamos que Él es nuestro proveedor? Si nunca estuviéramos tristes, ¿cómo conoceríamos que en Él se encuentra la fuente inagotable de consuelo? Si nunca nos hubiesen dejado solos, ¿cómo conoceríamos que Él es el que nunca nos abandona? Si nunca pasáramos por dificultades, ¿cómo conoceríamos que Él es quien nos puede dar las fuerzas para enfrentarlas? (Filipenses 4:13) Si todo siempre estuviera en orden, ¿cómo conoceríamos que Él es Rey aún en medio del caos? Dios quiere usar nuestras lágrimas para cambiar así nuestro corazón.

Dios quiere usar nuestras lágrimas... en la vida de los demás:
El capítulo 11 de Juan nos cuenta el momento cuando Lázaro, el amigo amado de Jesús, muere. Jesús conocía estaba al tanto de toda la situación, y estaba en control. Pero vemos que, al llegar a donde estaba su tumba y María, ¡Jesús lloró!  Pero... ¿por qué, si Él conocía toda la situación y podía cambiarla? Porque entendía que consolar no es decir un par de frases vacías prometiendo que todo va a estar bien; en realidad, encontramos consuelo cuando otro comprende y comparte el dolor que nosotros estamos sintiendo (Josh McDowell).
Jesús usó sus lágrimas para consolar a otros.
"Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros." (2 Corintios 1:3-4, NTV)
David sentía que Dios guardaba en un frasco las lágrimas que él derramaba.
Quizás hoy, vos te encontrás guardando lágrimas en tu propio frasco, tu corazón... teniendo heridas que aún no sanaron, guardando cosas que todavía no perdonaste, sintiéndote triste por eso que quizás sólo vos sabés...
La verdad es que Dios conoce tus lágrimas; Él las permitió y las permitirá; Él es quien muchas veces las provoca. Él las quiere usar para trabajar en tu vida y en la de los demás. ¿Y si le entregás hoy tus lágrimas y tu corazón a Dios?
Que el Salmo 31 sea nuestra oración hoy y en cada momento de lágrimas.
"En ti, SEÑOR, busco refugio... Inclina a mí tu oído, y acude pronto a socorrerme. Sé tú mi roca protectora, la fortaleza de mi salvación... Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma... Tenme compasión, SEÑOR, que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo! La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando... Pero yo, SEÑOR, en ti confío, y digo: «Tú eres mi Dios.» Mi vida entera está en tus manos... En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!» Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras. Amen al SEÑOR, todos sus fieles; él protege a los dignos de confianza, pero a los orgullosos les da su merecido. Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el SEÑOR esperan."
"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva... Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas." (Apocalipsis 21:1-5)

viernes, 15 de mayo de 2015

Quien soy yo?...En Cristo?


Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Jn 1:12-13

Para saber quién soy debo saber quién es mi padre.
Por ejemplo: Nació Julián. Es un bebito de meses, pero ¿quién es Julián?, ¿quién lo conoce?, ¿de quién es hijo?. Hay millones de Julián. Entonces, alguien nos dice: “Es Julián González, hijo de don González, el almacenero”. ¡Aaah! decimos nosotros. Ahora sabemos quién es Julián porque conocemos a su padre.
Cada uno de nosotros necesita saber quién es.
La Biblia nos enseña que somos descendientes de Adán y Eva, creados por Dios. Pero ellos pecaron, mis padres pecaron y yo nací pecador (Gn 3, Ro 5:12).

Recibí de mis padres, no sólo el apellido y las características físicas, sino también su vieja naturaleza pecadora: Orgullo, rebeldía, egoísmos, maldad, impurezas, rencores, etc.
En Adán mi identidad es esta: Soy un pecador. Soy incapaz. Soy malo. Soy rebelde y desobediente.
Pero llegó el día en que tuve un encuentro con Jesucristo, me arrepentí de mis pecados y le recibí en mi vida. Desde ese momento, mi naturaleza pecadora, incapaz, inferior, rebelde fue crucificada con Cristo y sepultada con Él (¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo Jesús en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva. Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él.  Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Ro 6:3-6 (NTV).

Cuando Jesús murió en la cruz, me incluyó a mi. Yo morí con Él. Su muerte fue mi muerte, su sepultura fue mi sepultura. Todo lo pecador y viejo en mí fue muerto en la cruz, junto con Cristo. Pero él resucitó y yo resucité con él en el poder de su resurrección. Tengo ahora una nueva vida: la vida de Jesús en mi. Es como haber nacido otra vez. Recibí de Dios una nueva naturaleza (la vida de Jesús) y una nueva identidad.
Por lo tanto en Cristo soy ALGUIEN nuevo.
Tengo la misma cara, el mismo cuerpo, pero interiormente ya no soy el mismo. Cristo me hizo ALGUIEN nuevo desde el mismo día en que le recibí. (De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2º Co 5:17).

¿Quién es mi papá ahora? (Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.  1º Jn 3:1-2).  
¿y ahora quien soy yo? (Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Jn 1:12).

Dios me ADOPTO como su hijo y me dio una nueva identidad: la suya. ¡Él es mi PAPA ahora! Tengo un Padre amoroso, paciente, tierno, justo, bondadoso y santo que quiere formar en mí su misma naturaleza. Él me ha recibido como su hijo. Hay una nueva relación entre Dios y yo. Por lo tanto mi ser interior se comienza a construir.
Saber que el creador de todo lo conocido y lo desconocido, del universo entero, es mi PAPA, me da seguridad y confianza.

¿Cómo que no sirvo para nada? ¿Qué no soy importante? ¿Qué nadie me quiere? ¿Qué soy un desastre? ¡MENTIRAS!

Soy un hijo de Dios. Soy una creación suya. Y esto es lo más grande que puedo pasarme en la vida. YO creo esta VERDAD.

#Soyloquesoy #GraciasaElyporEl #HijodeDios 


jueves, 14 de mayo de 2015

Siervos de Dios


" Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna."
                                                                                                                    Romanos 6:22

Las personas estamos "sentenciados" a ser esclavas. Pero podemos elegir de quien ser esclavas, y solo hay dos opciones: Somos esclavos de Satanás o somos esclavos de Dios.

Desde que nacemos, por herencia de nuestros padres Adán y Eva, somos esclavos de Satanás. Pero cuando aceptamos el amor y la salvación que Dios nos regala a través de Jesús, conscientes o no tan conscientes, también aceptamos ser esclavos de Dios y libres del dominio del enemigo de Dios.
Hasta acá el panorama no parece ser muy favorable. Enterarte que quieras o no sos esclavo de alguien parece ser algo raro y hasta difícil de creer. Pero si lees con atención la Biblia, fuente de toda verdad, vas a descubrir que estas palabras son ciertas.
Con un cuadro que nos ayude a comparar vamos a ver claras diferencias con respecto a esto. (Leé Romanos 6:15-23)

Esclavos de Satanás                                                          Esclavos de Dios

_ Somos esclavos del pecado                                       _ Somos esclavos de la obediencia
_ Obtenemos como fruto la muerte                              _ Obtenemos como fruto la vida eterna
_ Nuestros miembros sirven a la inmundicia        _ Nuestros miembros sirven a la justicia
_ Somos libres de la justicia                                         _ Somos libres del pecado
   (nos resulta ajeno hacer el bien)                                   (ya no nos domina)

Dios a través de la sangre de Jesús nos hace libres, ya no estamos sujetos ni presos al pecado.
Tenemos la oportunidad de ser esclavos y de someternos a Dios.

Una consideración importante es, que un esclavo es esclavo de Lunes a Domingo, las 24hs del día. Y el amo siempre es el mismo, a menos que sea vendido.
 Eso es justamente lo que hizo Jesús, comprar nuestra libertad, para que seamos Sus siervos e hijos. SOMOS siervos del El todo el tiempo, NO es algo que HACEMOS en algún momento de la semana. Por lo que resulta contradictorio ser siervos de Dios un dia y al otro dia servir al enemigo de Dios.

¡Ser esclavos de Dios es someternos ante El, rendir nuestra voluntad y obedecer la Suya!

Esdras 5:11 dice: "Nosotros somos siervos del Dios del cielo y la tierra."

No somos cualquier siervo, porque no tenemos un Amo cualquiera. Servimos al Creador, al Dueño del universo, al Soberano, al Todopoderoso. Y lo más impactante quizás sea que tu Amo te ama como nadie, y por eso es que elegir ser Su esclavo en realidad es corresponder a tan grande amor.
(1 Juan 4:10)

¿Acaso esto no es maravilloso?
Ser esclavos y siervos de Dios JAMÁS debe ser una carga. Si esto es lo que sentís, hay algo que revisar en el corazón.
La razón puede ser motivaciones incorrectas. Quizás no entendés demasiado el amor de Dios y por eso no podes corresponderle. Tal vez hay pecados que debes confesar y dejar. O puede que tus prioridades estén desordenadas. 
Si escudriñas tu corazón junto a Dios, vas a poder descubrir la razón. No te pierdas la oportunidad de poder revertirla y ser un esclavo del Señor por elección, por amor y con gozo.

La realidad es que por la gracia de Dios somos siervos de El. Jesús en la cruz alcanzó una nueva identidad para nosotros, y una de las caras de esa identidad es que ¡Somos siervos del Rey!

Hagamosla real en nuestras vidas, de Lunes a Domingo, las 24hs. Dios te bendiga!

miércoles, 13 de mayo de 2015

Santuario Portatil

¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos? 
 Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:19-20 (RVC)

El hecho de que seamos templo del Espíritu Santo implica una sola cosa.
Habita en cada uno de nosotros. Así de simple y sencillo.
Para que esto suceda hubo que pagar un precio que cancelara la deuda que teníamos con Dios.

Cristo con su sangre pagó el precio necesario para nuestra liberación, ahora le pertenecemos.
Al ser cancelada la deuda por nuestros pecados obtenemos una posición totalmente distinta delante de Dios, el verso 11 del capítulo antes mencionado indica que somos justos y santos delante del Todo poderoso.

Antes de la Cruz de Cristo la presencia de Dios moraba en un santuario de piedra, pero ahora habita en uno de carne, se halla en nosotros los Justos y Santos en Cristo, comprados por su sangre.

El aliento de Pablo es a una vida Justa y Santa. Una vida Práctica que corresponda con la Posición que tenemos.
Que valoremos el alto precio que fue pagado por usted, y el privilegio de ser hoy Santuarios Portátiles de un Dios Santo y Poderoso.

Ya no somos dueños de nosotros mismos. Ya no vivimos en el pecado.
Tenemos una Posición nueva en Cristo, y en nuestro andar cotidiano, nuestra Vida Práctica es necesario corresponder a esa posición que hemos alcanzado gracias al sacrificio de Cristo.
Ya que el Espíritu Santo de Dios, habita en nosotros, debemos llevar su presencia a todo lugar donde estemos, seamos verdaderos representantes del Dios de amor y misericordia. Que todos puedan ver la Luz que se halla en nosotros.

Si te das cuenta de que tu vida Práctica no se asemeja a tu Posición en Cristo, que tu santuario, tu cuerpo no se encuentran limpios y en orden para que allí habite el Santo y Justo, te motivo a que te acerques a Dios con un corazón sincero, humilde y arrepentido, pídele lo siguiente:

Señor reconozco que hoy Cristo esta a la puerta y llama, abro la puerta de mi corazón para que el cene conmigo. Quiero vivir en tu presencia con continua comunión. Necesito que el fuego del Espíritu Santo consuma las impurezas de mi interior. Quiero sumergirme en tu palabra de tal modo que brote dentro de mi el hacer tu voluntad.
Con todo mi corazón busco tener intimidad con el Dios santo, justo y amoroso, pero por sobre todas las cosas quiero serte Fiel.
En el nombre de aquel que venció la muerte, Jesús de Nazaret. Amén.




martes, 12 de mayo de 2015

SOY AMIGO DE CRISTO



Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15:15

Un siervo es una persona enteramente sometida o entregada al servicio de otra. Si bien en la actualidad contamos con personas que brindan servicios, antiguamente era algo más sacrificado digamos que era un esclavo subordinado a las órdenes de su amo.

Ahora tenemos una nueva vida en Cristo Jesús, y lo lindo de este versículo es que él nos llama amigo.


La palabra amistad hay quienes afirman que proviene del latín amicus (“amigo”), que a su vez derivó de amore (“amar”), otros afirman que amigo es un vocablo griego compuesto por a (“sin”) y ego (“yo”), por lo que amigo significaría “sin mi yo”.

En ambos casos tiene que ver con una relación de entrega y amor, y es lo que el Señor Jesús mismo ofrece si tenemos una relación con El.

Desde el Génesis el deseo de Dios fue ser amigo del Hombre, tener relación íntima con él, pero este al desobedecerle quebró ese mandamiento.

!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4

Cristo al no morar en nuestra vida, nosotros éramos sus enemigos no teníamos ninguna relación con El, no lo conocíamos, no lo hacíamos parte en nuestra vida. Ahora al ser sus amigos, estamos del lado puesto y no tenemos que darle lugar al Diablo, ni a nuestra carne. Somos débiles  y tenemos tentaciones pero recordemos que en Cristo la victoria es nuestra y podemos vencer.

Como sabemos la amistad  es una relacion que se construye por pasar tiempo con la persona, de la misma manera Cristo desea que pasemos tiempo con él. Nosotros más que una religión tenemos una relación con nuestro Padre Celestial, esa relación es libre, gratuita y tan genuina que no podemos perder ni un segundo en para tiempo con nuestro Padre, Hebreos 4:12 dice, acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia y Santiago 4:8 dice, acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.

Tenemos el privilegio de ser amigos de Cristo, aprovechémoslo al máximo cada día, y acerquémonos en oración y a través de su Palabra, para conocerlo más y disfrutar de su amistad.

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” 1 Juan 4:9