Mostrando entradas con la etiqueta Perdón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Perdón. Mostrar todas las entradas

miércoles, 24 de agosto de 2016

¡Perdón...!



No podemos dar de lo que no tenemos. No podemos amar si no conocemos el amor, y no podemos perdonar si no hemos sido perdonados. Y muchas veces aun siendo perdonados, no actuamos de la misma forma en que Dios borró nuestros errores: nos lastiman y la herida permanece abierta en nuestro corazón. Pero echemos un vistazo a lo que la Palabra de Dios nos dice acerca del perdón: 

"Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros." Colosenses 3:13

El primer paso para perdonar es ser perdonados, experimentar ese regalo de compasión, como Dios lo hizo con nosotros. Él podría haber escogido lo que realmente nos correspondía como pecadores, pero sintió misericordia y amor. Por eso decidió no tener en cuenta nuestros pecados y arrojarlos al fondo del mar cuando nos arrepentimos (Miqueas 7:19) . Tal vez pensemos que quien nos hirió no es merecedor de nuestro perdón, pero recordemos que nosotros tampoco merecíamos que Cristo cargue en la cruz nuestras culpas. 

Perdonar es una decisión que va más allá de nuestros sentimientos y de lo que queramos, es una cuestión de actitud. No significa olvidar, no es tan sencillo, no se puede simplemente suprimir recuerdos de la memoria. Sino que significa recordar sin dolor ni rencor. Es ver que esa persona está en las mismas condiciones que yo y sentir compasión. Es tener presente que si yo fui perdonado, ¿por qué no perdonar?

 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo." Efesios 4:32






lunes, 9 de junio de 2014

Una obra en construcción

     

      Cuando iba a la escuela primaria cruzaba todos los días por una esquina en la que tiempo atrás había un terreno vacío; sólo pasto en ese lugar. Pasaron días y meses, hasta que pude ver que habían puesto ahí unos ladrillos y otros materiales. Más adelante fueron construidos los cimientos, y poco tiempo después vi que habían levantado unas paredes. Había visto todas las semanas como iba avanzando la construcción, y después de haber empezado la secundaria, vi al pasar por ahí que esa construcción que de a poco vi avanzar, hoy es una hermosa casa.
      Si no hubiese sido por los constructores que trabajaron día tras día en ese lugar, sólo hubiesen quedado los materiales, solos y sin ningún propósito. Era una obra que alguien comenzó, y que de a poco se fue terminando.
      En la Biblia podemos ver que Pablo le dice a los Filipenses:
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes
la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.”
(Filipenses 1:6, NVI)
      ¿Quién es el que comenzó una obra en ellos, quienes estaban en Filipos? El mismo que también empezó una obra en vos y en mí. Dios trabaja en la vida de sus hijos amados.
      Cuando nos encontramos con Dios y cuando leemos Su Palabra nos damos cuenta de la condición de nuestro corazón, vacío y en ruinas a causa del pecado. ¡Un terreno en el que Dios quiere obrar!

      Esta buena obra es Dios quien la puede hacer. Él es quien puede nos transformar, corregir, restaurar y llenarnos de Él. Nuestra parte es rendirnos a lo que Él quiere hacer en nuestra vida, que lo vamos a poder ir descubriendo a medida que conocemos Su Palabra, la cual tiene un poder inmenso para obrar en nosotros (como dice Hebreos 4:12). Esta obra, hasta el día de Cristo Jesús, Dios la quiere ir perfeccionando; esto quiere decir: ¡continuamente!
      ¿Viste alguna vez una construcción detenida por mucho tiempo? ¡Da lástima! Da lástima ver que está el terreno y los materiales, pero uno sabe que hay algo que impide que siga avanzando y que se complete. Qué lástima sería que la obra de Dios se detenga por un tiempo en nosotros, ya sea porque descuidamos nuestra relación con Él, o porque hay algo que no queremos dejar, o porque no le obedecemos del todo, o porque nuestro corazón se resiste a hacer Su voluntad y a Su obrar. ¡Dios no quiere eso!
      Muchas veces también habrá cosas que Dios va a tener que derribar para construir algo nuevo. Quizás un mal hábito que debe acabar, un ídolo que le quita Su lugar, algo en nuestra mente que se debe renovar, y más. ¿Te animarías a pedirle a Dios que destruya lo que tiene que destruir, para que obre de la manera en que quiere hacerlo? Es un gran desafío, pero no tengo dudas de que pedirle que se haga Su voluntad, siempre, siempre, siempre es lo mejor.
      Qué bueno que Dios sea paciente con nosotros, y siga obrando en nuestro corazón a pesar de que muchas veces nos cueste obedecerle y llegar a ser como Él. Qué bueno sería que también nosotros seamos más tolerantes con las faltas de los demás, sabiendo que Dios también está trabajando en el corazón de ellos, y no terminó de hacerlo todavía.
      Ese mismo Pablo, en su carta a los Romanos (vers. 5:3-5) dice que se goza en sus tribulaciones porque la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. También dice que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (v. 8:28). Entiende que las circunstancias y las experiencias que vive son otra manera más en la que Dios obra en Él. Así Dios lo hace en nosotros también; busquemos qué es lo que quiere hacer Dios en nosotros a través de cada situación en la que nos pone. Quizás nos demos cuenta de Su obrar, y quizás no lo entendamos, pero confiemos en Él aunque no lo veamos, ¡tengamos fe!

      Pensemos si estamos dejando obrar a Dios en nosotros o nos estamos resistiendo a que lo haga. Pensemos si hay algo que está impidiendo que Su obra en nosotros continúe como debería continuar. Pensemos si no estamos siendo pacientes con los demás y el obrar de Dios en ellos. Pensemos qué es lo que Dios está queriendo hacer en nosotros con eso por lo cual estamos pasando hoy; confiemos en Su obrar.
      ¡Que Dios te bendiga! Y que podamos decir, como dijo David:

El SEÑOR cumplirá su propósito en mí
Tu misericordia, oh SEÑOR, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos.”
Salmos 138:8
En Versión Dios Habla Hoy:
“¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor!
Señor, tu amor es eterno;
¡no dejes incompleto lo que has emprendido!” 

lunes, 14 de abril de 2014

Agentes de bendición

   
   Vemos en la Palabra de Dios la historia de Moisés; a él, con sus virtudes y sus desaciertos, y a Dios, usando todo eso para gloria Suya. En esta pequeña parte de la historia de Moisés vemos en él una actitud digna de imitar:
Moisés invita a Hobab
"Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: “Nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel.
Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.
Y él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien." (Números 10:29-31)

    Durante el largo camino que estaba recorriendo Moisés con el pueblo de Israel, que anteriormente había sido liberado de Egipto con su ayuda, ellos debían acampar y volver a ponerse en marcha, según Dios se lo indicaba. En una de esas ocasiones, antes de salir de donde estaban (el monte Sinaí), Moisés invita a su suegro a ir con ellos, y al hacerlo termina diciéndole: “Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien”.
    Qué gran actitud la de Moisés! Al recibir el bien de parte de Dios, querer hacer bien a los demás. ¿No es esto lo que tenemos que hacer nosotros también? Al recibir la bendición de Dios, ¡ser agentes de bendición a los demás! Teniendo como principal propósito lo que Jesús dijo: que los demás glorifiquen a Dios. “…Para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16) Para que puedan experimentar un toque de Su amor…
    ¿Y cómo? Sólo nos hace falta pensar cómo nos bendice Dios, y vamos a entender cómo bendecir a los demás también.
    Primero, Dios nos bendijo al habernos permitido escuchar el evangelio. ¿Cómo no bendecir a los demás compartiéndoselo?
    Dios nos bendice con su gran amor… ¡debemos amar a los demás! Porque Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34). Bendecir a los demás se trata también de obedecerle a Él.
    Dios nos bendice con su perdón… sepamos perdonarnos unos a otros. (“…perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32)
    Dios nos bendice con su consuelo… podemos ser personas que brinden consuelo a los demás. (“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.” 2 Corintios 1:3-4, NVI)
    Dios nos bendice aceptándonos... ¿Y si aceptamos y amamos a los demás en lugar de juzgarlos? (“Por eso, es necesario que se acepten unos a otros tal y como son, así como Cristo los aceptó a ustedes. Así, todos alabarán a Dios.” Romanos 15:7, TLA)
    Dios nos bendice con bienes inmateriales y materiales… compartámoslos con los demás; demos desinteresadamente e incluso inmerecidamente, así como lo hace Dios con nosotros. (“…que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen.” 1 Timoteo 6:17-18, NVI)
    Dios nos bendice dándonos esperanza (Romanos 15:13)… ¿qué tal si nos dedicamos a brindar palabras de esperanza y de aliento a los demás?
    Dios nos bendice con los consejos e instrucciones que encontramos en Su palabra , y Sus advertencias… que podamos ser de bendición al aconsejar a los demás con Su palabra y animarlos a obedecer a Dios y confiar en Él.
    Dios nos bendice con Su presencia aún en los momentos más difíciles… podemos ser de bendición acompañando con nuestra presencia a aquellos que están pasando por esos momentos.
    Es una bendición que Dios escuche y atienda a nuestras oraciones… ¡podemos bendecir a los demás orando por ellos!
    Podría seguir escribiendo muchísimas cosas más… ¡Dios nos bendice taaanto! Tomemos hoy para nosotros las palabras que Dios le dijo a Abram: “y te bendeciré … y serás bendición.” (Génesis 12:2)
    Que Él nos ayude a darnos cuenta de cuán bendecidos somos, y que podamos ser de bendición para los demás, para mostrarles un poco de todo ese amor que Dios nos da, y así puedan conocerlo más y glorificarlo.

 “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.” 1 Pedro 3:8-9

    Si pensaste en otra manera en la que Dios nos bendice y podemos ser de bendición, no dudes en compartirla en un comentario!

    ¡Dios te bendiga, y seas de bendición hoy y siempre! :)