65 Bien has hecho con tu siervo,
Oh Jehová, conforme a tu palabra
66 Enséñame buen sentido y sabiduría,
Porque tus mandamientos he creído.
67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;
Mas ahora guardo tu palabra.
68 Bueno eres tú, y bienhechor;
Enséñame tus estatutos.
69 Contra mí forjaron mentira los soberbios,
Más yo guardaré de todo corazón tus
mandamientos.
70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo,
Más yo en tu ley me he regocijado.
71 Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos.
72 Mejor me es la ley de tu boca
Que millares de oro y plata.
En esta porción el salmista es
intencional resaltando dos cosas: la bondad de Dios y Su Palabra.
Inicia
declarando que Dios ha obrado con bien a su favor. Él acepta cada una de sus
circunstancias
como buenas y gestadas por un Dios bueno.
La aflicción produce un beneficio tremendo que no lo vemos
hasta que pasamos por la necesidad,
la enfermedad, la muerte de seres queridos,
la pérdida de bienes o cualquier tipo de dificultad;
es cuando el ser humano se
capacita para vivir de otra manera.
¿Aceptas cada circunstancia y situación
dolorosa como parte del plan perfecto de un Dios bueno?
Teniendo profunda confianza al bondadoso Dios, el
salmista expresa su pedido: “Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus
mandamientos he creído”.
En este tiempo de cambios globales, en que opiniones
y pensamientos religiosos se mezclan y cada cual cree lo que le parece
correcto, el pedido del salmista cobra suma importancia. Importante es
reconocer lo que es recto delante de Dios, para tener un sano discernimiento.
El consagrarse cuidadosa y fielmente a la Biblia ejercita nuestros
pensamientos, ordena los conocimientos, moldea nuestras palabras y aumenta
nuestro conocimiento de Dios.
El secreto para comenzar a guardar la palabra está en pasar la prueba y
resultar aprobado, Realmente Dios utiliza acontecimientos dolorosos y
humillantes para activar el proceso de maduración en nuestra vida espiritual. Ésta verdad se encuentra en (v.67) “67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.”
Vs68 También
el beneficio se encuentra en tener un corazón dispuesto, aun después de pasar
por tribulaciones, problemas o engaños, poder decir: “bueno eres tú y haces el
bien” (NVI)
¿Tenemos un corazón agradecido a pesar de los
conflictos o situaciones que pasamos?
¿Pero también un corazón dispuesto a querer
seguir aprendiendo de Dios? (v68) “enséñame tus decretos”
Este es un ejemplo de alguien que ama a
Dios, de alguien que ama la palabra de Dios y de alguien que acepta la
disciplina de Dios. Muchas veces el favor de Dios hacia nosotros se muestra en
lo que nos agrada, pero otras veces, en lo que no nos agrada. El salmista
reconoce que fue un gran bien para él "haber sido humillado" (v.71) por los que "contra él forjaron mentira" (v.69) y por aquellos a quienes "se les engrosó de
sebo el corazón" (v.70). (“engrosado como sebo” no se menciona en ningún otro lugar en
la Biblia, probablemente se refiere a la falta de sensibilidad o a la dureza
del corazón.”).
Hay muchas cosas de la vida que aún no
entendemos; esta es una manera clara y sencilla como podemos (y debemos)
proceder delante de Dios y como demostración y testimonio a otros de que de
verdad confiamos en Dios.
A pesar e tribulaciones, seguir
firme en Dios y demostrar que con Dios podemos seguir adelante y tener esas
ansias de seguir aprendiendo de Él, y conocerle más y más. Dios
es bueno, su palabra es buena, la vida que me da es buena.
Y para finalizar que
hermoso poder pensar como el salmista y decir “Mejor me es la ley
de tu boca
que millares de oro y plata” (Vs 72)
¿Cuántos de nosotros pensamos como piensa
el salmista en el verso 72?
¿Cuántos valoramos así la palabra de Dios?
¿Qué
tanto sabemos, que con Dios no necesitamos ocuparnos ni preocuparnos en otras
cosas más que
en buscar primeramente su reino y justicia?
A veces Dios tiene
que matricularnos y llevarnos a la escuela de su disciplina para que
aprendamos
a confiar en él.
No hay mejor y mayor posesión
que sus Estatutos, no hay riqueza, ni plata ni oro que se compare
con el gran
tesoro que es Su Ley!
¿Es esto una realidad para ti? Si no lo es, ora en este momento
que Dios te dé un corazón que aprecie su Palabra por encima de cualquier
riqueza terrenal.
Dios
los bendiga.
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