lunes, 14 de septiembre de 2015

Mirada en Su palabra



65 Bien has hecho con tu siervo,
Oh Jehová, conforme a tu palabra
66 Enséñame buen sentido y sabiduría,
Porque tus mandamientos he creído.
67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;
Mas ahora guardo tu palabra.
68 Bueno eres tú, y bienhechor;
Enséñame tus estatutos.
69 Contra mí forjaron mentira los soberbios,
Más yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.
70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo,
Más yo en tu ley me he regocijado.
71 Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos.
72 Mejor me es la ley de tu boca
Que millares de oro y plata.

En esta porción el salmista es intencional resaltando dos cosas: la bondad de Dios y Su Palabra.
Inicia declarando que Dios ha obrado con bien a su favor. Él acepta cada una de sus circunstancias
como buenas y gestadas por un Dios bueno. 
La aflicción produce un beneficio tremendo que no lo vemos hasta que pasamos por la necesidad,
la enfermedad, la muerte de seres queridos, la pérdida de bienes o cualquier tipo de dificultad; 
es cuando el ser humano se capacita para vivir de otra manera.
¿Aceptas cada circunstancia y situación dolorosa como parte del plan perfecto de un Dios bueno?

Teniendo profunda confianza al bondadoso Dios, el salmista expresa su pedido: “Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído”.
En este tiempo de cambios globales, en que opiniones y pensamientos religiosos se mezclan y cada cual cree lo que le parece correcto, el pedido del salmista cobra suma importancia. Importante es reconocer lo que es recto delante de Dios, para tener un sano discernimiento. El consagrarse cuidadosa y fielmente a la Biblia ejercita nuestros pensamientos, ordena los conocimientos, moldea nuestras palabras y aumenta nuestro conocimiento de Dios.
El secreto para comenzar a guardar la palabra está en pasar la prueba y resultar aprobado, Realmente Dios utiliza acontecimientos dolorosos y humillantes para activar el proceso de maduración en nuestra vida espiritual. Ésta verdad se encuentra en (v.67) “67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.”

Vs68 También el beneficio se encuentra en tener un corazón dispuesto, aun después de pasar por tribulaciones, problemas o engaños, poder decir: “bueno eres tú y haces el bien(NVI)

 ¿Tenemos un corazón agradecido a pesar de los conflictos o situaciones que pasamos?
 ¿Pero también un corazón dispuesto a querer seguir aprendiendo de Dios? (v68)enséñame tus decretos”

Este es un ejemplo de alguien que ama a Dios, de alguien que ama la palabra de Dios y de alguien que acepta la disciplina de Dios. Muchas veces el favor de Dios hacia nosotros se muestra en lo que nos agrada, pero otras veces, en lo que no nos agrada. El salmista reconoce que fue un gran bien para él "haber sido humillado" (v.71) por los que "contra él forjaron mentira" (v.69) y por aquellos a quienes "se les engrosó de sebo el corazón" (v.70). (“engrosado como sebo” no se menciona en ningún otro lugar en la Biblia, probablemente se refiere a la falta de sensibilidad o a la dureza del corazón.”).

Hay muchas cosas de la vida que aún no entendemos; esta es una manera clara y sencilla como podemos (y debemos) proceder delante de Dios y como demostración y testimonio a otros de que de verdad confiamos en Dios.

 A pesar e tribulaciones, seguir firme en Dios y demostrar que con Dios podemos seguir adelante y tener esas ansias de seguir aprendiendo de Él, y conocerle más y más. Dios es bueno, su palabra es buena, la vida que me da es buena.
Y para finalizar que hermoso poder pensar como el salmista y decir “Mejor me es la ley 
de tu boca que millares de oro y plata”  (Vs 72)

¿Cuántos de nosotros pensamos como piensa el salmista en el verso 72? 
¿Cuántos valoramos así la palabra de Dios? 
¿Qué tanto sabemos, que con Dios no necesitamos ocuparnos ni preocuparnos en otras cosas más que
en buscar primeramente su reino y justicia? 
A veces Dios tiene que matricularnos y llevarnos a la escuela de su disciplina para que 
aprendamos a confiar en él.

No hay mejor y mayor posesión que sus Estatutos, no hay riqueza, ni plata ni oro que se compare
con el gran tesoro que es Su Ley!

¿Es esto una realidad para ti? Si no lo es, ora en este momento que Dios te dé un corazón que aprecie su Palabra por encima de cualquier riqueza terrenal.

  Dios los bendiga.


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