En el capítulo 11 del libro de Hebreos encontramos la
alfombra roja de la fe. Donde cada protagonista es destacado por cómo ha
confiado en Dios, aún en las más duras pruebas; el autor dice que cada uno de
ellos fue aprobado por su fe (Versículo 2).
El versículo 3 nos muestra que entendemos como fue la
creación por la fe.
Suena un poco loco, arriesgado, creer en cosas como estas. Pero
para que no te sientas tan loco vamos a ir estudiando a estas personas, las
cuales por fe llegaron a Dios.
El primer personaje que se nombra es Abel. Abel fue el segundo
hijo de Adán y Eva; su hermano mayor era Caín.
Ya conocemos la historia (Génesis 1, 2, 3). El capítulo 4
comienza con el nacimiento de Caín y Abel.
Caín se dedicaba a labrar la tierra, y Abel era pastor de
ovejas. Cierto día trajeron ante Dios ofrendas. Caín trajo lo producido por la
tierra, y Abel trajo lo mejor y más gordo de sus ovejas. El relato nos dice que
Dios miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no así a Caín.
¿Cuáles pueden ser las razones por la que una ofrenda agradó
a Dios y la otra no?
Abel se encargó de traer lo mejor de lo que él producía, más
allá de eso, Dios vio su corazón. Tal vez un corazón puro, dispuesto a dar todo
por su Dios, el Dios de sus padres. Caín quizás lo hizo por envidia, por obligación
y cuando no alcanzó el agrado de Dios se enojó con su hermano, tanto que lo
mató. Conocemos como sigue la historia; enfoquémonos más en Abel.
Abel es considerado el primer hombre de fe en la historia.
¿Cuáles pudieron ser las razones para que él pueda confiar
ciegamente en Dios?
Podríamos decir que una de las cosas más maravillosas que
existen es la creación. Si hoy es hermoso, con todo el desastre que los humanos
provocamos, y las destrucciones que causamos, no puedo imaginar lo que sería la
tierra cuando todo acababa de comenzar.
Realmente debe haber sido algo muy admirable.
La fe de Abel puede haber crecido observando la grandeza de
Dios a través de su creación (Salmos 19:1).
Otra de las posibles razones era escuchar las historias de
sus padres, lo que ellos vivieron. Como fue la vida en el huerto del Edén, como
podían hablar y pasear con Dios. También como fueron seducidos y cayeron en
pecado. Y como Dios actuó al respecto, dejándoles consecuencias, pero aun así amándolos
y dándoles promesas.
La Biblia no nos aclara esto, pero cuando Dios echa a Adán y
a Eva del Edén pone querubines y una espada, para guardar el árbol de la vida.
Posiblemente ellos podían ver a estos seres, siervos de Dios.
Imagino el corazón de Abel, y viene a mi mente el corazón de
un niño: tierno, dulce, crédulo, esperanzado, simple y generoso.
No le importó nada más que dar la mejor ofrenda que podía
dar a ese Dios tan grande y maravilloso que aprendió a conocer, aun cuando esa
ofrenda le costó la vida.
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