"Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba. Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas. (...) Abraham confió en Dios (FE) y, por eso, aunque su esposa Sara no podía tener hijos y él era ya muy viejo (sus circunstancias), Dios le dio fuerzas para tener un hijo. Y es que Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa. (...) Abraham confió en Dios cuando Dios quiso probar si él lo obedecería o no. Por eso Abraham tomó a su hijo Isaac para ofrecerlo como sacrificio. No le importó que fuera su único hijo, ni que Dios le hubiera prometido que por medio de Isaac tendría muchos descendientes. Abraham sabía que Dios tiene poder para hacer que los muertos vuelvan a vivir. Esa confianza hizo que Abraham no tuviera que matar a su hijo; y fue como si Isaac hubiera vuelto a vivir."
Cuántos cuestionamientos hubiese podido tener Abraham. "¿Por qué tengo que dejar mi seguridad y comodidad, para emprender un viaje cuyo destino no conozco?", "¿Será que Dios verdaderamente puede darnos un hijo, a pesar de nuestra edad?" O, "¿Por qué Dios me está pidiendo que haga un sacrificio humano, si nunca antes lo había hecho? ¿Cómo voy a tener una gran descendencia, si le quito la vida al único hijo que tengo?"
Cuando pasamos por pruebas, nuestra mente es susceptible a llenarse de dudas y cuestionamientos. Abraham no fue un hombre perfecto ni sin sufrimientos. Tuvo equivocaciones, tuvo que esperar con paciencia a que se cumpla la promesa de Dios, tuvo que enfrentar circunstancias adversas. Pero hay algo de su vida que debe quedar grabado a fuego en nuestros corazones: A pesar de sus circunstancias, Él confiaba en quién era Dios. Su fe no estaba en lo que veía o en lo que le parecía lógico, sino en lo que conocía de Dios, y en base a esa fe vivió.
Quien lo llamaba a emprender un viaje con destino desconocido, era el Dios que lo conoce todo. El que le dijo que haría algo que no era naturalmente posible, era el Dios de lo imposible. Aquel que le pidió que entregara a su amado hijo, no era nada menos que el Dios digno, poderoso, fiel y bueno.
Si durante una prueba miramos nuestras circunstancias, nuestra fe se puede esfumar de un momento a otro. Pero si en la prueba nos enfocamos en las promesas de Dios y en quién es Él, todo cambia. En las pruebas, podemos:
1. Conocer lo que hay en nuestro corazón. (Deuteronomio 8:2, 2° Crónicas 32:30)
2. Conocer más de Dios. (En el sufrimiento vas a poder conocer que Dios es tu consuelo; en la soledad vas a poder conocer que Él es la mejor compañía; en cualquier situación, vas a poder conocer que Él es fiel.) Él usa las pruebas para enseñarnos y purificarnos. (Job 23:10)
Pensemos...
- ¿Por qué pruebas pasé, o estoy pasando?
- ¿Cuestioné lo que Él hizo / hace / me pide? ¿Qué reina en mi corazón: mis dudas o Su palabra?
- ¿A qué promesas, y a qué características de Dios debo aferrarme durante las pruebas?
Cuando cambiemos los temores por la fe, cuando decidamos como Abraham creer ciegamente en Sus promesas, cuando obedezcamos aún sin entender, cuando tengamos esperanza a pesar de las circunstancias, cuando nos juguemos por Dios dejando a un lado las baratijas que este mundo nos ofrece... vamos a honrar a Dios con nuestra fe, y esa fe nos va a permitir experimentar el poder y la fidelidad de Dios de maneras que ni siquiera imaginamos. ☺
"Nunca tengas miedo de confiar un futuro desconocido a un Dios conocido."
- Corrie ten Boom
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