miércoles, 20 de mayo de 2015

#Yo soy: La SAL de la tierra




~Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.~
Mateo 5:13

Jesús llama al Cristiano, al hijo de Dios, la Sal de la tierra, pero... ¿qué significa esto?

En tiempos antiguos, la sal era tan valiosa que se usaba como dinero. De echo, la palabra salario se deriva de la palabra sal. Salarium viene del latín “dinero en sal” y se refería a la paga de los soldados romanos. En la antigüedad, la sal era muy valiosa, imagínate llendo al almacén a comprar una gaseosa o pan y cuando vas a pagar te dicen son 350 gramos de sal, sería muy cómico, pero lo cierto es que en ese tiempo no había heladeras, ni conservantes y la comida se echaba a perder rápido, por se valoraba la sal por sus propiedades de preservar la comida. También era fundamental porque se la usaba para dar sazón a la comida, y por lo esencial que es al cuerpo humano.

Jesús quería que como hijos de Dios entendamos que tenemos propiedades iguales a la sal, la cual tiene muchísimas, pero solo me quiero quedar con dos:


#Dar sabor a lo desabrido:
~¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿Habrá gusto en la clara del huevo?~
Job 6:6 

Como Cristianos estamos llamados a dar sabor al mundo; muchos no encuentran orientación, todo es rutina, nada tiene sentido, llegando muchos a querer quitarse la vida. Pero con Cristo las cosas son distintas, en él podemos encontrar un propósito, frescura, gozo, esperanza. 
Por eso somos llamados a predicar el evangelio, a clamar al mundo que en Jesús hay vida, y que solo en él las cosas son distintas.

~Me mostrarás la senda de la vida;En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.~
Salmo 16:11

#Proteger y preservar:

La sal se agrega a las carnes principalmente como un ingrediente conservante que inhibe el crecimiento bacterias, En lo natural, la sal preserva (aparta de la corrupción). Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará que viviremos vidas apartadas del mal, es decir, santificadas.Somos aquellos que salvan y preservan el mundo.
Dios nos llamo a vivir una vida santa, lejos del pecado.

~Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.~
1 pedro 2:11-12

Pero que pasa si la sal.. ¿Se desvaneciere?

La sal pura, libre de otros compuestos minerales y contaminación, no pierde su efectividad, pero cuando el Señor hablaba de una sal desvanecida – en el griego literal: “que se vuelve necia” – seguramente tenía en mente la sal que es común en el área del Mar Muerto, la cual está contaminada con yeso y otros minerales, y tiene un sabor pobre y es ineficaz para preservar los alimentos.
Si como la sal desvanecida o necia, perdemos sus características, eso implica perder lo que nos diferencia del mundo y nos hace ser más como él, aun no siendo él o parte de él. Es como nadar entre dos aguas, es como no ser ni una cosa ni otra. Seguimos siendo sal, pero es una sal sin fuerza, sin sabor, sin sus propiedades que la definen como tal.
No hay nada más descorazonador, insípido, vacío e inútil que un cristiano profesante, que sólo es sal necia o sal desvanecida, sin las propiedades de la sal, aunque lo sea en apariencia y en peso.

Triste y lamentable el mal, y hasta nocivo testimonio, el de esos que dicen seguir a Cristo.
La palabra de Dios dice que seríamos cristianos, buenos.. si buenos pero para nada (...No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.-Mateo 5:13) 

Recordemos que hemos sido llamados por Dios para ser instrumentos en sus manos, presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que debe ser nuestra manera de vivir, por lo tanto no nos hemos de conformar a este tiempo ni a este mundo, sino más bien, afectar a este mundo a través de ser como la sal, mientras permanezcamos en él.

~Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma~ 
(Hebreos 10: 39)


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