viernes, 8 de mayo de 2015

Fuera de servicio

1 Samuel 15:13 dice que Saúl, aun habiendo desobedecido al mandato de Dios (de destruir toda la tribu de Amalec, incluyendo sus animales), se autoproclamaba ‘’cumplidor de la palabra de Dios’’. No me quiero imaginar la cara de Samuel, el profeta, que perplejo le contesta: ‘’¿Qué es ese balido de ovejas y bramido de vacas que escucho con mis oídos?’’.

Muchas veces, cuando predicamos, evangelizamos y hablamos de Dios sentimos que nos cuesta expresarnos, miedo a que la persona que nos está escuchando no nos entienda, o experimentamos sensaciones como si no estamos llegando al corazón de la gente. Y hasta cuando oramos, sentimos que Dios mismo no nos escucha, o no entiende nuestros problemas, entonces intentamos orar a Dios repitiendo cosas y armando un argumento de lo que nos pasa para que Él nos entienda, como si al creador del universo le costara entender los problemas de un diminuto individuo.

Esto me hace acordar a cuando hablo con mi novia por teléfono, porque tengo una empresa de teléfono que deja mucho que desear: se le va la señal, se corta, se queda sin servicio, cuando la llamo a mi novia (que la tengo gratis) se me gasta el crédito, etc. Obviamente no voy a nombrar la empresa porque no corresponde… es un problema personal jeje. Para mí, una conversación por celular hoy en día es esto:
< Mi novia: -Hol m or com das?
   Yo: -Bie os?
   Mi novia: -Bi esven ac amic as?
   Yo: -¿LO QUE???? 
   Mi novia: -¿Que si querés venir a comer a mi casa? >


Así se ve mi novia cuando se va la señal...
¿Qué quiero decir con esto? Es que muchas veces sentimos esto al predicar, al hablar o al evangelizar, y hasta al orar, lo mismo que sentía Saúl al hablar con Samuel. Sentimos que ''SE CORTA'', o que ''se nos va la señal'', como si hubiera un problema de comunicación. Pero hay algo que debemos entender: NUESTRA VIDA HABLA, Y HABLA MÁS FUERTE QUE NUESTRAS PALABRAS. Por un lado Saúl decía: ‘’Yo obedecí’’. Y por otro Samuel decía: ‘’Que?? No te escucho! Has callar esas ovejas que gritan más fuerte que tú!’’. Por un lado nosotros predicando, y por otro nuestra vida diciendo ‘’veeeeee’’, ‘’muuuuuuu’’. Por si no queda claro, ''las vacas'' son nuestros pecados deliberados.

‘’Ustedes son cartas, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres’’ (Pablo en 2 Corintios 3:2)

Reflexiona

-          - Nuestra vida habla más que nuestras palabras.
-          - Un mensaje no debe ser un medio de persuasión, como lo es cualquier discurso político. Sino que es solo un rebote, un reflejo de lo que vivimos.
-          - Debemos reconocer que no somos nosotros quienes, con palabras y grandes argumentos, persuaden a las personas, sino que es el espíritu santo que convence al mundo de pecado.

-          - Ante Dios debemos sincerándonos con nosotros mismos, sabiendo que él conoce nuestros problemas y nuestro corazón más que nosotros mismos.

Bendiciones y buen día para todos! 

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