1 Samuel 15:13 dice que Saúl, aun
habiendo desobedecido al mandato de Dios (de destruir toda la tribu de Amalec,
incluyendo sus animales), se autoproclamaba ‘’cumplidor de la palabra de
Dios’’. No me quiero imaginar la cara de Samuel, el profeta, que perplejo le
contesta: ‘’¿Qué es ese balido de ovejas y bramido de vacas que escucho con mis
oídos?’’.
Muchas veces, cuando predicamos, evangelizamos y hablamos de
Dios sentimos que nos cuesta expresarnos, miedo a que la persona que nos está
escuchando no nos entienda, o experimentamos sensaciones como si no estamos
llegando al corazón de la gente. Y hasta cuando oramos, sentimos que Dios mismo
no nos escucha, o no entiende nuestros problemas, entonces intentamos orar a
Dios repitiendo cosas y armando un argumento de lo que nos pasa para que Él nos
entienda, como si al creador del universo le costara entender los problemas de
un diminuto individuo.
Esto me hace acordar a cuando hablo con mi novia por teléfono,
porque tengo una empresa de teléfono que deja mucho que desear: se le va la
señal, se corta, se queda sin servicio, cuando la llamo a mi novia (que la
tengo gratis) se me gasta el crédito, etc. Obviamente no voy a nombrar la
empresa porque no corresponde… es un problema
personal jeje. Para mí, una conversación por celular hoy en día es esto:
< Mi novia: -Hol m or com das?
Yo: -Bie os?
Mi
novia: -Bi esven ac amic as?
Yo: -¿LO QUE????
Mi novia: -¿Que si querés venir a comer a mi casa? >
Así se ve mi novia cuando se va la señal...
¿Qué quiero decir con esto? Es que muchas veces sentimos
esto al predicar, al hablar o al evangelizar, y hasta al orar, lo mismo que
sentía Saúl al hablar con Samuel. Sentimos que ''SE CORTA'', o que ''se nos va la
señal'', como si hubiera un problema de comunicación. Pero hay algo que debemos
entender: NUESTRA VIDA HABLA, Y HABLA MÁS FUERTE QUE NUESTRAS PALABRAS. Por un
lado Saúl decía: ‘’Yo obedecí’’. Y por
otro Samuel decía: ‘’Que?? No te escucho!
Has callar esas ovejas que gritan más fuerte que tú!’’. Por un lado
nosotros predicando, y por otro nuestra vida diciendo ‘’veeeeee’’,
‘’muuuuuuu’’. Por si no queda claro, ''las vacas'' son nuestros pecados deliberados.
‘’Ustedes son cartas, escritas en nuestros corazones,
conocidas y leídas por todos los hombres’’ (Pablo en 2 Corintios 3:2)
Reflexiona
- - Nuestra vida habla más que nuestras palabras.
- - Un mensaje no debe ser un medio de persuasión,
como lo es cualquier discurso político. Sino que es solo un rebote, un reflejo
de lo que vivimos.
- - Debemos reconocer que no somos nosotros quienes, con palabras y grandes argumentos,
persuaden a las personas, sino que es el
espíritu santo que convence al mundo de pecado.
- - Ante Dios debemos sincerándonos con nosotros
mismos, sabiendo que él conoce nuestros problemas y nuestro corazón más que
nosotros mismos.
Bendiciones y buen día para todos!
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