lunes, 11 de mayo de 2015

Muriendo para vivir


“He sigo crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” Gálatas 2:20

Las palabras del Apóstol Pablo no podían ser más claras hacia los Gálatas, demostrando de esta manera que ya no era el mismo desde su conversión a Cristo.

“He sido crucificado con Cristo” Una vez que la persona confía en Cristo para su salvación, experimenta una participación espiritual en la crucifixión de su Señor y en su victoria sobre el pecado y la muerte.
¿Qué estar crucificado con Cristo? Una vez que aceptamos a Cristo deberíamos haber crucificado nuestra carne, que se quiere decir con “carne” todas aquellas cosas que no agradan al Señor, podrían ser, pensamientos, actitudes, carácter, sentimientos, egoísmo, orgullo, soberbia, mentiras, vocabulario, chisme, etc. . Lastimosamente muchos de nosotros dejamos algunas áreas sin crucificarla, sin entregársela a Dios, solo entregamos o “crucificamos” algunas cosas, algunos dirían: “lo demás lo puedo controlar” y no. Una vez que nos crucificamos a Cristo, que le entregamos nuestra vida, Dios no quiere la mitad de las cosas, quiere TODO. ¿Abra en mi vida parte que no he crucificado?

“Ya no vivo yo, sino Cristo en mi” El viejo hombre del creyente queda muerto. 
“Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos” Efesios 4:22.

Hermosas palabras que citó el Apóstol Pablo, que lindo seria que cada uno de nosotros tomara la decisión de despojarse de todo aquello que estorba en nuestras vidas y vivir como Dios desea y podamos decir “Ya no vivo yo, sino que Cristo en mí”. Si realmente Cristo viviría en ti, no hubiera situación que te lleve a pecar, pues la fortaleza de Cristo que te daría sería suficiente para decir NO al pecado.

Los animo a poder despojarnos de todo aquello que arruina nuestra comunión con el Señor, todo aquello que no nos permite poder hablar, ni escuchar su voz. 

Dios es quien se merece todo, hay que entender que Dios es muy caballero que si tú no se lo permites, Él no actuara en tu vida, es por esa razón que debemos rendirnos en humildad delante del Señor, y reconocer nuestros errores y poder comenzar la verdadera vida de un hijo de Dios, decirle que nos ayude en nuestras debilidades o cosas que nos cuenta cambiar, nosotros mismos nada podemos hacer, si se lo dejamos en las manos de Dios, Él es quien nos va ayudar a cambiar aquellas actitudes o debilidades que tengamos, Dios obra a través de nuestras humildad, y confianza en él.
 Demostremos y mostremos quienes somos, a quien pertenecemos y responder ante la pregunta ¿Quién soy en Cristo? 

Una nueva persona, totalmente crucificada a Dios y Dios vive en mí, que inmensa alegría seria para Dios y para nosotros escuchar y mostrar eso.

Dios lo dio todo por nosotros, se sacrificó por amor sin abrir su boca, sin quejarse, solo en ese momento pensaba en nosotros. ¿Cómo no vamos a entregar nuestra vida completa a Él? Él lo hizo.

Dios los bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario