Cuando a nuestras vidas llegan momentos de dolor, sufrimiento y pruebas; y cuando vemos a personas buenas, siervos de Dios, pasando por tormentas nos preguntamos y le preguntamos a Dios porqué permite tales cosas.
En la Biblia, en el libro de Job se cuenta la historia de los sufrimientos de un hombre honesto, perfecto, recto, temeroso de Dios, apartado del mal y que era fiel al Señor; el cual por una sugerencia que Satanás le hace a Dios, pierde de un momento a otro todas sus riquezas, sus hijos e hijas, y es víctima de una dolorosa y horrible enfermedad de la piel.
"Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno." (Job 1:20-23)
Nos sorprende tanto la reacción de este hombre! ¡Cuando padece semejante tragedia cae al suelo ante Dios y le adora!
Solo alguien que entiende la grandeza del Señor puede actuar así. El hizo lo correcto aún cuando sus sentimientos lo estaban matando, aún cuando se había quedado solo, sin sus bienes, sin su salud.
Nosotros, al igual que lo hizo Job, tenemos una gran necesidad de entender el trato de Dios para con nosotros. En todas estas pruebas que tuvo que pasar Job, vemos que Dios es el mismo hoy y que trata de esa manera cuando es necesario. Pero tenemos que saber que Dios dirige todas las cosas, aún cuando a veces sus decisiones están más allá de nuestra capacidad de comprensión.
Nos resulta fácil adorar a Dios cuando todo sale como queremos, cuando somos bendecidos y prosperados. Pero no es fácil hacerlo en momentos angustiantes, cuando sentimos que todo va mal y que Dios pareciera que se ha olvidado de nosotros!
No debemos alabar a Dios SOLO en medio de la bendición, no debemos ser fieles SOLO en medio de la abundancia; Dios se merece más de mi aún en medio de la escasez, en medio de la prueba, en medio del dolor, de la pérdida.
Cuando pienso en lo malo que me puede estar sucediendo, Dios me lleva al libro de Job y es allí cuando me doy cuenta de que lo mío no es nada comparado a lo que su siervo Job experimentó, y puedo tener paz y tranquilidad. Me doy cuenta que Dios aun no ha terminado su plan perfecto en mi vida. Nada de lo que nos pasa, se le ha escapado a nuestro creador. Todo lo permite El, para nuestra edificación, santificación y para fortalecer nuestra fe.
Job en medio de su prueba siempre fue sabio en sus palabras, él dijo: “… ¿Aceptaremos sólo las cosas buenas que vienen de la mano de Dios y nunca lo malo?». Cuánta razón tenía Job, nosotros aceptamos de Dios todo lo bueno, pero cuando las cosas malas vienen lo cuestionamos y hasta le reclamamos el por qué permite eso que nos parece “injusto”.
Debemos tener en claro que en momentos difíciles es cuando más debemos aferrarnos a El, a sus promesas, a su palabra. Cuando estamos sufriendo y adoramos a Dios, esa adoración se vuelve hermosa y perfecta al corazón de Dios.
Que maravilloso sería que Dios vea en nosotros, sus hijos, vidas decididas a dejar de luchar, y a morir juntamente con Él en la cruz, que podamos decir, al final de la tormenta, con Job:
De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. (Job 43:5)
¿No es lo que queremos? Cuando estamos en medio del dolor y las luchas… verlo como nunca antes lo vimos? Salir victoriosos y bendecidos, para bendecir a los demás?
Preguntas para reflexionar:
¿Estarías dispuesto a dejar tus sentimientos de desilusión, confusión, dolor y enojo para comenzar a adorar a Dios?
¿Quieres encontrar el corazón de Dios en medio de la oscuridad?
Aún si el dolor y las pruebas no se vayan inmediatamente… ¿elegirías adorar a Dios en toda su dignidad y confiar en su fidelidad?
Descansa en su amor inmenso. Él más que nadie entiende tu dolor, Él sufrió y se dejó maltratar y clavar en una cruz por ti y por mí. Quiere que te aferres a Él y que confíes en su obrar.
Muchas Bendiciones.
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