Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Jn 1:12-13
Para saber quién soy debo saber quién es mi padre.
Por ejemplo: Nació Julián. Es un bebito de meses, pero
¿quién es Julián?, ¿quién lo conoce?, ¿de quién es hijo?. Hay millones de
Julián. Entonces, alguien nos dice: “Es Julián González, hijo de don González,
el almacenero”. ¡Aaah! decimos nosotros. Ahora sabemos quién es Julián porque
conocemos a su padre.
Cada uno de nosotros necesita saber quién es.
La Biblia nos enseña que somos descendientes de Adán y Eva,
creados por Dios. Pero ellos pecaron, mis padres pecaron y yo nací pecador (Gn
3, Ro 5:12).
Recibí de mis padres, no sólo el apellido y las
características físicas, sino también su vieja naturaleza pecadora: Orgullo,
rebeldía, egoísmos, maldad, impurezas, rencores, etc.
En Adán mi identidad es esta: Soy un pecador. Soy
incapaz. Soy malo. Soy rebelde y desobediente.
Pero llegó el día en que tuve un encuentro con
Jesucristo, me arrepentí de mis pecados y le recibí en mi vida. Desde ese
momento, mi naturaleza pecadora, incapaz, inferior, rebelde fue crucificada con
Cristo y sepultada con Él (¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos
unidos a Cristo Jesús en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos
muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo
fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros
también podemos vivir una vida nueva. Dado que fuimos unidos a él en su muerte,
también seremos resucitados como él. Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue
crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya
no somos esclavos del pecado. Ro 6:3-6 (NTV).
Cuando Jesús murió en la cruz, me incluyó a mi. Yo morí con
Él. Su muerte fue mi muerte, su sepultura fue mi sepultura. Todo lo pecador y
viejo en mí fue muerto en la cruz, junto con Cristo. Pero él resucitó y yo
resucité con él en el poder de su resurrección. Tengo ahora una nueva vida: la
vida de Jesús en mi. Es como haber nacido otra vez. Recibí de Dios una nueva
naturaleza (la vida de Jesús) y una nueva identidad.
Por lo tanto en Cristo soy ALGUIEN nuevo.
Tengo la misma cara, el mismo cuerpo, pero interiormente ya
no soy el mismo. Cristo me hizo ALGUIEN nuevo desde el mismo día en
que le recibí. (De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2º Co 5:17).
¿Quién es mi papá ahora? (Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1º Jn 3:1-2).
¿y ahora quien soy yo? (Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Jn 1:12).
Dios me ADOPTO como su hijo y me dio una nueva
identidad: la suya. ¡Él es mi PAPA ahora! Tengo un Padre
amoroso, paciente, tierno, justo, bondadoso y santo que quiere formar en mí su
misma naturaleza. Él me ha recibido como su hijo. Hay una nueva relación entre
Dios y yo. Por lo tanto mi ser interior se comienza a construir.
Saber que el creador de todo lo conocido y lo desconocido,
del universo entero, es mi PAPA, me da seguridad y confianza.
¿Cómo que no sirvo para nada? ¿Qué no soy importante?
¿Qué nadie me quiere? ¿Qué soy un desastre? ¡MENTIRAS!
Soy un hijo de Dios. Soy una creación suya. Y esto es
lo más grande que puedo pasarme en la vida. YO creo esta
VERDAD.
#Soyloquesoy #GraciasaElyporEl #HijodeDios
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