¿Alguna vez estuviste en un lugar donde había mucho olor feo? ¿Un lugar lleno de basura, o uno en el que había agua estancada, o un animal muerto? ¡Qué desagradable! Me da una mala sensación tan sólo con pensarlo o recordarlo.
A la basura hay que desecharla y llevarla al lugar donde debe estar (el basural). Al agua es posible purificarla mediante una serie de procesos (aunque es complejo, es posible), y a lo que está muerto hay que enterrarlo. Parecen tan obvias estas cosas si nos ponemos a pensarlas así... Pero desde el punto de vista espiritual, no siempre tenemos en claro qué debemos hacer con la basura, con el agua estancada y con lo que está muerto.
¿A qué me refiero con basura? A eso que, sin dudar, hay que desechar: el pecado. Así como en las actividades que solemos hacer (por ejemplo, al cocinar) vamos dejando residuos, voluntaria o involuntariamente, así también en nuestro diario vivir (al hablar, al pensar, al vestirnos, al mirar determinadas cosas, incluso al chatear, al twittear, y demás) muchas veces le fallamos a Dios, de modo que lo que hacemos no tiene nada que ver con la vida santa, de devoción y de ejemplo que Él quiere que tengamos. ¿Tenemos basura de ese tipo acumulada en nuestro corazón? ¿Por qué no la llevamos a donde corresponde?: A los pies de Jesús.
"¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados." (Salmo 19:12-13, NTV)
"Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado." (Salmo 51:1-2)
Cuando el agua no está limpia y no se mueve del lugar donde está hacia un río o un lugar donde se la purifique, queda estancada, y si queda estancada se pudre, y si se pudre, ¡te vas a dar cuenta por el olor!
¿Nunca te pasó que Dios te señaló que algún área de tu vida no estaba acorde con Su voluntad? (Por ejemplo, tus amistades, tu corazón, tu servicio a Él, tus actitudes hacia otros...). Quizás hiciste oídos sordos y aún sabiendo que ese área (agua) no estaba del todo limpia, la dejaste así: estancada. Cuando tomamos esa decisión de no hacer nada al respecto, y dejamos estancada ese agua que no está limpia, lo más probable es que nuestra vida comience a apestar.
Gracias a Dios podemos recurrir a Aquel que nos puede purificar. Es probable que Él tenga que remover algunas cosas, hacernos pasar por procesos dolorosos o que no nos gusten en ese momento, pero lo mejor que podemos hacer es dejar que Él trabaje en nosotros, estar dispuestos a obedecerle en lo que Él quiere que hagamos (y si no sabemos qué es lo que Él quiere, averiguarlo) y buscar la santidad.
"Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios." (2° Corintios 7:1)
"...dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo." (Efesios 4:23-24, NTV)Seguir a Cristo significa morir a nosotros mismos, como Pablo bien dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí..." (Gálatas 2:20), y negarnos a nosotros mismos (Lucas 9:23). También la Biblia nos habla de que hay que hacer morir en nosotros lo terrenal.
"Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría... abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros..." (Colosenses 3:5-8)
A veces pareciera que dejamos que las cosas muertas sigan estando ahí, en lugar de enterrarlas y abandonarlas allí... ¿Será porque aún hemos muerto a nuestro yo? Es una decisión que tenemos que tomar cada día. ¿Será que todavía nos aferramos a nuestra antigua manera de vivir? Dios puede y quiere limpiar de nuestra vida lo que está y debe estar muerto.
"¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (Hebreos 9:14)Te transmito las palabras que expresó Pedro en su segunda carta...
Ya que vivimos para Dios y confiamos en la promesa de que Él va a volver, esforcémonos para que cuando lo haga, nos encuentre viviendo una vida pura e irreprensible, y en paz: sin basura, sin aguas estancadas, sin cosas muertas que no deben seguir estando ahí.
¡Que así sea!
Dios te bendiga inmensamente.
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