martes, 6 de enero de 2015

Un atleta vencedor...

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 Corintios 9:24-25


En aquel entonces en Grecia había mucha influencia de la mitología, y como buen sabio, Pablo ponía de ejemplo a los que se vivía en aquella época; para enseñarles a los Corintios el verdadero evangelio.

Un clásico, eran los Juegos Olímpicos, esos tiempos eran de muchas guerras civiles, por eso una manera de pararlas era a través de estos juegos, ya que cuando se realizaban las guerras cesaban por un tiempo. Cuando una persona salía campeón de la práctica disputada, se lo consagraba con una corona de olivos en su cabeza. El fin era un juego limpio.




Por eso Pablo, reta a los Corintios que también jueguen un juego limpio, pero no para esos dioses falsos, sino para El Dios vivo y verdadero, que había resucitado de entre los muertos. (Hechos 17)

Como todos sabemos para correr una carrera, no solo hay que estar preparado físicamente sino que ademas se debe correr con ropa lo mas liviana posible, para llegar mas rápido a la meta.

Cuando pasamos a ser hijos de Dios, debemos despojarnos de ciertos hábitos también, para avanzar en nuestro andar diario.

Algunos estorbos pueden ser...
- malas conversaciones : 1 Corintios 15:33
- pereza: Provebios 19:13
- maldad: Poverbios 12:20
- mentiras: Proberbios 11:9
- necedad: Proverbios 13:16
En esta carrera, como atletas de Jesús nuestra manera de conducirnos debe de consistir en hacer esa milla extra que el Señor pide (Mateo 5:41), para glorificar su santo nombre (Colosenses 3:23)

El premio en ese entonces eran coronas de olivo, hoy en día, son medallas de oro, pero como dice el apóstol, son premios corruptibles, que duran solo un tiempo.
Nosotros debemos competir como buenos atletas de Jesucristo, sabiendo ya que tenemos una corona incorruptible (1° Pedro 5:4)

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