domingo, 11 de enero de 2015

Jehová Bendito


“y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” JOB 1:21
Hace muy pocos días que empezó el año. Tal vez hasta te acordás de la cena de víspera o de lo que hiciste después de doce. La gente en la calle sigue todavía alterada, por la llegada del nuevo año. Siempre pasa. Es algo típico. Son costumbres. Todos los años es lo mismo.
Al igual pasa con las metas que nos ponemos a principio de año. Comenzamos el primero de enero creyéndonos las personas más poderosas, más organizadas, más planificadas, más y más y más. Tenemos todo calculado y en un amplio sentido. Es como que si por un día sintiéramos que nuestro estudio, trabajo, ministerio, relaciones, familia y casa están en un equilibrio perfecto de organización y así se van a quedar por 364 días más. Exactamente lo mismo pasa con lo que esperamos de Dios. Ya tenemos la listita de supermercado armada, pensada, y casi concretada de lo que Dios nos va a dar este año. Cada bendición, ya está pensada por nosotros, no hay sorpresas, porque, como no siempre son buenas, preferimos que no haya, que todo sea de acuerdo a nuestra estrategia.
¡Qué humanos mediocres, aburridos, e incrédulos que somos en estos días! Si, somos eso. No importa que hayas puesto en alguna red social que querías que el 2015 te sorprenda o que estabas esperando todo lo que Dios había planeado para este año. Lo somos. Es así. ¿Sabes por qué te digo todo esto? Porque seguramente, cuando hiciste un balance del año pasado, no pensaste que fue un buen año, que todo lo que te pasó fue de bendición, de crecimiento.
Porque te pasaron cosas buenas, capaz aprobaste todas las materias, pasaste de año, conseguiste trabajo, te casaste o pusiste de novio, hiciste nuevos amigos, empezaste un ministerio, pero también, las cosas en tu casa están cada vez peor, tus amigos dejan de congregarse, la salud puede jugar en contra, la economía está apretando más que nunca, estás desanimado, no tenes esperanza. Todo esto nos desestructura, nos rompe las expectativas, nos da un sacudón y nos marea. Mira el versículo clave. Job lo tenía todo. Todo lo que uno se pueda imaginar que alguien puede tener, y de un momento al otro, queda sin nada. En la calle, enfermo, sin familia ni amigos. Pero algo que nunca le falto, y es lo que no nos tiene que faltar a nosotros, es la fe, la confianza, la certeza de que Dios siempre está detrás de cualquier situación en nuestra vida y que él que ve las cosas en 360°, que sabe lo que necesitamos, y cuando lo necesitamos. Que nunca va a permitir nada para nuestra destrucción. Todo lo contrario. Él quiere edificarte, hacerte crecer, que tengas más confianza en Él, en sus planes, en sus bendiciones disfrazadas.
Este año, no te limites a esperar y disfrutar de lo que vos queres que Dios te dé. Este año pensá que Dios tiene muchas sorpresas para darte, tiene algunas cosas para quitarte, pero que Él es el Rey de reyes y Señor de señores y su nombre es bendito. Jehová bendito. Y nunca va a desprotegerte y abandonarte. Disfruta de lo que Dios tiene preparado y velo así, como Job. Dios te bendiga.



"Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis." Jeremías 29:11


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