martes, 20 de enero de 2015

Dime con quién andas...


Cuando empecé a caminar firmemente en los caminos del Señor, sucedió algo que sospechaba que pasaría. Empecé a perder amigos. En un momento de tristeza por haberme distanciado -sin querer- de una gran amiga mía de la escuela, hablé con alguien que me dijo: "Tarde o temprano se iban a separar, porque las dos van por caminos distintos." Tenía razón.
Una frase que leí tiempo después decía: "Le pedí a Dios que me proteja de mis enemigos, y comencé a perder amigos."  ¡Exactamente eso pasó! Pero, ¿por qué? Porque Dios sabe la gran influencia que tienen en nosotros las personas con quienes caminamos, y cuando son malas amistades, Él nos protege de maneras como esas.

"...Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos." (Salmo 1:1)
Es sabido que no podés elegir, por ejemplo, tus compañeros de clase o los chicos que forman parte de tu equipo de fútbol. Eso escapa de nuestro control. Pero las relaciones de verdadera amistad de las que quiero hablarte sí las podés elegir, porque no se dan sólo por compartir un tiempo y un espacio como en esos casos. Son una construcción en la que cada amigo decide poner de su parte: pone su tiempo, su confianza, su esfuerzo por mantener la amistad a pesar de las dificultades, su paciencia para bancarnos tal cual somos (ja!), y más. Y si le prestamos atención al salmo, vamos a poder ver que nos está hablando de una progresión:
1° Andar en compañía
2° Detenerse
3° Sentarse

Tres decisiones que el hombre bienaventurado supo tomar, y tres decisiones que podemos también tomar vos y yo en cuanto a las personas que nos rodean.
La primera, es andar en compañía. Compartir tiempo, actividades, charlas, entre otras cosas. ¿Por qué dice la Biblia que soy bienaventurado si no ando en compañía de los malvados? ¿Acaso Dios quiere que me aisle y no comparta nada con aquellos que no son salvos? ¡No! Por un lado, es muy bueno tener amigos que no conocen a Dios, porque si los hijos de Dios no nos relacionamos con las personas no creyentes, ¿cómo podemos compartirles el mensaje de salvación y mostrarles el amor del Dios que no pueden ver? Podés ser de buena influencia para ellos. Así como también ellos pueden ser de mala influencia para vos.  Prestá atención de quién influencia a quién.
"Esto responde el SEÑOR: —Si regresas a mí te restauraré para que puedas continuar sirviéndome. Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti!" Jeremías 17:9 (NTV)
"¡No se engañen! Las malas compañías corrompen las buenas costumbres." dice Pablo en 1° Corintios 15:33. A veces pensamos y nos queremos convencer de que las personas de las que nos rodeamos no van a afectarnos significativamente. Pero por un lado, gracias a Dios, sí nos terminan afectando (para mal o para bien). Y por otro, gracias a Dios, tenemos el poder y la libertad de elegir de quién nos rodeamos, con quién cultivamos la amistad. Buscá andar en compañía de personas que te influencien para bien (que te ayuden a crecer en tu relación con Jesús y te animen a vivir según Sus principios), y tené cuidado con las que te influencian para mal.

Con lo otro que tenemos que tener cuidado, es con tomar la segunda decisión: detenerse. ¿Te detuviste alguna vez? Solemos detenernos para tomar una decisión importante, para pedir un consejo, para buscar consuelo en alguien y confiarle nuestras cosas, y más. Qué bueno sería que en esos momentos decidas detenerte a hablar con personas sabias, que te den buenos consejos acordes a la Biblia, que te quieran lo suficiente como para tirarte la posta y decirte la verdad aunque no te guste, que te ayuden a ver la vida desde la perspectiva de Jesús; pueden ser tus padres, tu pastor, algún líder o amigos que te demuestren discreción, prudencia y sabiduría de Dios.
Y además de decidir quién te acompaña y con quién te detenés a hablar, la tercer decisión de la que el versículo nos habla es la de "sentarse". Estar sentado nos hace pensar en comodidad, ¿no? Si estás en compañía de personas que llevan una vida cómoda, haciendo lo que se les da la gana, sin pensar en Dios, conformándose con la mediocridad, sin tener principios acordes a la palabra de Dios...  El desafío es que no te sientes con ellos. No te quedes cómodo ni vivas como ellos viven. Ponete de pie. Hacé la diferencia. Alzá tu voz para decir las verdades contrarias a las mentiras que este mundo te grita. Levantate a servir a otros, a buscar a aquellos que los demás dejan de lado, sé luz.

Por último, sabiendo que los amigos influyen tanto en nuestra vida... nunca te olvides de cultivar la amistad con el mejor amigo que podés tener: Jesús.
Creo que seremos bienaventurados si tomamos buenas decisiones en cuanto a las personas que nos rodean. ¿Qué decisión vas a tomar hoy?

"El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado."
(Proverbios 13:20)
¡Dios te bendiga!


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