“Otra vez Jesús les
habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Juan 8:12
Yo soy la luz del mundo: Juan ya empleó la metáfora
de la luz para hablar de Jesús. El Antiguo Testamento señala que en el tiempo
de la venida del Mesías el Señor sería una luz para su pueblo y para toda la
tierra.” “Ya no será el sol tu luz
durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será
tu luz eterna; tu Dios será tu gloria”. (Is 60:19)
Para poder ver la importancia de Jesús como la “luz”
recordamos en 1 Juan 1:5 “´Éste es el
mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay
ninguna oscuridad”
El que me sigue: La palabra “sigue” comunica la idea
de alguien que se entrega por completo a la persona a quien sigue. Para Jesús
no existen seguidores a medias “y el que
no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la
perderá, y el que la pierda por mi causa, la encontrará” (Mt 10:38-39)
Un día de la semana estaba con mi sobrino a la noche mirando
tele, y al ratito se corta la luz, mi sobrino asustado me buscaba y prendía la
luz del celular, voy hacia la cocina y prendo una vela, al sentarme le
pregunto:
-te da miedo la oscuridad? Su respuesta obviamente fue un sí
y me pregunta a vos? Si le digo, y le vuelvo a preguntar
-La luz te da seguridad? Sí, me responde.
En donde en ese momento me puse a reflexionar sobre este texto bíblico
y se me venía a la mente sobre este mundo oscuro, pecaminoso, en donde vivimos
con temores, dificultades, dudas, problemas y sentimos miedo en determinadas
circunstancias, y nos sentimos abrumados sin saber qué hacer, dejamos todo en
nuestras fuerzas y nos agobiamos de todo lo que nos pasa y nos preocupamos
demás en distintas áreas de nuestra vida, mucha veces sentimos que estamos
solos que no podemos salir de ese temor o circunstancia que estamos pasando y
no sabemos qué decisión tomar sobre eso, Me ha pasado, a ti no?
Y al rato se me viene “LA LUZ DE DIOS” quien nos alumbra en
nuestro caminar, quien nos brinda amor, paz, Su misericordia y todo lo vemos y
lo sentimos más tranquilo, pero eso pasa cuando le entregamos todo aquello que
no podemos sostener en nuestras propias manos, ni podemos arreglar lo que teníamos
pensando, es muy diferente entregar nuestra carga a Dios, que tenerlas
nosotros, sabiendo que sin Dios nada podemos hacer. Es Sabio pensar que con un Dios
grande, y misericordioso podemos hacer mucho más de lo que pensamos.
Si lo
seguimos es entregarse y entregarle por completo todo a Él.
“Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y
dormirás tranquilo” (Prov. 3:24)
“La bendición de Dios trae riquezas, y NADA se gana con
preocuparse” (Prov. 10:22)
Dios los bendiga.
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