viernes, 21 de agosto de 2015

Un ciego que vio

Marcos 10:46-52 relata el momento en el que un ciego, escuchó que por allí andaba Jesús. Cuenta que LA FE de este hombre fue muy grande. Imagínense ustedes que un ciego de nacimiento, lo único que hace desde niño es seguir instrucciones de aquellas personas que pueden ver. No es un hombre cualquiera, que puede manejarse independientemente, ni está psicológicamente preparada para derribar barreras. Si a este, alguien le dice algo, tiene que obedecer porque, supuestamente, siempre el que puede ver, tiene la facultad de guiarlo por el buen camino. Si una persona le ordena le ordena algo, él, por su bien debe obedecer. Y es lo único que hizo desde niño.
Por eso llama la atención este pasaje: Este hombre oyó que por allí pasaba Jesús, y comenzó a gritar: ‘’Hijo de David, ten misericordia de mi’’. Y lo curioso es que mientras más le ordenaban que se callara, más gritaba. Insisto, él no estaba preparado psicológicamente para romper las reglas. Cualquier ciego hubiera dicho: ‘’Bueno, mejor me callo, ellos deben estar viendo con sus propios ojos la cara de desagrado de Jesús, que de seguro le molestó que yo me ponga a gritar. ’’ Y aún más! Imagínate que vos fueras el ciego, y la gente tratando de hacerte callar la boca, diciendo: ‘’ ¿Cómo lo hacemos callar a este tipo?’’, y que después de un rato vengan las mismas personas y con toda amabilidad te digan: ‘’Ven, confía, levántate, que te llama Jesús’’. <Yo, ahí sí que no les hago caso! Preferiría esperar que me venga  a buscar Jesús! Quién sabe estos tipos a dónde y con quién me llevarán con tal de verme con la boca cerrada!!> Sin embargo tuvo fe, y Jesús ve esto, y le dice: ‘’tu fe te ha salvado’’.


Sigamos el ejemplo del ciego, uno que vio mucho más que todos los videntes...

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