jueves, 28 de julio de 2016

Sobre las divisiones

1 Corintios 3 (NVI)

 Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos?  Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?



Pablo entre otras cosas se refiere a dos temas principales y bien relacionados: 
--Nuestras Divisiones
--Nuestra Humanidad

Desde el inicio tan de moda las divisiones, separaciones. A veces no nos damos cuenta que con varias de nuestras relaciones vamos directo a cortar, tendemos a destruir, lastimar. Construimos relaciones sobre lugares errados, ya rajados, donde nuestras relaciones terminan cayendo, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo. Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. 
Pablo nos pregunta ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores. A los que Dios da vida y hace crecer. Si bien podemos tener vidas, actividades diferentes en efecto somos colaboradores al servicio de Dios, campo de cultivo de Dios. Donde Dios puede trabajar.
Cuando llegamos a discutir, enfrentarnos de manera violenta con el otro, estamos siguiendo criterios errados, cuando hablamos para mal de otro sólo porque diferimos con sus ideas estamos perdiendo vida, y Dios nos habla con sabiduría al hacernos ver que somos parte de un mismo cuerpo, de un mismo templo; y si nos destruimos entre nosotros, es a nosotros mismos a quienes dañamos.
No intentemos engañar, porque más que engañar a los demás y a nosotros mismos con Dios no lo logramos. Él nos conoce. Si tuviéramos la madurez, el saber de poder discernir a cada paso lo que elegimos hacer con nuestra humanidad, nuestra relación con Dios sería diferente. ¿A quién estamos siguiendo? ¿A quién queremos ganar o agradar? Dios nos ve como bebes inmaduros cuando seguimos nuestras propias leyes, cuando nos creemos sabios, cuando buscamos agradar a quien no nos conviene, porque de esta manera dejamos de ser sus siervos. 

 «Él atrapa a los sabios en su propia astucia»; y también dice: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son absurdos.»  Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre! Al fin y al cabo, todo es de ustedes, ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el universo, o la vida, o la muerte, o lo presente o lo por venir; todo es de ustedes, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.

 Ya en 1 Corintios 1:10 Pablo nos dice: "Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos e un mismo pensar y en un mismo propósito"...

Que sea un desafío de todos los días poder abandonarnos a nosotros mismos para permitir que Él obre en nosotros, y poder llevar buenas relaciones, buenos tratos, recordar que somos parte de un mismo cuerpo, con un mismo Padre que esta sobre todos y por medio de todos :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario