“Hijo mío, si haces tuyas mis palabras
y atesoras mis mandamientos;
si tu oído inclinas hacia la sabiduría
(…) y pides discernimiento;
(…) entonces comprenderás el temor del Señor
y hallarás el conocimiento de Dios.
(…) Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable.
Él cuida el sendero de los justos
y atesoras mis mandamientos;
si tu oído inclinas hacia la sabiduría
(…) y pides discernimiento;
(…) entonces comprenderás el temor del Señor
y hallarás el conocimiento de Dios.
(…) Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable.
Él cuida el sendero de los justos
Y protege el camino de sus
fieles.
Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
La equidad y todo buen camino (…)”
Proverbios 2:1-10 (NVI)
Hay algo que
no deja de cautivarme de los proverbios de Salomón. Cuando leo “hijo mío”
inmediatamente imagino a Dios abrazándome tiernamente y diciéndome sin palabras
“Sé cuando te cuesta hacerle frente a tu propia naturaleza pecaminosa, te
entiendo y te amo así débil como sos”
Sin embargo
quiero enfatizar los versículos 7 y 8 porque es donde encuentro la respuesta a
la pregunta que tanto ronda en mi cabeza en esta etapa de mi vida ¿Por qué seguir la convicción de Cristo y
no vivir como lo hace todo el mundo?
Si bien
tenemos una infinitud de respuestas memorizadas propias del ámbito cristiano,
creo que es importante volver a replantearnos la cuestión con un corazón
sincero y una respuesta que venga de la Palabra de Dios.
En primer
lugar el Señor promete ayudarnos en este mundo que muchas veces puede resultar agobiante,
y qué mejor que tener al creador del mismo de nuestro lado. Pero a pesar de que
conocemos esta realidad, en infinitas oportunidades decidimos batallar con
nuestras propias fuerzas, golpearnos contra los problemas; para una vez
destrozados, volvernos a Dios en búsqueda de auxilio. La Palabra de Dios nos
dice:
“(…) Si la vida es como una
carrera, y ustedes tienen ya cansadas las manos y débiles las rodillas, cobren
nuevas fuerzas. Corran por un camino recto y parejo, para que el pie que
esté cojo se sane y no se tuerza más.”
Hebreos 12:12 y 13 (TLA)
En esta
pequeña porción también descubro que nuestro Papá Celestial tiene el poder para
sanarnos sin importar nuestra condición, para guiarnos nuevamente a la verdad y
para renovar nuestras fuerzas.
En segundo
lugar resalto la frase “y protege a los de conducta intachable”.
Hace un par de
días mientras conversaba con una amiga me dijo:
“La
reputación que tardaste toda una vida en formar se puede desmoronar en dos
segundos”
Sin duda el
seguir los pasos de Jesús trae admiración a los ojos de las personas de este
mundo, porque Dios es amor, justicia, bondad, entre otras muchas cosas; y si bien
en ocasiones estas características son condenadas por los seguidores del pecado,
en mi caso, las veces que he podido demostrarlas fui elogiada.
Qué triste
que es cuando por un momento de terquedad, de seducción, destruimos todo lo que
con tanto amor Dios nos regaló.
Para evitar ésto
debemos buscar y escuchar la voz de Dios cuando estamos en crisis y también cuando
nos sentimos llenos del Espíritu Santo. De modo que podamos estar firmes y
listos para batallar en todo momento.
“El temor del Señor es el
principio del conocimiento;
los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.”
los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.”
Proverbios 1:7 (NVI)
Los últimos versículos de
la porción que seleccioné dicen “y entonces comprenderás…”. Puede que mientras transitemos
un momento difícil, o cuando nos alejemos de Él y estemos cegados por el pecado,
no entendamos su manera de actuar; pero si de corazón buscamos a Dios y su
sabiduría vamos a pensar cada día un poco más conforme a su voluntad. Ojalá todos
sus hijos podamos hacerlo.
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