domingo, 5 de junio de 2016

Con olor a pata


Lectura: Juan 13:2-20


Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena....Juan 13:3,4


Hace un par de domingos marcamos la causa que llevó a Jesús a ese momento lo que le permitía disfrutar sus últimas horas de vida junto a los discípulos y es que los amó hasta el fin No hay dimensión mayor que esa para el amor y el de Jesús fue hasta ahí. Pero la noche continuó su curso y aquel que aparentemente tenía que disfrutar, ser servido volvió a hacer de las suyas se levantó de la cena y comenzó a preparar todo para…
¿lavar pieces ajenos? 
Bueno, que un amigo lo haga por alguien que esté imposibilitado, un sirviente o un esclavo es posible pero ¿que un Dios realice ese trabajo? El salvador del mundo, el Rey esperado, el Mesías y libertador no puede lavar pies ajenos, es entendible que sane a las personas que resucite muertos y expulse demonios pero ¿que lave pies?

Hace un par de años viví una experiencia donde junto con un equipo íbamos a barrios carenciados y regalábamos zapatillas pero lo hacíamos de una forma particular, colocábamos las sillas en hilera sentábamos a la persona que recibiría el calzado y lavábamos sus pies mientras conversábamos acerca de Jesús con ellas. Confieso que al principio me resultó incómodo pero cuando comienzas a establecer el contacto con la otra persona la verdad es algo insuperable lo que sucede, y no solo eso sino que cuando miraba a mi izquierda o derecha me encontraba con muchos amigos en la misma altura y posición que yo.


En primer lugar cuando vemos a Jesús lavando los pies de sus discípulos no debemos olvidar quién era Él. Frases como  “pues si yo, el Señor y Maestro” vs.14 “Sabiendo Jesús” vs.3 nos muestran que Jesús no hacía esto porque tenía problemas de autoestima o se creía menos de lo que era (como muchas veces solemos juzgar de aquellos que renuncian a sí mismos por servir a otros) y que si Él lo hizo cuánto más nosotros debemos hacerlo que somos SIERVOS, TODOS SOMOS SIERVOS y tenemos un llamado “SERVIR”. Lamentablemente muchos han olvidado esto y dejan de hacerlo porque no se han agachado lo suficiente para lavar pies ajenos, eso les nubló el corazón y les impidió ver a sus pares en su misma altura.  


En segundo lugar Jesús lavó los pies de todos ellos, (“Cuando terminó de lavarles los pies..” vs.12) Él sabía que había un traidor entre ellos pero no hizo distinción alguna, esa noche había pies de todos los olores posibles pero pienso que los más difíciles de tomar fueron los que tenían olor a traición (“no todos están limpios”) pero los lavó igual. Una cosa es servir a quienes nos facilitan la tarea y disfrutan de tu servicio, un poco más complicado es servir a los que se resisten (Pedros) pero que luego ceden al conocer tu corazón y buena intención, pero difícil cosa es servir a quien nos odia y desea lo peor para nosotros, “les he puesto el ejemplo para que hagan lo mismo”.

"Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.
 Aunque era Dios,
   no consideró que el ser igual a Dios
   fuera algo a lo cual aferrarse.
 En cambio, renunció a sus privilegios divinos;
   adoptó la humilde posición de un esclavo
   y nació como un ser humano.
Cuando apareció en forma de hombre,
   se humilló a sí mismo en obediencia a Dios

   y murió en una cruz como morían los criminales." Filipenses 2:5-8


Actitudes como esta producen efectos aún en los corazones más duros, el arrepentimiento no tardó en aparecer en Judas luego de que lo traicionara y estoy seguro que el hecho de que sus pies estuvieran un poco más limpios que de costumbre tuvieron algo que ver en todo esto.


Que hoy puedas volver a  tomar la toalla del servicio (en casa, la calle o la iglesia) que puedas doblar tu orgullo y arrodillárte ante alguien más para bendecirlo (sin hacer distinción sobre si lo merece o no) y laves sus pies sucios, cansados y apestosos.

QUE TENGAS UN LINDO DÍA



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