José Canepa miró la fecha en el calendario: 5 de diciembre, día de su cumpleaños. Pero no toda ocasión de cumpleaños trae felicidad.
 Canepa sonrió y se encaminó al baño. Quiso encender un cigarrillo, pero
 había una fuga de gas en el baño, y hubo una explosión que lo dejó con 
quemaduras graves.
Llamó una ambulancia, pero en el camino al hospital la ambulancia 
chocó con otro vehículo. José sufrió la fractura de una pierna, así que 
lo subieron a otra ambulancia. Al llegar al hospital, se resbaló de la 
camilla y se dislocó un tobillo. Estas fueron las aventuras de José 
Canepa en su día especial.
El médico que tuvo que curarle las quemaduras, enyesarle la pierna y vendarle el tobillo le dijo: «De todos modos, don José, ¡feliz cumpleaños!»
Hay fechas en el año que obligan a hacer un saludo tradicional. Por eso decimos: «¡Feliz cumpleaños!», o «¡Feliz Navidad!» o «¡Feliz Año Nuevo!» Aunque ese día nos vaya tan mal como cualquier otro, de todos modos damos el saludo porque es lo correcto.
Sin embargo, lo cierto es que los días de nuestra vida están llenos 
de sorpresas, y éstas no discriminan entre días especiales y días 
ordinarios. El día menos pensado puede sonar la alarma y Cristo llegara en su Gloria a buscar a su iglecia ya que nadie sabe, ni el dia ni la hora en que el vendra (Mt. 24:36). Al levantarse en la mañana, no sabemos de 
qué modo llegaremos al descanso por la noche. El día puede depararnos bienestar
 o calamidad.
¿Qué nos dice todo esto? Que debemos vivir con fe, vivamos poniendo en accion nuestra fe.
 Que como la vida es tan incierta, tan insegura, debemos tener cada 
momento de cada día nuestra fe y confianza puesta en el que lo tiene 
todo bajo control (1Pe 5:2). Esa persona es Jesucristo: Señor, Salvador, Maestro y
 Amigo. 
No obstante, debemos reconocer que el poner nuestra vida en las manos
 de Cristo no nos pone necesariamente al cubierto de problemas. Pero sí 
nos libra de la desesperación (Sal.46:1-2). Nuestro problema no es la desventura; es 
la desesperación. Es, en otras palabras, la manera como reaccionamos.
Cuando Cristo es nuestro Señor y
 Dueño, podemos confiar en que Él, a la larga, todo lo hace bien. No 
siempre comprenderemos el porqué de la desventura, pero podemos, 
siempre, tener fe en el amor y en la sabiduría de Dios. Más vale que 
recordemos que ninguno de nosotros tiene previo conocimiento. El único 
que conoce el futuro es Dios, que todo lo sabe y tiene nuestra vida en 
sus manos. Cristo es el Señor de toda circunstancia. Pongamos nuestra 
confianza en Él.
Dios les bendiga! Que tengas un hermoso fin de semana en El Señor.

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