En el primer devocional de la semana, con esta pequeña
reflexión, quizás podamos replantearnos dónde estamos parados en la fe y en qué
manera “creemos” en Jesús, hasta dónde llega nuestra fe.
Una vieja anécdota cuenta que un joven acróbata tendió una
cuerda sobre el vacío y antes de subirse en ella miró a los curiosos que
observaban atónitos: “¿Creen ustedes que puedo caminar sobre la cuerda sin
caerme?” y todos gritaron: ¡Siii!. El acróbata anduvo por la cuerda a una
altura que daba vértigo de solo verlo y fue muy aplaudido y ovacionado por
todos. Luego tomó una carretilla y gritó: “¿Creen que también puedo cruzar con
esto?” Con un asentimiento general todos gritaron: “¡Sí, lo creemos!” Cerca de
él se hallaba una señora que aplaudía con entusiasmo. El equilibrista se volvió
hacia ella y le dijo: “Entonces, sea tan amable y súbase a la carretilla”. La
señora se quedó pálida y se negó a hacerlo.
No me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.
Romanos 1:16
Romanos 1:16
Creer… y no subirse, éste es el problema de muchos. ¿De qué
sirve la fe si uno no acude a Jesucristo y le confía su vida? Todos los que han
dado ese paso de fe pueden testificar que Él da la paz interior, una paz que
desconocíamos hasta entonces. Pedro lo vivió cuando el Señor lo invitó a bajarse de la barca y caminar sobre el agua hacia él. Pedro a pesar de sus miedos se animó a bajarse, a pesar de que luego al ver las grandes olas y el viento comenzara a undirse. Lo importante es que tuvo fe en Cristo y salió de su forma de confort y no se quedó en solo palabrería. En la práctica, ¿cómo se da este paso de fe?
Orando al Señor Jesús y entregándole toda nuestra vida. Cree que él murió por
vos personalmente en la cruz y agradécele que haya hecho todo lo necesario para
tu salvación ante Dios. “Es, pues, la fe… la convicción de lo que no se ve”.
“Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:1
y 6). Así que cuando alguien confía en Cristo, su fe no es una mera esperanza
incierta y arriesgada, sino una certidumbre gozosa.
Dios te bendiga y tengas una buena semana.
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