Entre tantos discursos que hoy en día existen acerca de las
religiones, se puede decir que la mayoría apunta a lo mismo. Siempre escuchamos
personas diciendo que el fin de toda religión es el mismo y que está bien que
cada uno crea en su dios, siempre y cuando lo más importante sea el amor al
prójimo.
Entonces esto me lleva a preguntar: ¿Qué diferencia hay
entre el dios que cada uno tiene, y el equipo de fútbol que cada uno tiene? o
¿qué diferencia hay entre la música que elegimos escuchar y el dios en el que
elegimos creer? ¿Qué diferencia hay entre la
carrera que elijo seguir y el dios al que elijo seguir?, si ambos son elegidos
respetando a los demás, y pensando en un mundo mejor.
La gente habla mucho de las religiones y las diferentes creencias,
sin conocer al verdadero Dios. En cambio, cuando uno lee la Biblia descubre la
gran diferencia: No es que nosotros elegimos a Dios, como elegimos a Colon o Unión,
o a Mozart o a Fito Páez. Sino que es Dios quien nos elije a nosotros.
En cierta ocasión, el Señor Jesucristo le dice a sus
discípulos: “no me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes”. (Juan 15:16)
A veces confundimos esto, porque nos creemos dueños de
nuestro propio corazón cuando decimos: “voy al cielo porque YO me arrepentí de
mis pecados y creo en Jesús”, o “porque le di una oportunidad a Dios”. Como si nosotros
tendríamos la libertad de elegirlo a Él, o como si tendríamos que darle
oportunidades a Dios para que Él entre en nuestro corazón.
¿De quién es nuestro corazón? ¿Quién tiene el poder de
ablandarlo? Solo Dios. Cuando Israel estaba por salir de Egipto. ¿Quién
endurecía el corazón de faraón? ¿Seguiremos pensando que era faraón que se
enojaba? ERA DIOS!! En Éxodo 33:19 Dios le dice a Moisés: “Tendré misericordia
del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.'' En
Romanos 9:16: “Así que no depende del que sigue o corre hacia Dios, sino de
Dios que tiene misericordia’’. Romanos 9:18 “De manera que de quien quiere
tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.”
Dios es quien nos elige, Dios es quien nos da oportunidades
a nosotros, y Dios es quien ablanda nuestro corazón para que nos arrepintamos. Siempre
tendemos a pensar que la salvación es “por nuestra fe, por medio de la gracia de Dios”, pero en Efesios
dice que es “por gracia de Dios, por medio de la fe”, para que nadie se gloríe. No dependía
de nosotros ser salvos, sino de SU MISERICORDIA.
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