“Estas cosas os he hablado
para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo.” Juan 16:33
Hace
poco leía en un libro de Ray Comfort sobre la gran mentira del falso evangelio
moderno: “Dios tiene un plan maravilloso para tu vida”, “Dios te promete
felicidad si te haces cristiano”, “Jesús resuelve tus problemas” y muchas
frases así que suelen confundir a los oyentes con cristianismo igual a felicidad
segura en la vida presente. Lo cierto es que este “evangelio moderno” está muy
lejos de ser cierto y muchos han quedado desilusionados por no encontrar en
este “cristianismo” la felicidad que le prometieron hasta el punto de negar
profundamente la existencia de Dios y negarse a escuchar el verdadero y único
evangelio. Jesús mismo advirtió que íbamos a pasar por aflicciones (Mateo
10:16-25) para prepararnos frente a estas.
Cualquiera
pensaría que para convencer a alguien que haga tal o cual cosa le diríamos que
la va a pasar bien y endulzaríamos sus oídos con palabras que le dejarían
satisfecho de tomar esa decisión sin calcular el costo sino que en base a nuestra propia experiencia decida hacerlo.
Sin embargo Cristo no fue así, él nos dijo que como cristianos íbamos a padecer
persecución y muchos cristianos, hasta los mismos discípulos, a lo largo de la
historia de la humanidad; han pasado por persecución. La verdad es que la
aflicción es la porción de muchos cristianos hasta el día de hoy. Sin embargo
¿Qué mueve a los verdaderos cristianos a seguir a Cristo a pesar de las muchas
aflicciones que pasan? La respuesta está en la cruz, en la muerte de Cristo y
en su gran victoria sobre el pecado y la muerte mediante su resurrección ¿Por
qué? Porque esa fue la mayor muestra de amor por nosotros y eso es a lo que
Jesús quiere dirigir nuestra mirada en el versículo 33 de Juan 16: su victoria
suprema en la cruz. Entonces, cuando nos sentimos agobiados pensamos en la cruz
y el agobiante asenso de Cristo al Gólgota y tenemos paz. Cuando las lágrimas
recorren nuestras mejillas, recordamos las lágrimas de Jesús en Getsemaní y
tenemos paz. Cuando se burlan de nosotros por hablar de Dios recordamos como
Cristo fue burlado por los soldados romanos y tenemos paz. Cuando se alejan de
nosotros las personas que queremos, recordamos como Jesús fue abandonado por
sus discípulos y tenemos paz. Cuando nos persiguen, se nos viene a la memoria
como Jesús fue condenado a muerte injustamente y tenemos paz. Tenemos paz
interior porque por medio de Cristo y su muerte fuimos reconciliados con el
Dios Creador de cielo y de la tierra. Eso es lo que importa, no la felicidad; y
solo Jesús es el único que nos puede entender cuando pasamos por aflicciones. Jesús
no nos prometió felicidad pero nos prometió algo que verdaderamente importa:
vivir para siempre con él en el cielo, porque sabía muy bien que el tiempo
vivido en la tierra no se compara en nada con el vivido en la eternidad. Eso es
lo que nos hace estar firmes a pesar de las pruebas y las aflicciones ¡Cómo no
agradecer por ello!
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