jueves, 10 de noviembre de 2016

Un Lenguaje con Sujeto

El Verbo se hizo hombre: En el principio ya existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. (Juan 1:1)

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.(vers. 14)


Nuestros actos pertenecen a la obra de Dios la cual conocemos por las obras de Jesús escritas en la biblia. En el libro de Juan se describe que al principio fue el verbo el cual era Dios y que se hizo hombre para poder relacionarse a imagen con nosotros, de esta forma escueta pero en un intento de hacerla simple quiero decir que, Dios es descrito por Juan como Verbo, Vida, Luz, Amor... y el que no conoce a Dios no conoce el sentido de estas palabras. Es por eso que el que nace en Cristo nace en su discurso. Según J. Lacan (Autor francés entre otras cosas) entiende a lo que llamamos discurso a aquello que puede determinar a un sujeto, producirlo, causarlo, o sea, su historia, y, más precisamente, la historia de un decir, el que estaba ya antes incluso de su nacimiento en el discurso de sus padres, el que desde su nacimiento no deja de acompañarlo y de orientar su vida en un <tú eres eso>. Entonces, después de toda esta compleja definición decimos que el discurso que nos define como hijos de Dios, define nuestro propio discurso, y nuestros actos. En Juan 3:16 leemos: De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Si recortamos el versículo y leemos: De tal manera amó Dios al mundo, que DIO, podemos distinguir que, si lo leemos un par de veces, tiene un enfoque distinto pero que la idea está en el verbo DAR, y se nos presenta un cuadro más claro en tanto el acto de amor es el acto de dar, sin esperar. Tener iniciativa para con uno y para con los demás. Entonces, en el acto que como cristianos vivimos ya sumergidos en el amor de Dios ponemos el cuerpo o ponemos nuestra voz (ya que el hablar también es acción) dejando que Dios haga por medio de nosotros sin que muchas veces nos demos cuenta. Como desafío propongo que tengamos en mente que, en este hacer, establecemos lazo, relación y bendición. Que somos hijos de Dios sujetos a un lenguaje especial, a la palabra de Dios y su decir. Un lenguaje sanador y de amor; no un lenguaje sin sujeto como lo es el de la ciencia, reprochado esto por Lacan quien en contra del concepto que el ideal del lenguaje de la ciencia sea uno en cual sería mejor si habría un sujeto sin (por así decir) espíritu y que por ello describe que el sujeto para él es un sujeto que se toma de un otro para ganar significado a sus actos, es decir, sentido. Y es en ese otro en donde el sujeto se pierde, muere para dar paso al sentido. Este otro es Dios, y necesitamos de su palabra para hablar, de sus actos para hacer, morir para que nazca. Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4)

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