“Pero Jehová se había enojado
contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová:
Basta, no me hables más de este asunto.” Deuteronomio 3:26
En la facultad nos
hicieron hacer un ejercicio muy extraño: nos agrupábamos de a dos y cada uno escribía lo que quiere por ejemplo “quiero un auto” “quiero tener amigos”,
luego teníamos que decir cada uno de nuestros “quieros” a nuestro compañero a la vez que el otro nos
respondía en un tono de voz firme y fuerte un “¡No!” rotundo. La situación fue
bastante estresante y no muy lindo que digamos. Cuento esta anécdota para
ejemplificar como nos sentimos cuando alguien nos dice que no a lo que
queremos, en especial cuando ese alguien es Dios. Es una situación angustiante
porque quizás tenemos una lista de razones por la cual consideramos que ese
“quiero” sea factible que Dios lo haga por nosotros y llega un punto que nos
encaprichamos con la idea y no entendemos porque Dios nos hace esto. Sabemos
que sus propósitos son buenos pero al fin y al cabo en ese momento solo
quisiéramos que Dios nos dijera por qué tomó esa decisión, algo así como que exponga
cuáles son sus razones de no hacer lo que deseábamos que haga. Pero Dios no
tiene por qué dar cuenta de nada ni a nadie de lo que hace.
No piense que es la única persona que le pasa eso, gracias a Dios que tenemos un montón de ejemplos en la Biblia que nos demuestran y de alguna forma nos preparan sobre cosas que a menudo nos van a pasar.
Como vemos en el versículo citado anteriormente Moisés, un gran hombre, el que por mano poderosa de Dios liberó a todo un pueblo de la esclavitud, recibió un NO de parte de Dios ¿Qué le pidió Moisés a Dios que recibió esta respuesta? Lo vemos en el versículo 24 y 25: “Oh Señor Soberano, a mí, tu siervo, recién has comenzado a mostrar tu grandeza y la fuerza de tu mano. ¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú? Te pido, por favor, que me permitas cruzar el Jordán para ver esa tierra maravillosa que hay del otro lado, la bella zona montañosa y los montes del Líbano” ¿Parece razonable verdad? Después de haber aguantado y guiado a un pueblo rebelde durante cuarenta años por el desierto ¿no era justificable que Dios le diera algo que para él era realmente importante, algo por lo cual había esperado tantos años? ¿No se parece algo a la forma que oramos cuando le pedimos a Dios algo que es importante para nosotros? ¿Puede identificarse con Moisés en esta ocasión? Esta situación me hace acordar a lo que vivió Pablo, su “aguijón en la carne”, el cual nos dice “tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:8y9). Al comparar esta dos peticiones de estos grandes hombres de Dios puedo ver que ese "¡No!” de Dios es una muestra de su enorme e infinita gracia y misericordia. Él nos lleva a callar ante su presencia y conformarnos con su voluntad.
¿Qué cosa mejor que se haga su voluntad en nuestra vida y que Él no sea un juguete de nuestros caprichosos designios? Pero aunque lo que pidamos sea algo bueno, Dios siempre tiene la mejor respuesta. Es bueno que pidamos pero el hecho de que a veces Él no nos conceda eso que deseamos no significa que no haya aceptado nuestras oraciones. Eso lo vemos en el mayor ejemplo, Cristo; que “ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” (Hebreos 5:7). Aunque no fue librado de la muerte por amor a nosotros, sí paso, en gran parte, como dice un comentarista; la amargura de la copa al ser oído por su temor reverente, por su deseo de que se haga la voluntad de su Padre. Ojalá tomemos este hermoso ejemplo de someternos a la voluntad de Dios cuando las cosas no se hacen como queremos y simplemente ver su respuesta como muestra de su amor y misericordia.
No piense que es la única persona que le pasa eso, gracias a Dios que tenemos un montón de ejemplos en la Biblia que nos demuestran y de alguna forma nos preparan sobre cosas que a menudo nos van a pasar.
Como vemos en el versículo citado anteriormente Moisés, un gran hombre, el que por mano poderosa de Dios liberó a todo un pueblo de la esclavitud, recibió un NO de parte de Dios ¿Qué le pidió Moisés a Dios que recibió esta respuesta? Lo vemos en el versículo 24 y 25: “Oh Señor Soberano, a mí, tu siervo, recién has comenzado a mostrar tu grandeza y la fuerza de tu mano. ¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú? Te pido, por favor, que me permitas cruzar el Jordán para ver esa tierra maravillosa que hay del otro lado, la bella zona montañosa y los montes del Líbano” ¿Parece razonable verdad? Después de haber aguantado y guiado a un pueblo rebelde durante cuarenta años por el desierto ¿no era justificable que Dios le diera algo que para él era realmente importante, algo por lo cual había esperado tantos años? ¿No se parece algo a la forma que oramos cuando le pedimos a Dios algo que es importante para nosotros? ¿Puede identificarse con Moisés en esta ocasión? Esta situación me hace acordar a lo que vivió Pablo, su “aguijón en la carne”, el cual nos dice “tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:8y9). Al comparar esta dos peticiones de estos grandes hombres de Dios puedo ver que ese "¡No!” de Dios es una muestra de su enorme e infinita gracia y misericordia. Él nos lleva a callar ante su presencia y conformarnos con su voluntad.
¿Qué cosa mejor que se haga su voluntad en nuestra vida y que Él no sea un juguete de nuestros caprichosos designios? Pero aunque lo que pidamos sea algo bueno, Dios siempre tiene la mejor respuesta. Es bueno que pidamos pero el hecho de que a veces Él no nos conceda eso que deseamos no significa que no haya aceptado nuestras oraciones. Eso lo vemos en el mayor ejemplo, Cristo; que “ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” (Hebreos 5:7). Aunque no fue librado de la muerte por amor a nosotros, sí paso, en gran parte, como dice un comentarista; la amargura de la copa al ser oído por su temor reverente, por su deseo de que se haga la voluntad de su Padre. Ojalá tomemos este hermoso ejemplo de someternos a la voluntad de Dios cuando las cosas no se hacen como queremos y simplemente ver su respuesta como muestra de su amor y misericordia.
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