domingo, 2 de octubre de 2016

Mi futuro es suyo


“Escúchenme, ustedes, los que dicen: «Hoy o mañana iremos a la ciudad; allí nos quedaremos todo un año, y haremos buenos negocios y ganaremos mucho dinero.» ¿CÓMO PUEDEN HABLAR ASÍ, CUANDO NI SIQUIERA SABEN LO QUE LES VA A SUCEDER MAÑANA? SU VIDA ES COMO LA NIEBLA: APARECE POR UN POCO DE TIEMPO, Y LUEGO DESAPARECE.  MÁS BIEN, DEBERÍAN DECIR: «SI DIOS QUIERE, VIVIREMOS Y HAREMOS ESTO O AQUELLO.» Sin embargo, a ustedes les gusta hablar con orgullo, como si fueran dueños del futuro, y eso es muy malo.  Si ustedes saben hacer lo bueno y no lo hacen, ya están pecando.”
Santiago 4: 13-17 (TLA)

En el momento en que me sentí más capaz, más talentosa, más capacitada y más llena de oportunidades en cuanto a mi vida deportiva; también estaba más lejos del principal objetivo que Dios tenía para mí. Y entonces, sin poder entenderlo en un primer momento, nuestro Papá Celestial que conoce hasta las necesidades más profundas que incluso nosotros desconocemos, permitió que dejara de caminar como consecuencia de una grave lesión. 

Lo que hizo que me diera cuenta de que tenía que redireccionar mis mayores esfuerzos a otras áreas de mi vida. Noté que había perdido los hábitos de una relación profunda con Dios.

Recuerdo decir una vez a mi papá:
“Si sólo actuamos para satisfacer nuestras necesidades nunca vamos a llegar  a ser felices”

Y por lo general, nuestros deseos se basan en las demandas de la sociedad. Pero el Señor nos enseña que es Él quien nos da dignidad como personas, y no el reconocimiento humano.

Sin duda estaba en el camino erróneo hacia el gozo. Todos mis planes se frustraron, sin embargo, aprendí la lección. Dios quiere que entreguemos todo en sus manos, hasta lo más preciado, incluso nuestro cuerpo.

Es bueno tener metas, pero las metas nos pueden decepcionar si dejamos a Dios fuera de ellas. No vale la pena hacer planes como si Dios no existiera porque el futuro está en sus manos (…) Si pone los deseos de Dios en el centro de sus planes, Él nunca lo decepcionará (Comentario Biblia del Diario Vivir)


Confío a Dios mi futuro, ¿y vos? 

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