miércoles, 5 de octubre de 2016

Panes y peces


JUAN 6
 "Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?(3 y 5). Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.(8-12)" 
Movía multitudes, miles le seguían para oír lo que él decía. No era un político, ni un artista famoso. Era el Maestro de los maestros, Dios hecho hombre, Cristo.
Todos querían escuchar su palabra y ser tocados por su mano milagrosa, todos querían ser sanados. Su fama se extendió de boca en boca, no había quien no haya oído de él y de sus señales. Tanto así, que convocó a más de cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños, en un monte al otro lado del mar de Galilea. ¡Era increíble!
Jesús había estado enseñando, ayudando y sanando todo el día, y al caer la noche, la gente aún permanecía allí. Alzó su vista y miró a los miles que lo acompañaban. De seguro estaba cansado, pero su mirada de compasión y amor pudo más. Esto lo llevó a multiplicar los panes y los peces de un simple joven para alimentar a todos los presentes. No solo alcanzó, sino que sobró.

Tal vez no movamos multitudes. Pero todos tenemos “panes y peces” para ofrecer, que en las manos de Cristo se pueden multiplicar y llegar a muchos. Su poder es abundante, nos da más de lo que podamos imaginar. Tal vez podemos hacer más de lo que estamos haciendo. Alcemos la vista, miremos la necesidad como lo hizo Jesús y pongamos nuestros panes y peces a disposición de él.

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