Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.
Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo.
(MARCOS 14 : 6 - 9 )
Me esforcé, lo di todo pero no alcanzó, de echo nunca parece ser suficiente, la vara es demasiado alta como para colmar las expectativas de los demás, pocas veces logro conformarlos y muchas veces me lleva a bajar los brazos, a no querer seguir, a tirarlo todo por la borda y sencillamente abandonar.
Esto es lo que sucede con nosotros como primeros actores (esto es lo que me ha sucedido) cuando no tenemos bien en claro para quién o con qué propósito estamos haciéndolo, o lo mismo como secundarios, cuando somos nosotros mismos los que esperamos de otros cosas que no nos prometieron (entiéndase que no estoy refiriéndome a promesas incumplidas, sino a las falsas expectativas que se nos generan con respecto a otras personas).
Creo que si esa noche hubiese estado en el lugar de María, habría pensado lo mismo al escuchar los reproches de aquellos a quienes respetaba (los discípulos). Es que nos duele tanto recibir la desaprobación de quienes respetamos (sobre todo si es en público) a pesar de que hicimos lo que pudimos. Creo que en el fondo algo de esto pasó por el corazón de María, por eso Jesús tuvo que salir en su defensa poniendo las cosas en su sitio y dejándolos de cara a quienes la reprobaron porque al final el reproche se lo llevaron ellos.
Revisa bien la escena y contesta lo siguiente: ¿De quién crees que vale la pena esperar la aprobación? ¿De Jesús o de los hombres?
Dice la biblia que todo lo que hagamos, ya sea una palabra o un echo concreto, lo hagamos desde el corazón (esto es "sin importar lo que cueste, hacerlo lo mejor posible") y que lo hagamos como para el Señor y no los hombres (donde la aprobación del único que nos debería importar sea la de Dios y nadie mas). En esto también debemos imitar a Jesús, "Éste es mi hijo amado en quién tengo complacencia", éste era el sentir de Dios con la vida que Jesús llevaba. Éste debe ser el sentir de Dios con tu vida y la mía, y depende de nosotros el lograrlo.
Dios sabe valorar cuando algo es sincero y dado de la mejor manera, porque es El quien investiga en nuestros corazones, es El quien se encarga de verlos y valora lo que sale de allí. El es nuestro creador, El es nuestro Dios y en definitiva es en torno a El que deberían girar nuestras expectativas y acciones. NUNCA VAS A SER Y SENTIRTE DEFRAUDADO.
Aplica esto en todo lo que hagas y verás a qué me refiero.
Adora a Dios de esta manera, solos tú y él, nadie más. Busca en tu mente y corazón su presencia y adoralo. Buscalo en su palabra y adoralo. Buscalo en tu relación con las personas y en lo que puedas hacer por ellos y adoralo. Buscalo en tu rutina y adoralo.
Como vamos a pasar por alto semejante escena con semejante enseñanza, María glorificó a Jesús entregándose por completo a él y Jesús nos enseña a imitarla.
Es que sus expectativas se colman no cuando cumples con una forma o religiosa costumbre, sino cuando tu corazón se rinde a él y le da gloria.
Que nada te impida hacerlo.
Escrito por: Ale Barolin
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