miércoles, 23 de marzo de 2016

¿Asombroso o Edificante?


Siempre me pregunte por qué es por fe y no por vista. Qué hace la diferencia entre uno y otro, si la salvación es sencilla pareciera que no condice con la fe.

Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!- 1 de Reyes 19:10 (NVI)

Elías luego de la gran demostración del poder de Dios, huyó para esconderse de Jezabel y cuando Dios lo llama, su respuesta es la que leímos: se excusa con que el pueblo de Israel no lo apoyó, vio descender el fuego, mataron a 400 profetas pero nadie lo defendió ante la amenaza. Lo cierto es que ante un gran milagro a la vista, el corazón de las personas no había sido transformado, sólo había provocado una reacción momentánea.
El asombroso milagro del fuego consumiendo el altar logró que se manifieste quien era el verdadero Dios, pero no una inclinación de sus corazones hacia el Dios vivo y verdadero.
Podemos recordar al pueblo de Israel, salido de Egipto. Experimentaron el haber atravesado un mar en seco y ver morir a sus espaldas al numeroso ejército egipcio. A pesar de eso, en el desierto quedó expuesto que su corazón no había cambiado, por tal motivo hicieron un becerro de oro y lo reconocieron como a quien los liberó de Egipto.

Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. - 1 Corintios 14:7-9 (RV60)

Lo que deslumbra no es tan importante como lo que edifica. ¿Puede realmente un milagro producir cambios verdaderos en el corazón de las personas? Los poderosos milagros sirven a la vista o los oídos cerrados, para luego los corazones ser atravesados por la Palabra de Dios. Nuestro crecimiento no puede basarse en emociones y exitaciones momentáneas, sino por lo que realmente edifica, la Palabra de Dios.

Solo la Fe produce convicciones firmes y duraderas, lo asombroso a la vista puede ser opacado luego por otro milagro, y así queda olvidado. Escuchar las verdades divinas, confiar y aceptarlas como directrices que dirigen nuestra vida es lo que marca la diferencia.
Pues nos defendemos con el escudo de la fe, vencemos al mundo por la fe (1 Juan 5:4), andamos por Fe (2 Corintios 5:7) y la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.

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