lunes, 16 de marzo de 2015

¡SAQUEN UNA HOJA!


La escuela o la facultad son lugares donde vamos a aprender, no solamente lo correspondiente a lo que nos enseñan los profesores en el aula o lo que nos dicen los libros, sino también un lugar, un ambiente que nos ayuda a crecer, a madurar como personas, como jóvenes, como hombres y mujeres. Pero fundamentalmente uno va a estos lugares a que nos enseñen o nos muestren la manera de aprender ciertos conocimientos, sumar, restar, leer, y cosas más avanzadas a medida que vamos creciendo como teorías y fórmulas más complejas. 

La forma o la manera más aceptada por los profesores para saber si un alumno aprendió lo que le fue explicado en clases o si leyó y comprendió lo que dice el libro, es mediante un examen o prueba. Al prepararnos para esa prueba releemos el libro o los apuntes de clases varias veces, hacemos cuadros, memorizamos, hacemos varios ejercicios en el caso de que sean materias como matemáticas, etc. Esto lo hacemos para afianzar los conocimientos y una vez que estamos en el momento de la prueba recordar todo lo que practicamos y sacarnos un “super diez”… Bueno, o por lo menos aprobar el examen. 

Lo mismo sucede en otros lugares como en los clubes cuando quieren contratar a un jugador, ese jugador debe realizar una prueba para demostrar cómo juega, las habilidades que ha ido desarrollando y practicando. Pasa también para entrar a una banda de música, para una entrevista de trabajo y para muchos casos más. 



Ahora, ¿cómo hacemos nosotros para probar nuestra fe, o probar las cosas que hemos aprendido y que nos enseña la palabra de Dios? Porque la biblia nos dice que nuestra fe es sometida a prueba (1 Pedro 1:7), mediante las circunstancias que nos ocurren día a día. Por lo tanto, todo lo que sabemos, lo que oímos en la iglesia, lo que leemos en nuestra biblia y de todo lo que nos llenamos como cristianos, es probado. Por ejemplo, sabemos como hijos de Dios que no debemos enojarnos con nuestros hermanos, y si lo hacemos no debemos dejar que “se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Eso es en la teoría, nosotros lo sabemos, pero muchas veces en la práctica, igualmente nos enojamos y no solamente se pone el sol sobre nuestro enojo sino también la luna y todos los astros. Es justamente en esas situaciones cuando estamos siendo probados. 

Igualmente, nuestra fe es probada. Y es probada a fuego según Pedro (1 Pedro 4:12). En aquellos momentos en que estamos cansados, fatigados y no tenemos más fuerzas, nuestra fe de descansar en el Señor es probada; cuando estamos acelerados, atareados, nerviosos, nuestra fe para dejar todo en manos de Dios y confiar en que Él solucionará nuestros problemas es probada; cuando solo un milagro puede salvarnos de un problema de salud, nuestra fe es probada y el nombre de Cristo exaltado.

Jesús mismo fue probado y tentado por el mismísimo diablo (Mt 4: 1-11). El destino de la humanidad se jugaba en el desierto. El tentador usó sus mejores técnicas de persuasión con el Señor, “si eres Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en pan”. Jesús había estado sin probar bocado cuarenta días y cuarenta noches y efectivamente Él era el Hijo de Dios, pero no obedeció. Su fe fue probada. Y pasó la prueba.

Someter a prueba algo equivale a comprobar que es genuino. Por lo tanto las prueban deben ser vistas como un medio para el crecimiento espiritual nuestro, para aumentar nuestra fe. Y la manera correcta para enfrentar las adversidades, las pruebas, es con “sumo gozo” (Santiago 1: 2-3), lo cual no es algo emocional, sino una decisión al entender que la misma prueba es una oportunidad para madurar en espíritu y en fe.
Pablo comprendía esto a la perfección. Tanto es así que desde la prisión, un lugar para nada confortable, escribió cuatro cartas (Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón) con una llenura del Espíritu. Estas cartas rebosan de sumo gozo y resplandor, de confianza y fortaleza. 

Soportemos las pruebas, ellas nos ayudan a aumentar nuestra fe en Dios y seremos fortalecidos con el Espíritu. Seamos como Jesús que pasó la prueba en el desierto, Él nos dio el poder para hacerlo.

 "Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman." Santiago 1:12

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