lunes, 9 de marzo de 2015

Asombrosa expresión de fe


 Josué 2:1-14

“Josué envió a dos hombres para que exploraran el territorio de Canaán, y de manera especial a la ciudad de Jericó. Los dos hombres salieron de Sitim, y cuando llegaron a Jericó fueron a la casa de una prostituta llamada Rahab. Allí pasaron la noche. Al saber el rey de Jericó que unos israelitas habían llegado esa noche para explorar el país, mandó a decirle a Rahab:
—En tu casa hay dos espías. ¡Mándamelos para acá!
Pero como ella los había escondido, respondió:
—Sí, es verdad. Vinieron unos hombres, pero yo no supe de dónde eran. Salieron al anochecer, antes de que cerraran el portón de la ciudad, y no sé a dónde iban. Si ustedes salen ahora mismo a perseguirlos, seguro que podrán alcanzarlos.
 La verdad es que Rahab los había llevado a la terraza y los había escondido debajo de unos manojos de lino que allí tenía.  Los hombres del rey salieron de la ciudad, y se volvió a cerrar el portón. Buscaron a los espías hasta llegar al cruce del río Jordán.
Antes de que los espías se acostaran, Rahab subió a la terraza y les dijo:
—Yo sé que Dios les ha entregado a ustedes este territorio, y todos tenemos miedo, especialmente los gobernantes.  Sabemos que, cuando salieron de Egipto, Dios secó el Mar rojo para que ustedes pudieran cruzarlo. También sabemos que mataron a Sihón y a Og, los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán. Cuando lo supimos, nos dio mucho miedo y nos desanimamos. Reconocemos que el Dios de ustedes reina en el cielo y también aquí en la tierra. Júrenme en el nombre de ese Dios que tratarán bien a toda mi familia, así como yo los he tratado bien a ustedes. Denme alguna prueba de que así lo harán. ¡Prométanme que salvarán a todos mis familiares! ¡Sálvennos de la muerte!
Los espías le contestaron: — ¡Que Dios nos quite la vida si les pasa algo a ustedes! Pero no le digas a nadie que estuvimos aquí. Cuando Dios nos dé este territorio, prometemos tratarlos bien, a ti y a toda tu familia.”

Rahab vivió en Jericó en la época de Josué. Ella disfruta de éxito financiero excepcional gracias al comercio que practicaba.
Lamentablemente, su <<comercio>> era la prostitución. Era una mujer sin moral, que vivía en una cultura pagana y se dedicaba en forma fanática a todo lo que Dios odia, la cultura misma estaba al borde del juicio.

Ahora que Dios había decidido la destrucción total de esa cultura debido a su extrema perversidad ¿Por qué no tendría Rahab que recibir la justa recompensa por su propio pecado?

Hasta donde existe registro de su vida, no se señalan en absoluto cualidades sobre su vida que merece un trato distinto para ella, era absolutamente pagana, degenerada.

Pero en Hebreos 11:31 dice: “Por la FE la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías” sin embargo, donde se la identifica como <la prostituta Rahab>, es especialmente destacada su nombre por la grandeza de su fe.

Toda su vida había estado dedicada a la búsqueda profana de la satisfacción carnal. Estaba esclavizada por la pasión, y sus pecados la mantenían cautiva, marcada por la condena de Dios y la destrucción eterna. Pero la gracia divina la salvo y la libero de todo eso.
La escritura dice simplemente: “Y ellos fueron y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí” (Josué 2:1)

Por la providencia generosa de Dios, ella sería uno de los ejes del triunfo de Israel. Toda su vida, su carrera y su futuro cambiarían por su encuentro inesperado con los dos espías. Pero la colaboración de Rahab con los espías fue el comienzo de la caída de Jericó.
Leímos que ella los escondió, salvó a los espías, y les pidió que mantenga a salvo a su familia y a ella y fue aceptado su favor. (Josué 2:8-15)

Nótese que la fe de Rahab estuvo acompañada por el temor. No hay nada malo en eso. Sin duda, “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Salmos 111.10).
 Ella había escuchado poderosas evidencias de la supremacía del Señor sobre Egipto. Los espías hicieron un juramento de tratarla con bondad cuando conquistaran su ciudad. Después de hacer el acuerdo, los espías descendieron hacia el valle fuera de las murallas de Jericó.
Rahab les había aconsejado que se escondieran en las montañas durante tres días hasta que el rey cesara la búsqueda de ellos, (vs16)
Y así lo hicieron.
Cuando los hombres regresaron donde estaba Josué, exactamente era lo que esperaba escuchar: “Dios ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros” (vs 24)

En este caso, Dios intervino resueltamente de una manera tan clara, que no dejo dudas a nadie en Canaán, que estaba luchando por Israel. El demolió las enormes murallas de Jericó sin ningún recurso militar. Como sabemos la historia, Dios los hizo marchar alrededor de la ciudad con el arca del pacto (Josué 6). En el séptimo día, marcharon alrededor la ciudad siete veces, hicieron sonar el cuerno de un carnero y gritaron. En un instante, los muros de la ciudad se vinieron abajo (Josué 6:20)
Todo, excepto una parte de la muralla (Josué 6:22-23) entraron a la casa de la ramera y su familia para salvarlos.

Rahab es un ejemplo hermoso del poder transformador de la fe.
Aunque tenía mínimas ventajas espirituales y pocos conocimientos de la verdad, su corazón estaba entregado a Dios.

Arriesgó su vida, dejo de comportarse en una manera que no honraba a Dios. De ese día en adelante, vivió una clase de vida totalmente diferente, como un verdadero héroe de la fe. Dos pasajes la honran por su fe. (Hebreos 11:31) y (Santiago 2:25)” De igual manera, ¿No fue declarada, justa por las obras aun la prostituta Rahab, cuando hospedó a los espías y les ayudó a huir por otro camino”?
Se la presenta como un ejemplo de fe tanto para hombres como para mujeres. Su fe, se vio en el fruto de sus obras antes, de que tuviera siquiera la oportunidad de expresarlo con sus labios.
En Santiago 2:16 dice: “Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”
El hecho preocupante de lo que fue alguna vez solo magnifica la gloria de la gracia divina, que hizo de ella la extraordinaria mujer que llegó a ser. Esa es, después de todo, la lección de su vida. 
“Jesús les dijo: los sanos no tienen necesidad de médicos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a  pecadores” (Marcos 2:17)

Les desafío a tener una fe como Rahab, demostrar nuestra FE en obras, antes de hablar, saquemos todo aquello que nos impida tener una comunión con Dios y temer al Señor. Sin dudas Dios en cada capítulo de la biblia nos habla de su grandeza, su poder, su justicia y su Amor por nosotros. 

Que nuestra fe se renueve cada día.

Dios los bendiga.

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