lunes, 27 de febrero de 2017

¿Quién es apto?


Finalizado el tiempo de alabanza, se produjo un gran silencio, y caminando por el largo pasillo se acercó un hombre que parecía haber terminado en el templo por equivocación. Era robusto, y su cabellera lacia y larga le llegaba hasta la cintura, su barba se asemejaba mucho a la de Papá Noel pero en color castaño, y en sus orejas se lucían unos grandes aros expansores negros; llevaba puesto unos jeans con fundillo y muy rotos, que hacían juego con una remera que parecía tres veces más grande que su talla, y en sus pies traía unas zapatillas de lona, de esas que suelen usar los adolescentes.
Cuando por fin llegó al final del pasillo, subió al púlpito y dijo: “Buen día hermanos, los invito a abrir sus Biblias en Marcos 9:40”

Sin duda este hombre fuera de lo común nos deja mucho en lo que pensar, y el versículo que citó dice así:

“Quien no está contra nosotros, realmente está a nuestro favor” Marcos 9:40 (TLA)

Aquí Jesús nos está enseñando que los que tienen fe en Él están en condiciones de ser sus seguidores y de edificar Su Reino a pesar de no ser iguales a nosotros. Muy por el contrario, no está diciendo que ser indiferente o neutral respecto a Dios es igual a entregarnos a Cristo. No deberíamos permitir que nuestras diferencias interfieran en esa meta. ¿Qué primera impresión te provocó la presencia del hombre descripto al inicio?

Muchas veces, los que crecimos en un contexto cristiano, creemos estar en un nivel superior de espiritualidad. Que lo que aparentemente procede de una moral religiosa, es fruto de una fe sincera. Sin embargo, en la Biblia encontramos que esto no es ninguna garantía:

“Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob, descendientes de Judá, que llevan el nombre de Israel; que juran en el nombre del Señor, e invocan al Dios de Israel, pero no con sinceridad ni justicia” Isaías 48:1 (NVI)

El pueblo de Judá se sentía confiado por su herencia, ciudad y templo, pero esta era una seguridad falsa porque no dependían de Dios. Nada de eso podía darles una relación con  Él. ¿En qué estándares está basada nuestra comunión con el Señor y las demás personas? ¿Estamos cayendo en el error de prejuzgar?

Tal vez, indebidamente, creemos ser jueces de la medición de la Santidad Divina, pero a menudo nos equivocamos en nuestras interpretaciones.

“ (…) Lo que los hace impuros son los insultos y malas palabras que salen de su boca”  Marcos 7:15-16 (TLA)


Ojalá podamos ser portadores de la Palabra de Dios, que nos unamos con gozo con todos los que tengan este fin, y no simplemente juzgadores de quienes merecen llevar adelante esta tarea. 

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