Finalizado el
tiempo de alabanza, se produjo un gran silencio, y caminando por el largo pasillo se acercó un
hombre que parecía haber terminado en el templo por equivocación. Era robusto,
y su cabellera lacia y larga le llegaba hasta la cintura, su barba se asemejaba
mucho a la de Papá Noel pero en color castaño, y en sus orejas se lucían unos
grandes aros expansores negros; llevaba puesto unos jeans con fundillo y muy
rotos, que hacían juego con una remera que parecía tres veces más grande que su
talla, y en sus pies traía unas zapatillas de lona, de esas que suelen usar los
adolescentes.
Cuando por
fin llegó al final del pasillo, subió al púlpito y dijo: “Buen día hermanos,
los invito a abrir sus Biblias en Marcos 9:40”
Sin duda este
hombre fuera de lo común nos deja mucho en lo que pensar, y el versículo que
citó dice así:
“Quien no está contra nosotros, realmente está a nuestro favor” Marcos
9:40 (TLA)
Aquí Jesús nos está enseñando que los que tienen fe en Él
están en condiciones de ser sus seguidores y de edificar Su Reino a pesar de no
ser iguales a nosotros. Muy por el contrario, no está diciendo que ser
indiferente o neutral respecto a Dios es igual a entregarnos a Cristo. No
deberíamos permitir que nuestras diferencias interfieran en esa meta. ¿Qué
primera impresión te provocó la presencia del hombre descripto al inicio?
Muchas veces, los que crecimos en un contexto cristiano,
creemos estar en un nivel superior de espiritualidad. Que lo que aparentemente
procede de una moral religiosa, es fruto de una fe sincera. Sin embargo, en la
Biblia encontramos que esto no es ninguna garantía:
“Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob, descendientes de Judá, que llevan el nombre de Israel; que juran en el nombre del Señor, e invocan al Dios de Israel, pero no con sinceridad ni justicia” Isaías 48:1 (NVI)
El pueblo de Judá se sentía confiado por su herencia, ciudad
y templo, pero esta era una seguridad falsa porque no dependían de Dios. Nada de
eso podía darles una relación con Él. ¿En
qué estándares está basada nuestra comunión con el Señor y las demás personas?
¿Estamos cayendo en el error de prejuzgar?
Tal vez, indebidamente, creemos ser jueces de la medición de
la Santidad Divina, pero a menudo nos equivocamos en nuestras interpretaciones.
“ (…) Lo que los hace impuros son los insultos y malas palabras que salen de su boca” Marcos 7:15-16 (TLA)
Ojalá podamos
ser portadores de la Palabra de Dios, que nos unamos con gozo con todos los que
tengan este fin, y no simplemente juzgadores de quienes merecen llevar adelante
esta tarea.
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