miércoles, 15 de febrero de 2017

El cristianismo alborotador

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“Pero ellos insistían, diciendo: El alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.” Lucas 23:5

El año pasado cuando leía sobre Richard Dawkins, que lo llaman el rottweiler de Darwin, me acordé de este versículo. Este científico una vez pronunció estas palabras: “La fe revelada no es una tontería inofensiva, puede ser una tontería letalmente peligrosa”. En el 2006, Dawkins presentó un documental de dos capítulos titulado ¿La raíz de todo mal?”, abordando lo que él ve como la influencia maligna de la religión organizada en la sociedad. Él no es el primero, ni el último, que critica al cristianismo como “alborotador de la sociedad”. Al mismo Jesús, los principales sacerdotes, para levantar cargos contra Él; le acusan de que “alborota al pueblo”. Todavía continúan esas críticas al cristianismo. No podemos negar un pasado histórico en la Edad Media que nos adjudican como imagen total y absoluta que se mantiene hasta hoy del “cristianismo”, de una falta de “racionalización” o uso del poder para beneficios propios. Pero no podemos afirmar que sin un cristianismo las cosas hubieran sido mejores. Porque sin Cristo, sin discípulos verdaderos de Él no hay nada más, no hay luz brillando en medio de las tinieblas. Debemos recordar que Cristo mismo era acusado de un cargo que no le correspondía. Pero “menos mal” que el cristianismo altera la sociedad de hoy. Peor fuera si no realizara cambios. Nuestras prácticas deben “denunciar” un mundo de pecado, un mundo sin Dios. Cuando hacemos algo bueno, por el servicio a Cristo, estamos demostrando que las cosas pueden cambiar con Dios en el corazón del hombre y que solo Él puede ser la razón de esa obra; y no una recompensa esperada en el futuro o una necesidad de “estar bien” con un Dios castigador y falto de misericordia. Nuestras prácticas tienen que “denunciar”  que el pecado no agrada a Dios y no es el propósito que Él tiene para el hombre. Las acciones de cristianos verdaderos mueven conciencias humanas, nos ayudan a desnaturalizar una concepción errónea sobre el pecado, de reflexionar en base a lo que Dios piensa y no el hombre, por eso genera rechazo. Decirle a un hombre que es pecador es el peor “pecado”, valga la redundancia,  que podes cometer en esta humanidad. Decirle que necesita de Dios es decirle que le falta algo y nadie quiere ser “incompleto”. Cuando para los cristianos Dios es la plenitud completa, el mundo prefiere no reconocer su falta y creerse que no necesita a Dios. En un mundo donde las ideas de progreso, avance y evolución están en el discurso cotidiano, la predica del cristianismo que denuncia el aborto, la homosexualidad, el adulterio, el divorcio, etc., es catalogada de regresiva, irracional, poco científica. La palabra pecado produce rechazo de quien la expresa ¿Cómo vamos a cambiar este mundo, cómo vamos a llevar personas a los pies de Cristo si no denunciamos con nuestras obras, con nuestras palabras que necesitan de Cristo? Dios hace la obra pero eso no significa que nosotros no tenemos que hacer nada. Sigamos el ejemplo de Cristo que denunció un mundo sin Dios pero anunció el único camino para llegar a Él, aunque criticaban sus obras por alborotadoras.

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