“Pero ellos insistían,
diciendo: El alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde
Galilea hasta aquí.” Lucas 23:5
El año pasado cuando leía sobre Richard
Dawkins, que lo llaman el rottweiler de Darwin, me acordé de este versículo.
Este científico una vez pronunció estas palabras: “La fe revelada no es una
tontería inofensiva, puede ser una tontería letalmente peligrosa”. En el 2006,
Dawkins presentó un documental de dos capítulos titulado “¿La raíz
de todo mal?”, abordando lo que él ve como la
influencia maligna de la religión organizada en la sociedad. Él no es el
primero, ni el último, que critica al cristianismo como “alborotador de la
sociedad”. Al
mismo Jesús, los principales sacerdotes, para levantar cargos contra Él; le
acusan de que “alborota al pueblo”. Todavía continúan esas críticas al
cristianismo. No podemos negar un pasado histórico en la Edad Media que nos
adjudican como imagen total y absoluta que se mantiene hasta hoy del
“cristianismo”, de una falta de “racionalización” o uso del poder para
beneficios propios. Pero no podemos afirmar que sin un cristianismo las cosas
hubieran sido mejores. Porque sin Cristo, sin discípulos verdaderos de Él no
hay nada más, no hay luz brillando en medio de las tinieblas. Debemos recordar
que Cristo mismo era acusado de un cargo que no le correspondía. Pero “menos
mal” que el cristianismo altera la sociedad de hoy. Peor fuera si no realizara
cambios. Nuestras prácticas deben “denunciar” un mundo de pecado, un mundo sin
Dios. Cuando hacemos algo bueno, por el servicio a Cristo, estamos demostrando
que las cosas pueden cambiar con Dios en el corazón del hombre y que solo Él
puede ser la razón de esa obra; y no una recompensa esperada en el futuro o una
necesidad de “estar bien” con un Dios castigador y falto de misericordia.
Nuestras prácticas tienen que “denunciar”
que el pecado no agrada a Dios y no es el propósito que Él tiene para el
hombre. Las acciones de cristianos verdaderos mueven conciencias humanas, nos
ayudan a desnaturalizar una concepción errónea sobre el pecado, de reflexionar
en base a lo que Dios piensa y no el hombre, por eso genera rechazo. Decirle a
un hombre que es pecador es el peor “pecado”, valga la redundancia, que podes cometer en esta humanidad. Decirle
que necesita de Dios es decirle que le falta algo y nadie quiere ser
“incompleto”. Cuando para los cristianos Dios es la plenitud completa, el mundo
prefiere no reconocer su falta y creerse que no necesita a Dios. En un mundo
donde las ideas de progreso, avance y evolución están en el discurso cotidiano,
la predica del cristianismo que denuncia el aborto, la homosexualidad, el
adulterio, el divorcio, etc., es catalogada de regresiva, irracional, poco
científica. La palabra pecado produce rechazo de quien la expresa ¿Cómo vamos a
cambiar este mundo, cómo vamos a llevar personas a los pies de Cristo si no
denunciamos con nuestras obras, con nuestras palabras que necesitan de Cristo?
Dios hace la obra pero eso no significa que nosotros no tenemos que hacer nada.
Sigamos el ejemplo de Cristo que denunció un mundo sin Dios pero anunció el
único camino para llegar a Él, aunque criticaban sus obras por alborotadoras.
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