Procurando las cosas
honestas, no sólo delante del Señor, más aun delante de los hombres. 2
Corintios 8:21
¿Qué es la honestidad?
Según el diccionario, HONESTIDAD es: honradez de una
persona. Todos lo respetan por su honestidad.
Hace referencia a aquel que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto u honrado,
según detalla el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
En otras palabras, la honestidad constituye una cualidad humana que consiste en comportarse y expresarse con sinceridad y coherencia, respetando los valores de la justicia y la verdad.
La honestidad es aquella cualidad que buscamos y exigimos en las demás personas.
En otras palabras, la honestidad constituye una cualidad humana que consiste en comportarse y expresarse con sinceridad y coherencia, respetando los valores de la justicia y la verdad.
La honestidad es aquella cualidad que buscamos y exigimos en las demás personas.
¿Qué nos dice Dios acerca de la honestidad?
Dios nos recuerda siempre que debemos hacer las
cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también
delante de los hombres.
Muchas veces tomamos decisiones honestas, es decir
correctas; otras veces podemos tomar decisiones deshonestas (equivocadas).
Hay personas que dicen que está bien ser deshonesto, en
cuanto nadie te atrape. Pero la verdad es que siempre somos “atrapados”. Dios conoce y sabe todos
nuestros actos y pensamientos. El ve todo lo que hacemos.
Según el versículo, no sólo debemos ser honesto delante del
Señor! sino, también delante de los hombres. Dios nos manda a hacer lo correcto
ante los ojos de las personas. Siempre estamos siendo observados, somos carta
leída para el mundo y las demás personas. Si llevamos una vida deshonesta,
entonces cuando queramos hablar de Cristo y de su amor, difícilmente nos
creerán y confiaran en nosotros.
Si llevamos una vida dentro de la iglesia y a la misma vez,
otra muy diferente fuera de ella, en nuestros hogares, trabajo, escuela… el
Señor lo sabe! Y no seremos bendecidos ni honraremos su nombre.
No tenemos que tener dos caras, como dicen. Seamos transparentes delante de Dios y también delante de los hombres.
Recordemos que: "No
hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de
salir a la luz." (Marcos 4:22)
Si llevamos una vida dentro de la iglesia y a la misma vez,
otra muy diferente fuera de ella, en nuestros hogares, trabajo, escuela… el
Señor lo sabe! Y no seremos bendecidos ni honraremos su nombre.
Su palabra dice: “Por
lo demás, hermanos, todo lo honesto…en esto pensad” (Filipenses
4:8). Recordemos que Dios nos mira, y que otros también están viéndonos.
Pensemos y actuemos honradamente.
¿Cómo pueden saber los demás que eres una
persona honrada?
Pidamos al Señor que nos ayude a pensar y a vivir
honradamente, para que así nuestra vida glorifique su nombre.
Bendiciones!
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