miércoles, 17 de febrero de 2016

Borrón y cuenta nueva




“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 

     El perdonar y el pedir perdón, son unas de las acciones más difíciles de realizar por el humano. No sólo el hecho de arrepentirse o perdonar, sino que se trata de olvidar, de borrar de nuestro corazón aquello que nos hirió y que muchas veces deja una marca. Omitir de nuestra memoria los recuerdos  es imposible, lo que no es imposible es eliminar los sentimientos que desencadenan esos recuerdos. Una cicatriz que duele no es cicatriz, aunque hayan pasado los años, sigue siendo una herida abierta.
  
     Por nuestras propias fuerzas no podemos perdonar así, primero debemos  experimentarlo. Dios es el único que puede redimirnos, que siendo omnisciente y sabiendo que volveremos a pecar, nos perdona y no deja rastro alguno de nuestros pecados: 
“Yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. Isaías 43:25
“Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”. Isaías 44:22

     Por lo tanto, para perdonar verdaderamente debemos ser redimidos, y para ser redimidos debemos arrepentirnos:  
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y Tú perdonaste la maldad de mi pecado” Salmos 32:5

     No quiere decir que podamos pecar siempre que queramos porque seremos perdonados, sino que Él sabe cuándo nuestro arrepentimiento es genuino, porque conoce nuestro corazón y sabe cuándo realmente nos arrepentimos y deseamos su perdón. Él borra todos nuestros errores, comienza desde cero, siempre permanece fiel y misericordioso y dispuesto a perdonarnos si lo buscamos.

“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmos 86:5

No hay comentarios:

Publicar un comentario