Un buen día, como otros tantos, Pedro se ocupaba de la oración; y tuvo mucha hambre. Pero mientras le preparaban algo de comer tuvo una visión: Vio que desde el cielo bajaba algo parecido a un gran manto con muchos animales dentro, y una voz le dijo que se levantara, matara y comiera.
El apóstol estaba orando, tuvo hambre y se le presento comida delante ¿Algo podía estar mal? Si! Pedro era un judío ortodoxo, impregnado de las leyes dadas por Dios a los israelitas cientos de años antes. Estas leyes señalaban una lista de animales limpios y otros impuros; estos últimos no podían comerse, ni siquiera tocarse, pues pasaban a ser personas impuras quienes lo hacían y debían llevar a cabo unos cuantos pasos para purificarse (el libro de Levíticos explica detalladamente esto).
En este lienzo había una mezcla de ambos tipos de animales, por lo que Pedro, aun reconociendo de inmediato que era su Maestro quien le había ordenado que matara y comiera esos animales, no puede evitar responder: "Señor, no; porque ninguna cosa comuna o inmunda he comido jamas." Hechos 10:14.
Por lo que..."Volvió la voz a él la segunda vez: LO QUE DIOS LIMPIO NO LO LLAMES TU COMÚN." Hechos 10:15
Dios tenia una enseñanza para Pedro, y el no tardo en descubrirla.
El evangelio se estaba expandiendo, la Iglesia crecía y muchos judíos creían en aquel carpintero de Nazaret como el Mesías, como el cumplimiento tan anhelado de las profecías antiguas. La promesa del Consolador se había cumplido en Pentecostés, la comisión dada a los seguidores de Jesús estaba completándose, pero... aun faltaba una parte de la Gran Comisión: "...Y hasta lo ultimo de la tierra." Hechos 1:8
Los judíos necesitaban entender y creer que la obra de la cruz también era para salvación de los gentiles (es decir, todo aquellos que no eran judíos); y era precisamente esto lo que Pedro necesitaba aprender.
Los gentiles eran rechazados por comer animales inmundos, pero sobre todo por no ser descendientes de Abraham, y así no formar parte del pueblo elegido por Dios. Y era necesario que esto terminara para que el evangelio llegara hasta lo último de la tierra.
Pedro tuvo que aprender que todos podían ser salvos, todos podían recibir al Espíritu Santo y todos podían ser bautizados, y con todos me refiero a todos lo que creyeran en Jesús y se arrepintieran de sus pecados, sin importar si eran judíos o gentiles.
Pedro, a su tiempo, entendio que el no debía llamar inmundo o comun a lo que Dios mismo había limpiado a través de Jesús. Y era este el significado de aquella visión.
Pareciera que hoy también nos cuesta entender esta gran verdad. Dejame decirte que muchas veces llamamos común o inmundo a lo que Dios ya limpio o quiere limpiar ¿Como?
- Con nuestros pensamientos. Cuando pensamos que los demás son inferiores a nosotros, cuando los juzgamos aun sin hablar, cuando recordamos una y otra vez el mal que nos hicieron, y un gran etcétera se puede incluir!
- Con nuestras palabras. Cuando insultamos, maldecimos, criticamos, cuando derribamos el testimonio de otros en vez de alentar, bendecir, aconsejar, edificar...
- Con nuestras acciones. Cuando actuamos con violencia, cuando despreciamos, cuando decidimos no ayudar y ser indiferentes.
Si el Señor siendo tres veces Santo los limpia y así los ve ¿Quienes somos nosotros para tratarlos como algo común o inmundo?
Algo que hoy y cada día debemos tener presente: LO QUE DIOS LIMPIÓ, NO LO LLAMES TU COMÚN. Hechos 10:15
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