Todos los días nos
relacionamos con cristianos y no cristianos. Y no siempre de las mejores maneras…
ENTRE HERMANOS
Desde antes de nacer, Esaú (el primogénito porque salió primero) y Jacob
(que como no pudo salir primero se agarró del pie del hermano), se trataron
como perros y gatos. “Y los hijos luchaban dentro de ella; y
dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió
Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus
entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá
al menor”. Gn. 25:22-23
Había enormes diferencias entre ambos hermano: “Cuando
se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y
salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su
nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al
calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad
de sesenta años cuando ella los dio a luz. Y crecieron los niños, y Esaú fue
diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba
en tiendas”. Gn. 25:24-27
Es importante reconocer nuestras diferencias con los hermanos (los de la
familia y los de la iglesia). No somos iguales. Pero nuestras diferencias de
habilidades, talentos, capacidades, gustos, ideas, dones, conocimiento,
autoridad, etc., nunca deberían ser causa de peleas, discusiones y rivalidades
¡Somos hermanos! Pero
la rivalidad entre Esaú y Jacob, lamentablemente, también estaba alimentada por
sus propios padres. Isaac prefería a Esaú, y Rebeca a Jacob. “Y
amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob”. Gn. 25:28
Muchas veces son los propios padres quienes “prefieren” a
uno más que a otros, o hacen comparaciones entre hermanos. O siempre se la
agarran de punto con uno de ellos permitiéndole al otro hacer o decir cualquier
cosa. Si algo así pasa en tu casa lo mejor es que hables con ellos tratando de
explicarles cómo te sientes, ora intensamente por sus vidas y procurar, en la
medida de tus posibilidades, mantener la paz. Pero la rivalidad continuó.
¿De qué tipo fue la ayuda que Jacob le “ofreció” a su hermano? “Y
guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo
a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.
Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en
este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para
qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y
él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob
dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó
y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”. Gn. 25:29-34
En ese tiempo “ser primogénito” era un honor. Significaba ser el
heredero principal, recibir la mejor parte de todas las cosas, tener la
autoridad sobre todo. Está claro entonces, por qué Jacob deseaba tanto la
primogenitura. Sin embargo, no era lo único que él quería. Había algo más, y lo
obtuvo en complicidad con su madre “Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y
bésame, hijo mío; Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me
ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha
tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?”. Gn.27:26y36
Es cierto que Dios había elegido a Jacob para realizar sus
propósitos, y es cierto también que Esaú no valoró su primogenitura cambiándola
por un guiso de lentejas; pero Jacob estaba haciendo todo mal, sin tener en
cuenta para nada la voluntad de Dios. Jacob, con todas sus malas actitudes de
ladrón y mentiroso, solo conseguía que su hermano lo odiara más y más “Y
aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y
dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi
hermano Jacob”. Gn. 27:41
Piénsalo.
Esaú no valoró el privilegio de su primogenitura. ¿Qué cosas
valiosas tienes tú que no valoras, o desprecias, o de las cuales
vives quejándote? ¿Qué nueva actitud deberías comenzar a tener? Jacob con sus
actitudes daba más problemas que soluciones. Tus actitudes,
comentarios o reacciones, ¿aumentan los problemas entre tú y tus hermanos,
complican las cosas? ¿Qué deberías corregir o intentar cambiar?
Aunque Dios te haya escogido para mejores cosas que a tu hermano
tienes que esperar tú tiempo. Que sea Dios mismo quien te levante en
el momento oportuno.
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