miércoles, 12 de junio de 2013

Linternas que salen del cajón


¿Qué es lo más lógico que se te ocurre hacer al entrar en una habitación que está oscura? No creo que encender una linterna y ponerla en el cajón del escritorio sea tu respuesta. La respuesta sería: “encender la luz”, ¿no?
Como cristianos somos como esa luz. Somos la luz de este mundo. ¡Jesús lo dijo! Si leemos las palabras de Jesús en Mateo 5:14-16, Él dice que somos como una luz que no puede esconderse, que todos deben ver, y aclara que nadie enciende una luz para ponerla debajo de un cajón.
Sabemos ya, que las luces se encienden cuando necesitamos alumbrar la oscuridad. Ahora: ¿qué oscuridad es la que debemos alumbrar ? Si miramos la realidad un poco más detenidamente de lo normal, nos podemos dar cuenta de la oscuridad en la que vivimos: un mundo lleno de pecado, lleno de injusticias, de rebeldía, enemistad, depravación, maldad, engaño, orgullo, envidia y miles de cosas más. Esa es la realidad en la que vivimos: una realidad donde existe el maltrato a las personas, la violación de derechos, la marginación, el trabajo infantil, la trata de personas, muertes, abusos, pobreza, adicciones, y la lista podría seguir.
Tiempos atrás la realidad era muy semejante a la actual. La oscuridad de este mundo no es algo de la actualidad solamente. Hubo un profeta llamado Isaías que vivió cerca de los años 700 a.C., al que Dios habló las siguientes palabras: “Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (Isaías 49:6b NVI). Estaba claro que había oscuridad. En el libro de Isaías, donde están escritas estas palabras, Dios menciona algunos de los pecados que estaban cometiendo las personas en aquel tiempo. En el v. 6 del capítulo 57, el Señor termina diciendo: “Ante estas cosas, ¿me quedaré callado?” (NVI). Yo creo que la respuesta es no. Nosotros tampoco debemos quedarnos callados.
Lo malo de estas realidades es que no sólo nos lastiman a nosotros como humanidad, sino que también lastiman el corazón de Dios.
Isaías 59:15 dice: “El Señor lo ha visto y le ha disgustado ver que no hay justicia alguna” (en aquel tiempo). Yo pienso que Dios mirando la realidad de hoy en día, se disgusta también. Y quiero desafiarte a que nos animemos a cambiar un poco de esta realidad. Quiero invitarte a pensar como Dios piensa, ver el mundo como Dios lo ve, y hacer lo que Dios hace, y haría en nuestro lugar. Quiero invitarte a que seamos esa luz que el mundo necesita: luz que alumbre la oscuridad. No nos encerremos en una iglesia a brillar todos juntos adentro, como si fuésemos linternas que brillan felices todas guardadas adentro de un cajón. Salgamos. Compartamos. Dios nos llama a que llevemos su salvación hasta los confines de la tierra, a cualquier lugar donde vamos. Éste es su deseo:  “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mateo 5:16 NVI)

Si tenés un ratito, buscá Isaías 58:3-12, y fijate como Dios manda a su pueblo a ser luz, a brillar.

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