¿Qué es lo más lógico que se te ocurre hacer al entrar en una
habitación que está oscura? No creo que encender una linterna y ponerla en el
cajón del escritorio sea tu respuesta. La respuesta sería: “encender la luz”,
¿no?
Como cristianos somos como esa luz. Somos la luz de este mundo. ¡Jesús
lo dijo! Si leemos las palabras de Jesús en Mateo 5:14-16, Él dice que somos
como una luz que no puede esconderse, que todos deben ver, y aclara que nadie
enciende una luz para ponerla debajo de un cajón.
Sabemos ya, que las luces se encienden cuando necesitamos alumbrar
la oscuridad. Ahora: ¿qué oscuridad es la que debemos alumbrar ? Si miramos la realidad un poco más detenidamente de lo normal, nos
podemos dar cuenta de la oscuridad en la que vivimos: un mundo lleno de pecado,
lleno de injusticias, de rebeldía, enemistad, depravación, maldad, engaño,
orgullo, envidia y miles de cosas más. Esa es la realidad en la que vivimos:
una realidad donde existe el maltrato a las personas, la violación de derechos,
la marginación, el trabajo infantil, la trata de personas, muertes, abusos,
pobreza, adicciones, y la lista podría seguir.
Tiempos atrás la realidad era muy semejante a la actual. La
oscuridad de este mundo no es algo de la actualidad solamente. Hubo un profeta
llamado Isaías que vivió cerca de los años 700 a.C., al que Dios habló las
siguientes palabras: “Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de
que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (Isaías 49:6b NVI).
Estaba claro que había oscuridad. En el libro de Isaías, donde están escritas
estas palabras, Dios menciona algunos de los pecados que estaban cometiendo las
personas en aquel tiempo. En el v. 6 del capítulo 57, el Señor termina
diciendo: “Ante estas cosas, ¿me quedaré callado?” (NVI). Yo creo que la
respuesta es no. Nosotros tampoco debemos quedarnos callados.
Lo malo de estas realidades es que no sólo nos lastiman a nosotros
como humanidad, sino que también lastiman el corazón de Dios.
Isaías 59:15 dice: “El Señor lo ha visto y le ha disgustado ver
que no hay justicia alguna” (en aquel tiempo). Yo pienso que Dios mirando la
realidad de hoy en día, se disgusta también. Y quiero desafiarte a que nos
animemos a cambiar un poco de esta realidad. Quiero invitarte a pensar como
Dios piensa, ver el mundo como Dios lo ve, y hacer lo que Dios hace, y haría en
nuestro lugar. Quiero invitarte a que seamos esa luz que el mundo necesita: luz
que alumbre la oscuridad. No nos encerremos en una iglesia a brillar todos
juntos adentro, como si fuésemos linternas que brillan felices todas guardadas adentro
de un cajón. Salgamos. Compartamos. Dios nos llama a que llevemos su salvación
hasta los confines de la tierra, a cualquier lugar donde vamos. Éste es su
deseo: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mateo 5:16 NVI)
Si tenés un ratito, buscá Isaías 58:3-12, y fijate como Dios manda a su pueblo a ser luz, a brillar.
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