Muy conocida es la historia del legendario guerrero vencedor de muchas batallas pero muerto por una flecha en su talón.
En la Biblia también tenemos a un guerrero de mil batallas, alguien que estaba parado al frente del combate espiritual. Es el apóstol Pablo, quien también reconoció que tenia un talón de Aquiles.
Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí.
Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?
Romanos 7:14-24 (NVI)
Creo que no hay mejor descripción para la realidad que atravesamos en nuestra vida en relación con Dios. Aunque somos consientes de nuestros pecados aun así los realizamos, y el bien que queremos hacer no hacemos.
Es muy cierto que todos tenemos un talón de aquiles, un pecado que nos cuesta soltar. Consideramos que para Dios no hay pecado chico ni grande, por lo tanto tu talón de Aquiles puede ser la mentira, la fornicación, la malicia, robar, el chisme o murmuración, el enojo, la falta de dominio propio, la envidia, etc. Todos luchamos contra este talón de aquiles que a veces se convierte en gigante. Quizás tengas muy presentes las palabras de Pablo, y sigas sin comprender porque aquello que no queres seguir haciendo, lo repetís una y otra vez.
Tengo dos noticias para darte, una buena y una mala... La mala es que lucharemos contra este pecado hasta que Cristo venga. La buena, es que SOMOS MÁS QUE VENCEDORES.
Lucharemos hasta que Cristo venga porque nuestro enemigo el diablo presiona constantemente sobre nuestro punto débil. Él conoce bien el lugar donde nos debe atacar. Pedro dice que anda como león rugiente buscando a quien devorar, y su consejo ante esta situación es: "Sed sobrios y velad", el hecho de estar sobrios es que nada nos controla o domina, no podemos perder el tiempo en cosas que no valen la pena. Velar es no dormirse, no literalmente, en la antigüedad quienes cuidaban los muros y sus columnas no podían dormirse, porque si se dormían corrían el riesgo de que el enemigo entre a la ciudad.
La idea en definitiva es no descuidar la oración, la lectura de la Palabra, la comunión y buscar estrategias para defender nuestro talón de Aquiles.
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