lunes, 1 de septiembre de 2014

Ironía


Cuando voy a un evento especial le ruego a Dios que me muestre lo que tiene para mí o que no me deje ir hasta que cumple su propósito en mí o a través de mí.
Se me viene a la mente la imagen de Anás y Caifás llegando al cielo, levantando sus brazos para ser bien recibidos y llevarse las glorias por lo hecho en la tierra (fueron Sumos Sacerdotes en el tiempo de Jesús) e inmediatamente sus ojos se abren cargados de asombro y sorpresa pues están viendo al hijo del carpintero, a ese que según ellos perturbaba al pueblo. Sus caras muestran incomprensión al ver sus manos y sus pies, en verdad es el Hijo de Dios. Que ironía haber dedicado su vida al estudio de la ley de Dios, esperar con ansias al Mesías y no darse cuenta de que ya los había visitado.

Todo lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir.
2 Timoteo 3:16 (NTV)


Es irónico que como cristianos, como hijos de Dios conozcamos la importancia de apoyarnos en la Palabra de Dios, de dejarnos guiar por ella pero no lo pongamos en práctica. Sabemos que es sumamente importante y nos ayuda en toda circunstancia pero no le prestamos la atención que se merece, y muchas veces no la queremos escuchar.

Increíblemente es la misma voz que creó todo a nuestro alrededor desde la nada, que le indicó a Abraham el camino, que le pidió a Josúe que sea fuerte y valiente, que le ordenó a Samuel que unja a David, y que en presencia de muchos declaró que Jesús era su hijo del cual estaba muy orgulloso.

Su palabra nos enseña a vivir.
El desafío es no perdernos de nada que Dios quiera mostrarnos y enseñarnos, de nada que el Todopoderoso quiera hacer a través de nosotros.

Escrito por: Emiliano Cevallos

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