El poder hablar, emitir palabras es el mayor medio de comunicación verbal empleado, lo hacemos desde pequeños casi sin darnos cuenta.
Hoy hablaremos de lo que decimos con nuestra boca. Estamos en un mundo donde la impaciencia pareciera abundar cada vez más. Todo tiene que ser rápido, sin esperas.
Cuantas veces vamos en el colectivo, o caminando por la vereda y nos pasa algo, nos enojamos, problemas en nuestro trabajo y queremos hasta tirarle con lo que tenemos a nuestro alcance a las personas, o cuando estamos en la iglesia que hay actitudes de ciertos hermanos que nos molestan; que difícil es alabar a Dios cuando las situaciones en la que nos encontramos no son del todo agradables, no nos dan ganas de decir cosas buenas.
Como cristianos sabemos que la carne siempre esta ahí latente, pero cada día debemos matarla con actos verdaderos, puros, aunque claro no es fácil, pero con la ayuda de Cristo en su palabra es posible.
Colosenses 4:6 "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno"
Gracia, sabemos que es el favor, ese beneficio divino que recibimos sin merecerlo, y sazonar con sal, es cuando le damos sabor a las comidas, también en la antigüedad cuando no había heladeras, ponerle sal a la carne era una manera de conservarla para que no se eche a perder.
Tarde o temprano nuestros pensamientos se ven reflejados en palabras o hechos por eso debemos de ser prudentes cuando respondemos que sea con gracia es decir con ese evangelio que no sólo son las buenas nuevas sino también nuestro diario vivir, nuestras acciones, alguien dijo que la única Biblia que muchos leerán, va a ser nuestra vida, nuestra manera de responder, de conducirnos.
Efesios 4:29 " Ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes"
Cuidemos
que de nuestra boca no salgan palabras corrompidas, sino más bien de
edificación, para ayudar a otros, Santiago 1:19 dice: "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”
Hermanos los animo con este breve pensamiento a que podamos responder con palabras sabias, teniendo paciencia a las personas y estimándolas como superioras a nosotros mismos, aunque la mayoría de las situaciones no se presten a decir lo justo, lo amble, mantengamos esa actitud de humildad como la tuvo nuestro Señor Jesucristo.
Hermanos los animo con este breve pensamiento a que podamos responder con palabras sabias, teniendo paciencia a las personas y estimándolas como superioras a nosotros mismos, aunque la mayoría de las situaciones no se presten a decir lo justo, lo amble, mantengamos esa actitud de humildad como la tuvo nuestro Señor Jesucristo.
Escrito por: Brenda Rojas
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