Su temor de presentarse ante el Rey sería obvio. La costumbre de los monarcas de la época era eliminar todo rastro del Rey anterior, incluyendo a su familia; y David no tenía por qué ser la excepción. Pero el llamado estaba hecho y Mefi-boset, nieto de Saúl (primer Rey de Israel), debía presentarse ante David.
Mefi-boset: padre de familia – lisiado de ambas piernas – ex miembro de la familia real.
David: rey de Israel elegido por Dios.
Todo indicaba que la costumbre no se rompería, Mefi-boset pasaría a la historia… PERO NO FUE ASÍ. Para su sorpresa, David lo llama, y en un marco de amor, le devuelve todos los terrenos y propiedades de su familia, le adjudica siervos y lo hace sentar en su mesa (¡la mesa del Rey!) por el resto de sus días.
Cuando meditaba en esta historia, podía ver el reflejo de Dios en David, y colocarme a mí mismo en la piel de Mefi-boset. Siendo yo uno más del montón, con partes de mi vida “lisiadas” y mereciendo solo el juicio de un Dios perfecto, puro y justo… llegué ante El, y lo único que recibí a cambio fue… PURO AMOR.
Me santificó y me escogió entre muchos (1 Pedro 2:9); me vistió con ropa nueva (Zacarías 3:4) y me nombró como Su Especial Tesoro (Malaquías 3:17, Éxodo 19:5). Me amó apasionadamente hasta dar su hijo por mí (Juan 3:16) y me adoptó como SU hijo (1 Juan 3:1)
¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más necesito? =)
Hoy quiero que te sientas especial. Hoy quiero que veas el valor que tenes delante del artífice de tu vida… delante de Dios. A veces nuestra realidad de vida no nos deja ver el valor que tenemos. Pero tené en cuenta que el supremo Dios, el Rey de Reyes y Señor de Señores te hizo ÚNICO/A y ESPECIAL (Salmos 139:13) y tiene planes originales para tu vida. El quiere sentarse a la mesa, cenar con vos (Ap 3:20) y darte un lugar privilegiado con el Rey. ¿Aceptas la invitación?
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