lunes, 9 de noviembre de 2015

Miradas


Hay una realidad que rige en la vida, y es que Dios no nos creo con la capacidad de ver las cosas como son, sino que las vemos como somos. Tenemos 180° de visión y 180° de ceguera.
Nuestra vida esta formada por muchas y variadas vivencias, las cuales muchas veces no comprendemos o en las que no alcanzamos a entender que podemos aprender.
En la Biblia también encontramos ejemplos de distintas miradas, de personas que como nosotros interpretaban la realidad desde sus 180° de visión y 180° de ceguera, pero que al fin y al cabo era su mirada limitada y no la realidad.
Dios envío a Jonas a predicar a Ninive, bajo una profecía condicional, en la que prometía PERDÓN. Conocemos la historia y sabemos que Jonas huyó, y por lo que vemos al final del libro, Jonas sabía que Dios iba a cumplir con su promesa y perdonar a los Ninivitas si se llegaban a arrepentir. Bajo su mirada ellos no merecían la misericordia del Creador, debían ser castigados. Lo interesante es que el pueblo de Ninive escuchó a Jonas y se arrepintió.
Por otro lado conocemos la historia del Profeta Jeremias, un profeta sentimental, que sufría al ver al Pueblo de Dios desatender sus advertencias y seguir en su pecado. Israel un pueblo conocedor del poder del Altísimo recibió su castigo.

Quiero llevarte a descubrir una tercer mirada. Una mirada superadora. La mirada de Jesús

Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico.  Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
—Hijo, tus pecados quedan perdonados.
 Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: «¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»
En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando.
—¿Por qué razonan así? —les dijo—. ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.  Marcos 2:3-11 (NVI)

 Cuatro hombres de una fe increíble fueron movilizados a romper un techo con tal de que su amigo reciba el milagro y camine. Para su sorpresa, al lograr su objetivo y estar ante Jesús, este pronuncia otras palabras pero no las esperadas, Jesús dice: tus pecados te son perdonados. Creo yo que realmente nadie entendía nada, porque estos amigos habían hecho un esfuerzo muy grande para que su amigo se sane, pero se encontraron con un milagro mayor, proveniente de uno que tiene una mirada mayor, la capacidad de ver las cosas desde un punto más alto. Fue así como su amigo recibió el perdón, porque ¿qué era más fácil? ¿ser sano o ser salvo?

En nuestra vida tambien necesitamos de la mirada superadora de Jesús. Ese que ve lo que nosotros no. Esa mirada que entiende que todas las cosas nos ayudan para bien.

El desafío de hoy es empezar a ver como Jesús.
¿En qué situaciones necesitas confiar en que Dios lo ve y entiende todo?

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