lunes, 24 de febrero de 2014

¿Por qué nos acercamos a Jesús?

¿Alguna vez viviste la experiencia en la que una persona a la que aprecias se acerca a vos simplemente porque necesita algo y resuelto su problema se olvida de tu existencia?
¿Cómo te sentiste?, ¿cómo te hubieses sentido?
Imagino que dolido, decepcionado y hasta puede que traicionado.
Es triste pensar que muchas veces Dios tiene estos sentimientos para con nosotros cuando lo buscamos por motivos convenientes desde el punto de vista humano.

En los evangelios podemos encontrar muchísimos casos en los que multitudes se acercaban a Jesús, el hijo de Dios, con diferentes súplicas, pero, ¿acaso tenían todas las intenciones un encuentro con Dios de corazón como fin último, o simplemente una sanación física momentánea?

 “Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y... Le llevaban todos los enfermos,  suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto”, “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos”, “Lo siguieron por toda aquella región y…le llevaban en camillas a los que tenían enfermedades”, “Y dondequiera que iba, en pueblos, ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas”.

¿Y cuáles son nuestros motivos al buscar de Dios?
¿Simplemente queremos que nos libre de un sufrimiento actual?, ¿Nos presentamos ante Él porque todos lo hacen, sin tener un corazón sincero? ¿Queremos cumplir con nuestra cuota de espiritualidad?

El responder para qué vino Jesús a la tierra nos revela por qué Él se acerca a la vida de las personas. La Biblia dice:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.”

Lucas 4: 18 y 19

Sin duda Jesús se interesaba por las necesidades físicas de las personas, pero en especial por la salvación de sus almas. Y ese Jesús, ese hijo del todo poderoso, es el mismo que se interesa por nuestras vidas hoy.
A Él no le basta con bendecirnos en nuestro momento de necesidad, quiere bendecirnos eternamente. Pero para eso debemos entregarnos completamente en sus brazos, y acudir al Señor simplemente porque sin Él no somos nada, porque sin Él nuestra vida no tiene sentido.

Y La Palabra de Dios también nos dice cómo es que nosotros debemos acercarnos Él:

“Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios. Pues el Padre quiere que así lo hagan los que lo adoran.”

Juan 4:23 (DHH)

Nuestro papá celestial simplemente nos pide SINCERIDAD. La sinceridad implica reconocer nuestra humanidad, nuestros errores, reconocer que sin Él somos débiles.
Los aliento a que durante esta semana podamos acercarnos a Dios del modo que Él busca, para que así podamos recibir una bendición total en nuestra vida.

Escrito por: Yazmín Florit

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