viernes, 15 de agosto de 2014

Dios sigue siendo Dios.


 “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” Hebreos 13:8

¿Alguna vez alguien te hizo un regalo, te dio un consejo que necesitabas, invirtió su tiempo en vos, o te bendijo de la manera que fuese; y lo primero que pensaste (y hasta quizás se lo dijiste) fue: que buena persona, que genial, que grosa!? ¿Alguna vez esa misma persona te lastimó, te defraudó o simplemente dejo de bendecirte? Si eso te pasó quizás hayas pensado que no era tan buena persona, tan genial o tan grosa como habías creído.
Ahora pensemos en la relación vertical que tenemos con Dios. ¿Alguna vez Dios contestó esa oración por la que tanto orabas, sentiste muy de cerca su presencia, notaste su gran providencia, lo viste hacer milagros y otras tantas cosas; y exclamaste con gran gozo en el corazón: Dios es bueno! Él es grandioso, increíble, poderoso, fiel, amoroso…?
Quiero que reflexionemos. Cuando pasamos por problemas, cuando pareciera que Dios no contesta, cuando no ves la solución, cuando hay lágrimas y dolor en el corazón, cuando sentís que tu Dios ya no está tan cerca, cuando ya no ves con tanta claridad… ¿Tu corazón sigue creyendo que Dios es bueno, fiel, poderoso, grandioso y milagroso?
Hay algo en lo que siempre puedo confiar y que me da paz, sin importar lo que esté viviendo. Estando en el monte o en el desierto, con seguridad puedo decir: ¡DIOS SIGUE SIENDO DIOS!
“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” Eclesiastés 7:14
                                                                                                               
Hay una verdad. Nosotros cambiamos constantemente: nuestra manera de pensar, hablar y actuar cambia; nuestra perspectiva, nuestras prioridades, nuestros intereses y sueños cambian; la relación que mantenemos con los demás y hasta nuestra relación con Dios cambia. Pero hay otra verdad. Dios jamás cambia. “Si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.”  2 Timoteo 2:13 (NVI).
La razón por la que Dios sigue inmutable ante nuestra inestabilidad es porque Él no puede ir en contra de su naturaleza.
Él sigue siendo  Dios. Él sigue siendo bueno, amoroso, fiel, misericordioso, comprensivo, detallista. Él sigue siendo tu creador, tu salvador, tu ayudador, tu papá, tu amigo, tu paz, tu refugio, tu consuelo, tu roca, tu fuente de vida, amor y gozo; cuando estas en la cima y cuando estas en el valle, Dios sigue siendo Dios.
Por eso es necesario que lo adoremos por lo que él es y no por simples emociones basadas en lo que estamos viviendo. Él es mucho más grande que eso.
Que nuestro buen Dios nos ayude a tener esta verdad presente, siempre!


Escrito por: Florencia Vidal



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