sábado, 18 de enero de 2014

En sus marcas, listos... VIDA



“Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” Filipenses 3:14

Un atleta quiere llegar más allá. Superarse. Ser lo mejor de lo mejor. Sabe que no va a ser sencillo.
El camino hacia la victoria está plagado de pruebas. Conoce que tiene que sacrificar muchas cosas, salidas, comidas, amigos, familia. Pero, aún con todo esto, no se da por vencido.
Lo intenta, una y otra vez, tiene derrotas y fracasos, pero su voluntad es más fuerte, todavía tiene su objetivo en la mira. Cree en si mismo. Lo hará hasta conseguirlo. No se dará por vencido y al final de todo, encuentra el podio, lo mejor de lo mejor es él.
Logro superar no solo a otros competidores, si no a si mismo. Se demostró que él podía hacerlo. Lo que tanto espero conseguir, lo consiguió y llegó a alcanzar el premio, por el que tanto se había esforzado. Pero...
¿Hay que ser atleta para sentir esa emoción, esa adrenalina, esa felicidad? Dejame decirte que todos somos atletas en esta vida y que podemos llegar a la meta para obtener el premio con el que Dios nos espera ansioso.

En la Biblia encontramos este versículo en la carta que escribe el apóstol Pablo a la iglesia de Filipos, en el que claramente Pablo, les dice que el continua hacia la meta, no pierde de vista el objetivo. Sabe donde quiere llegar, sabe que el camino no será fácil, pero lo sigue continuando y lo hace para poder ganar el premio que nos ofrece Dios, la vida eterna, y todos los beneficios que nos trae ser hijos suyos. El nos quizo alcanzar a través de su hijo Cristo Jesús. Su unigénito, lo más preciado, el Cordero que se sacrificó por nosotros, sí, por vos y por mi, para que podamos ser salvos, para que puedas disfrutar de todo lo que Dios tiene preparado para tu vida. Pero hay una condición... Tenemos que dejarnos ser alcanzados. Debemos permitirle a Dios que nos transforme, que pueda obrar en nosotros y que nos desafié a superar nuestros “límites”. Muchas veces nos encerramos en nuestras limitaciones humanas y terrenales y nos olvidamos de lo que Dios es capaz de hacer. El Dios de milagros de la Biblia es el mismo Dios al que oramos cuando estamos pasando alguna dificultad, o cuando queremos agradecer por una gran bendición. Por eso quiero invitarte a que te olvides de todas las posibles trabas que puedas tener, que puedas desecharlas y renunciar a ellas, que dejes que Dios te sorprenda de lo que es capaz y que vos te dejes alcanzar por el mejor ser del universo para disfrutar una vida plena y eterna, un regalo que Dios te ofrece para cuando termines el camino y llegues a la meta...

Escrito por: Laura Degiorgio

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